CUANDO ESTUVE EN EL MÁS ALLÁ
De lo que he visto y Mi Señor me
permite compartir con mi estimado lector, puedo adelantar del mundo maravilloso
que nos espera, de las increíbles cosas a las cuales se me ha otorgado
entendimiento, cuando me interrogué ya no sobre el qué hacemos aquí, sino, cuál
es el propósito de tener este tipo de cuestionamientos, del por qué
precisamente podamos tener este tipo de interrogantes y acaso, el ser humano
medite en ello de vez en cuando, cuando quiera saber qué es la vida, más allá
de la rutina donde solo sabemos hacer dinero o en todo caso, desde diferentes
latitudes, la cosmovisión sea original, como lo es para los chinos, para los
hindúes, los árabes, los europeos, nosotros, los americanos, y cuanto ser haya
en el mundo, que dependiendo de la cultura a la que pertenezca, al contemplar
el universo, medite sobre sus experiencias, el valor que éstas tendrían después
de la muerte de uno, si acaso los hombres que hicieron historia, no fueron
precisamente los que persiguieron la fama o el poder, sino los que se vieron
obligados a tomar decisiones a la altura del destino que tuvieron, en
correspondencia con la voz o bandera que representaron y, comprendieron que
siendo o bien poeta, reyes, estadistas, militares o sacerdotes, la libertad
siempre estuvo sujetada a circunstancias donde nuestras buenas intenciones
siempre fueron ajenas a lo que llamamos como: inevitable, es decir, lo que
debía hacerse y que estuvo más allá, la mayoría de veces a lo que propusiera
nuestra voluntad o corazón. Porque de esos testimonios donde se dice que al
nacer vemos la luz luego de haber vivido en el vientre de la madre, entramos a
un universo donde lo primero que ven nuestros ojos es esa luz de la cual tanto
se habla y que se relaciona con nuestro pasar a otro mundo, y así lo escribo
para que quede suscrito en mi testimonio de lo que pude conocer cuando vi esa
luz y a otra realidad imposible de ser concebida, tuve a mi acceso ver, para
volver a esta vida y poder hablar sobre lo que es el más allá y lo que nos
espera luego de nuestra estancia en este mundo.
Que no es de mi afán querer hacer
apología a religión alguna, ni mucho menos proclamar algún dogma desde donde de
fe de la existencia de un dios o varios dioses, que por más empeño que pueda
poner en ello, no se me está permitido, más sí revelar que cuando morimos, esa
experiencia que nos es desconocida mientras estamos en vida, al ver esa luz, lo
que vemos es otro universo infinitamente mayor al que conocemos si es que
podemos cubrir distancias con solo echar la mirada en el cielo nocturno
despejado para contemplar lo inacabable del cosmos, que bien, con todas
aquellas personas que conocimos en este mundo, sean miles o millones, hasta los
paisajes que apenas vimos una sola vez en vida o, las ciudades que fueron
nuestras, con quienes apenas vimos en pequeñas fracciones de segundos, hasta
las que formaron parte de nuestras vidas, desde una totalidad en la que al
estar en ese nuevo universo, comprendamos que este lugar donde estamos fue un
vientre materno que acobijó a un cosmos que tenía que nacer a otro mayor donde
al abrir nuestros ojos luego de nacer del universo que conocemos, a otro más
inmenso vayamos a tener vida, si es que hasta allí pueda adelantarles un poco
de lo que sé, sin dejar de mencionar de los terribles juicios que nos
condenarán por ser consentidores de cuanto mal hay en este mundo, desde la
miseria y pobreza de naciones enteras, hasta las guerras y avaricia propia del
ser humano, ante lo cual se nos preguntará: ¿qué hiciste para mejorar ello?,
¿qué hiciste para salvar a tu mundo? Porque luego de ver esa luz y entrar a ese
nuevo universo, lo que en éste fue un millón de veces más imposible de poder
afrontar, a una enésima potencia lo será en ese nuevo universo, desde donde las
vivencias que experimentamos aquí, no se repetirán allá, y otro será el verbo
con el cual nos comuniquemos justo al momento de tomar consciencia de éste y
ver con asombro a la madre universo de quien venimos, justo desde lo que
llamamos: el más allá.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
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