LLAMADAS SIN CONTESTAR
Qué, eres rápido, yo pensé que primero querrías conversar. No te han hablado sobre mí por lo que veo. La tenía debajo de mí. Era demasiado peso para ella: 90 kilos y mi metro ochenta. Sus nalgas se erizaron, esa piel estremecida rápidamente entró en calor. No, no es buena idea hacer el amor con mujeres que miden un metro cincuenta. La muchacha entró para despedirse, no le creí que estuviera con la regla, decía que en una semana se iba de la ciudad. Que cuánto tiempo estuvo aquí, pues un poco más de un año. En ese lapso había cambiado de parejas muchas veces. Estuvo dispuesta a ser mi pareja cuando la conocí. ¿Entonces no volverás? Esta vez no. Estuve en el norte. Estaba enamorada, había hallado la posibilidad de volver a empezar, esta vez, una vez más, las cuantas veces fueran necesarias para por fin ejercer su carrera y llevar una vida normal, total, su experiencia ya le había enseñado con qué hombre quedarse y a quienes decirles: hasta aquí no más. Y supongo que ta...