EL CONDÓN SEMÁFORO Y LA PRUEBA DE FUEGO
No en vano he superado las 700
veinteañeras con las cuales mis escritos son base para una ciencia de la mujer o mujeriología,
sus orgasmos y maneras de menstruar, desde sus ovulaciones hasta el saber
reconocer sobre la marcha qué posturas le están llevando al clímax, si acaso un
buen amante, nunca termina sin que éstas hayan alcanzado unos 10 a 15 orgasmos
que ya en otros escritos he detallado cómo reconocerlos para hacer más intensos
y prolongados los orgasmos femeninos en todas sus variedades que conozco.
Pero había llegado el día en que
debía ser juzgado. Tanta veinteañera que ha sido mía debía generar suspicacia
alguna ante un semental que ha superado a Andrés García o a Julio Iglesias, si
acaso en mi primera juventud fui un revolucionario que abrazó la causa de la
libertad y la lucha por la paz mundial, entre internamientos en psiquiátricos
donde tuve que conocer los abismos de la mente, los chivos expiatorios de la
sociedad y, los que rebeldes como yo, no pudimos controlar o sobre llevar la
fama o el torrente de pensamientos que comunican con El Umbral o desarrollo del
Lóbulo Frontal, experiencia similar al Aleph de Borges.
Acostumbrado a que las muchachas
me colocaran los preservativos fue que en esta ocasión, sin prestarle
importancia, la muchacha en mención sacó unos preservativos de color naranja
sin decirme nada mientras con su boca colocaba este condón en mi miembro viril
a la vez que me hacía un sexo oral acostumbrado para mí, lo que no sabía era
que estaba siendo sometido a la prueba final, es decir, a que en ese momento,
terminara mis años de felicidad con las mujeres ya que me estaba colocando un
condón semáforo o preservativo inteligente, es decir, un condón que
inmediatamente iba a cambiar de color según la enfermedad de transmisión sexual
que se presumiera por mi fama de cachero compulsivo. Así, si se cambiaba a
verde el color del condón semáforo, era porque tenía la infección de clamidia,
infección propia de varones y mujeres que pueden aparecer en el recto, el útero
o la garganta. No lo sabía, pero hasta en la prueba del beso estaba siendo
sometido. Si el condón se ponía amarillo, sin duda tenía herpes y sé, este no
se va del organismo y se deja en herencia tanto a los hijos varones como
mujeres, mas el preservativo no se tornó amarillo. El VHP o virus de papiloma
humano se reflejaba en un color morado y si bien, un 65 % de la población que
tiene vida sexual continua lo padece, sean heterosexuales varones o mujeres,
tampoco se manifestó en el color de este condón semáforo que seguía de color
naranja, ni el volverse morado que era el de la prueba de tener VIH o
SIDA. En realidad no sabía qué estaba ocurriendo mientras me hacía el sexo oral
esta buena muchacha, ya que cuando verificó que el condón semáforo no se volvió
azul que reflejaba la sífilis, de inmediato empezó a hacerme el amor sin que yo
me diera cuenta, hasta terminar la sección de 2 horas en las que se terminó
conversando mientras fumaba mis tabacos mentolados y ella empezada a hablarme
de su vida privada, cosa que me extrañó, porque se quedó una hora más
dialogando conmigo como si quisiera ser mi pareja.
Días después me llamó para volver
a hacer el amor, tratando en lo posible de volver a hacerlo conmigo, hasta que
me dijo que lo habíamos hecho con un condón semáforo, detallándome lo que he
escrito en este relato, si es que me decía que no solo era un Padrillo inmune a
las enfermedades venéreas o el VIH sino que era un tipo muy afortunado, ya que
le había hecho el amor a más de 700 muchachas sanas, sin ninguna enfermedad y que prácticamente era virgen
para el amor y, que ahora enterado del condón semáforo, cuidara de mi gran
suerte, si es que quería seguir en mi carrera de las mujeres, sobre todo por conocérseme
por ser aficionado a no repetir de muchachas al momento de tener intimidad.
Y así puedo dar fe de mi
testimonio sobre el cómo sin saberlo, fui evaluado por el condón semáforo, el
preservativo inteligente que detecta en sus cambios de color a las ETS y el VIH.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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