LA VIDA DE LOS LIBRES
Abría esos libros, -esas respuestas que buscaba-,
Los maestros de la literatura se empeñaban en ser crueles, ¿hallé una
historia feliz?
O la literatura era un oficio de enfermos mentales.
Me pueden decir que la mayoría de personas son así,
Que todos tienen un lado bueno y malo,
Sí, lo sé, no hay solución para esto,
Van quedando las calles solitarias a altas horas de la noche,
Los solitarios encienden un cigarrillo
Otros beben de su chata de ron,
-esos recuerdos que te repiten que alguna vez fuiste alguien, ¿no es eso
común a todos? –
-las personas se cansaron de ver al cielo de día y de noche –
Los almanaques se van arrumando uno tras de otro en un rincón:
Recuerdos felices, días dolorosos,
¿Qué es el amor cuando copulas y copulas hasta saciarte?
¿Y después qué?
-se reproducen las personas entre muchas promesas-
Un hombre que se fue
Una mujer que se quedó con unos niños
Un trabajo abandonado
Alguien que pueden ser todos sin estar contentos con nada,
¿Es poco soñar cuando los sueños consumen tu tiempo?
Un día tras de otro,
Un plato de carne frita con arroz y huevos pasados a la sartén,
El silencio, la soledad, no tener a nadie,
Nadie a quien llamar, con quien conversar, con quien entenderse,
¿Sabes que esto se acaba un día?
-después del viaje de vacaciones, siempre queda la pregunta, ¿esto era
todo? –
¿Quién te dijo que todos venimos con una misión a este mundo?
Aquí sólo hay deberes y tristezas,
Son tan pocas las sensaciones en las horas del sexo ante la existencia:
-los orgasmos no son la respuesta –
-son muy buenos, pero no resuelven la vida –
Una mujer embarazada que no puede dormir de costado, menos boca abajo,
¿cómo se baña una mujer de 7 meses de embarazo?, ¿le alcanza la mano para
limpiarse el culo?
Los billetes sobre la mesa un día dejan de ser una razón para ser
felices,
Duermo en las tardes y al despertar enciendo un cigarrillo, la cama es
sólo mía, sé que debo levantarme para prepararme la cena: el celular es un
libreto sin novedades, la llamo para hacer el amor, cuelgo, me devuelve la
llamada, no contesto, sacié mi placer con ella, esa, aquella y todas las
agendadas: no hay muchachas nuevas, eso apaga mi entusiasmo.
Me levanto, tiendo el edredón, bajo al primer piso, preparo los
alimentos, ceno, escucho música, cedo a la tentación de comprar una Cool Fresh.
-la muchacha de siempre en caja nunca sonríe y apenas debe tener 22 años
–
-pienso por un instante en su vida, luego sigo mi marcha, veo vecinos
por las calles, doy los saludos de buenas noches, sonríen algunos, otros
guardan luto, otros ríen y beben en sus autos: me espera mi apartamento aseado
como recinto de descanso, hace tiempo que no paseo por la ciudad, sé que no hay
novedades.
¿Una discoteca?, a mis 22 años una noche dejé a una muchacha enfurecido
porque no se dejó besar, desde entonces dejé las discotecas.
-los cabarets y la vida alegre son mucho gasto: una noche sería todo mi
presupuesto para el mes: una muchacha decente sería mi quiebra.
La paz es eso que uno halla cuando vuelve a escribir, pienso y, esto lo
reservo para mí, no gasto mis palabras con una terapeuta que sé, no me
entenderá.
Tomo mis pastillas para dormir, - es una vida privilegiada, lo sé -, hay
tanta gente llena de desdichas, sólo a su momento bajé de un tren cuyo viaje no
me gustó, para no esperar a nadie.
Apago la luz de mi dormitorio y contemplo la oscuridad, hay silencio,
paz, quietud, éste es el momento que más me gusta del día o la noche mientras
recuerdo las sonrisas y saludos alegres de las muchachas que veo pasar, cuando
estoy sentado a la puerta de mi apartamento.
Soy un tipo solitario que se lleva bien con todos.
Mi cabello cano me dice que debía ser abuelo hace tiempo.
Volteo el rostro sobre el colchón para conciliar el sueño, en otros
lechos hay guerra y las parejas se acuestan peleadas, amanecen peleadas, se
odian todo el día, los niños ven eso, pero no hay tiempo para odiar: el
trabajo, los deberes para con el colegio de los niños, las responsabilidades,
las preocupaciones.
En alguna parte de la noche, un muchacho inocente besa a una muchacha
inocente. La vida tiene sentido. Pero esto ocurre pocas en veces a cada uno de
nosotros, después todo se acaba, en ese momento brillan las estrellas con
intensidad.
¿Para eso estamos aquí?, ¿para ser felices sólo pocos meses?, porque lo
resta es largo, muy largo, sea en soledad o silencios donde nadie quiere decir
nada.
Vi a un par de abuelos felices pasear a su nieto, los vi muy felices. Todo
lo que deberá pasar ese niño, pensé sin decir nada mientras les sonreía a los abuelos,
deseándoles un buen día.
Duermo en ese trance de pensamientos hasta que despierto a las 5 de la
mañana, me aseo, preparo mi desayuno. Es otro día más.
Los libros que abría a mis 16 años buscando respuestas. La literatura
era para enfermos mentales. La vida dice muchas cosas más, buenas y malas. Sonrío.
Así es la vida de los libres.
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