CAPÍTULO XXVII NOVELA: EL ÚLTIMO RITUAL
La suerte no es algo que exista, en segundos meditamos en medio de reacciones violentas, por ejemplo, en una gresca, qué podría pasar cuando vemos que el contrincante está decidido a todo en una posible pelea. En mi caso, en esas fracciones de segundo, he recordado cómo perdí mi libertad por años y cómo fui condenado a los manicomios injustamente. Porque tener 48 años y darse de a golpes no es como cuando se tiene 13 o 14 años, no, las peleas son a muerte y eso implica tener problemas con La Ley, ser llevado a la Comisaría, perder la buena reputación, perder la libertad que uno tiene y ser llamado constantemente a declarar si es que en esa pelea, el agresor en su demanda ha quedado lesionado e inútil de por vida y, ello implique en mi caso, como inimputable, el tener que ser internado otra vez en un psiquiátrico y padecer lo que padecí durante años: dislalia, es decir, el no poder hablar para defenderme, como es la voz de un Escritor que usa el verbo para expresarse, si...