ESCRITO PARA SER LEÍDO A MIS 100 AÑOS



 

La soledad es parte de la vida, acostumbrarse a esta es lo mejor que nos pueda pasar. Guardar silencio mientras se disfruta del día y la noche, es otra forma de vivir. No tengo ningún derecho a traer hijos a este mundo, si no puede defenderme ante las injusticias que padecí, cómo voy a defender a quien sea mi hijo. Tampoco seré tan egoísta de tener un hijo para que sea quien me cuide en la vejez, los viejos se vuelven personas muy malvadas, no quiero ser un viejo malvado que use a un hijo mío para que me limpie el culo cada vez que me cague, me bañe, me rasure, me prepare los alimentos y me dé los medicamentos, para tratarlo como un esclavo, no como un ser humano que tiene derecho a formar su familia e irse y ser feliz.

Estoy convencido, ser bueno es una muestra de debilidad. Los afectos pueden ser manipulables. El egoísmo es apabullante. Estoy cansado de ser usado como un león para defender lo indefendible.

No fui defendido cuando debí serlo, fui destruido y me recuperé, destruido por los seres que jamás pensé, lo harían, por ello, para mí, la soledad no es mala, me rencuentra con mi lado bueno, con la introspección en mi propio mundo. He visto olvidar a muchas personas, he visto pasar el tiempo y, los que se marcharon para siempre, nadie los recuerda.

Siempre me pregunto cómo será la hora grave cuando nadie esté a mi lado y la muerte venza por fin, tengan por seguro que, en ese momento, mandaré a la mierda a Dios y al Diablo y estaré por fin en paz, así termine en una fosa común.

Ya para ese entonces, habré escrito varias biblias más de miles de páginas, testimoniando la experiencia humana y lo que es el homo sapiens.

Como ven, a mis 53 años, sigo fiel a lo que prediqué en el colegio: no venderme ni ser como los adultos que observaba a mis 15 años, el no querer ser como ellos, mis razones tuve: no quise ser malvado.

Si escribí más de 180 libros, es porque tengo mucho qué decir, me quedaré entonces escribiendo hasta el final, sin haber logrado vivir de la literatura, para un grupo diario de 200 personas de diferentes partes del mundo como lo registran las estadísticas de mi Blogger.

No buscaré amistad ni amor. Ambas cosas no existen. Sé que es una relación de pareja, por lo tanto, no volveré por soledad a intentarlo de nuevo.

Llevo años sin hablar con las mujeres, pero eso es algo a lo cual estoy acostumbrado, en mi juventud, por más de dos décadas, me retiraron el habla.

No defenderé ninguna postura, no seré otra vez el tonto útil que pelee sin saber que hay detrás de cada pelea.

Sé que habrá días en los que no pueda levantarme de mi cama, para darme el duchazo de agua helada acostumbrado.

No seré el único solitario que haya en este mundo, hay millones de ellos en todas las ciudades. Qué me mantiene entonces vivo: el escribir, considerando que mi Blogger fue censurado muchas veces.

Seguiré estudiando sin desmayo, seguiré contemplando cómo los escritores de mi generación se venden por mil dólares.

No será duro, será la más dulce vejez, porque estoy rompiendo todo vínculo de compañía y llevo, hace meses guardando silencio y preparándome para una soledad sin retorno. Total, es lo historia de todos, que en mis recuerdos siempre perdurará hechos donde se refleje que lo intenté hasta el último aliento, aunque eso lo hicieron muchos escritores.

Para ese momento, habré escrito un testamento, si es que haya superado los 1,000 libros escritos, para que las regalías sean donadas a los niños pobres, para sus alimentos y estudios, si es que ellos puedan aprovechar las oportunidades que no tuve o me visiten si es que necesiten un consejo sensato, esos consejos que nadie me dio, ni los terapeutas que en su momento me dijeron que estaba loco, hablo de consejos de verdad, los que da un padre a un hijo, cuando se trata de salvar una vida, una encrucijada, una experiencia que ya viví, cuando estuve totalmente solo en el mundo y,  vi el rostro más infame de una ciudad donde hacen mierda a quien está solo. A mis 53 años puedo defenderme de todo, pero sé, cuando tenga 90 o 100, no habrá nadie para que me defienda y, eso lo tomaré con calma, le llamo una muerte digna, sin doctores ni hospitales, propia del que cumplió todos sus deberes con la patria y el mundo y aprendió: así haya sido por la fuerza, por la necesidad de expresarme para seguir vivo, mis pensamientos serán amables como ahora, si sé bien: detrás del rostro más bello y bondadoso, puede habitar el peor de los demonios.

Así conozco al ser humano. Es muy tarde para opinar distinto.

 

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