PROLAPSOS DEL ÚTERO, VEJIGA, RECTO Y OTRAS CONSECUENCIAS LÉSBICAS



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Que de pronto la mujer vea que de su vagina, salgan la vejiga y el útero hasta 10 cm y el médico le diga que se le ha bajado la matriz, puede resultar una pesadilla que no necesariamente corresponde a las mujeres que han parido muchas veces. Inclusive esto sucede con el recto cuando se sale por prácticas contra naturas extremas.
En uno de mis libros titulado: Historias de Amor y Sexo, escribí sobre la seducción de lesbianas a muchachas decepcionadas en el amor por un novio infiel que la humilló con otras mujeres, apareciendo en estos casos “amigas” que brindan consuelo y que se convierten en las compañeras de duelo que les convencen que los hombres son unos malditos y que todos somos iguales. Esto podría ser entendido como  misandria o como significa: odio o aversión a los hombres. Pero las prácticas lésbicas son más crueles en el sexo que las practicadas en las relaciones entre varón y mujer.
En las emociones violentas, se condena que el varón por razones de celos enfermizos, maltraten a la mujer, dándose los feminicidios o en el menor de los casos, el maltrato físico y psicológico. Más vigente, se reclama el hecho que la mujer en el sexo de una relación de pareja sea considerada como un objeto sexual o un “pedazo de carne” que es usado para los goces egoístas del varón. Hasta allí podemos estar de acuerdo si es que en la relación de pareja fuera de las emociones violentas o los celos, no haya consentido ciertas prácticas sexuales donde hay un sometedor y una sometida, donde la mujer es sumisa y extremadamente complaciente en el amor si es que de pronto, lo que la mujer busque en ciertos casos es que sea dominada en el lecho por su hombre y esto le conlleve al disfrute de fantasías sexuales donde se consuma el sexo violento, duro y salvaje.
Sin embargo, volviendo al título del escrito, las lesbianas activas, también, luego de haber seducido y convencido a la mujer heterosexual de que los hombres somos una mierda, ven en el cuerpo de la mujer seducida, un objeto sexual al cual someterán con fines muy abyectos que no son sanos si nos remitimos a las consecuencias posteriores.
El sadismo por parte de las lesbianas de prácticas bizarras, al ver el cuerpo de la mujer pasiva como un objeto de placer, en sus relaciones lésbicas no precisamente hacen el amor dándose besos y caricias o usando juguetes sexuales que dañan la matriz o los músculos que sostienen la vejiga y el útero.
Algunas prácticas comunes son aberrantes, como el introducir por el recto con lubricantes, el puño, llegando hasta introducir hasta el codo, provocando el prolapso anal que viene  a ser el descenso del recto y conlleva a un daño irreparable.
Dentro de estas prácticas lésbicas, la mujer sometida o pasiva, es vista de una manera más atroz en el daño físico ya que es irreparable, ejerciéndose el uso del poder sobre la lesbiana pasiva sumisa a la cual se le tiene como un objeto sexual para placeres abyectos donde el egoísmo de la lesbiana activa disfruta al infringir el dolor en otra forma de lujuria diferente a la de nosotros los varones.
Pero esta práctica no solo se hace por la vía rectal, se hace también por la vagina, dañando el piso pélvico o los músculos que sostienen a la vejiga y el útero o matriz, provocando no solo un futuro cáncer sino, un prolapso donde la vejiga se sale de la vagina fuera de las incontinencias urinarias provocadas, en proporciones de hasta 10 cm, dándose el caso que puede salir junto con el útero, a lo que bien se llama descenso de la matriz y, esto producido por el daño infringido por la lesbiana activa que introduce su puño por la vagina, llegando a veces hasta introducir hasta el codo si acaso esta no es otra forma de feminicidio pero hecho por una mujer a otra, es decir, de una lesbiana activa y sometedora, a una lesbiana pasiva y sometida.
Queda en tela de juicio entonces más allá de las confusiones del desamor y las humillaciones sufridas por la mujer que padeció infidelidades y la seducción por parte de lesbianas que les convencerán que para el placer, no se requiere de nosotros los hombres y que puede ser disfrutado enteramente con mujeres,  si acaso, este ejercicio de poder, convierte a la lesbiana pasiva en un “pedazo de carne” o un objeto de placer al cual se le hace daño de la manera escrita en estas desviaciones, donde es irreparable el piso pélvico o los músculos que protegían a la matriz o útero donde crece el feto fecundado, siendo además este descenso triple cuando la lesbiana activa y sometedora ha practicado esta perversión de introducir el puño por el recto y por la vagina sin importarle el daño que le cause a la lesbiana pasiva si es que hubiese cirugía para reparar el piso pélvico que controle el triple prolapso sin considerar el cáncer al cual ha expuesto a la lesbiana pasiva que en la lujuria, se ha dejado llevar por el sadismo o ejercicio de poder y dominación de otra mujer que solo vio la satisfacción de sus abyecciones sin importarle las consecuencias en su pareja, sea este caso, otra mujer.
Entonces, con la práctica de la introducción del puño por el recto o la vagina, ¿quién fue el pedazo de carne o a quién se le vio como un objeto de placer y no como a un ser humano si es que decimos que hubiera amor entre lesbianas?
La respuesta está en el triple prolapso y el cáncer por el descenso de la matriz, la vejiga y el recto, que 10 cm fuera de la vagina no es poca cosa, ni mucho menos por el recto.
Queda pendente la pregunta para los jueces: ¿es otra forma de maltrato contra la mujer o feminicidio esto?

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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