Julio Mauricio Pacheco Polanco (EL VARÓN QUE RECUPERÓ SU FELICIDAD)

Cuando el niño de 3 años me preguntó, dónde está Dios, si acaso estaba en la imagen de la capilla de la Urbanización donde vivo, si acaso estaba en el cielo o en algún lugar específico, medité un momento y supe que era una pregunta que le acompañaría para cuando necesitase de la certeza de Él. "Dios está en el corazón de los hombres buenos", fue lo que le contesté. Y así testimonio, así lo escribo y así queda como parte de mi aprendizaje, en este paso por el mundo, cuando la razón me da la comprensión, ante las respuestas necesarias, las que nos hacen falta.

Muchacho al cual los adultos llaman: joven aún, Tú que aún amas tu bandera Y estás en la encrucijada de defender tu verdad con tu vida. Dueño de tus amores inocentes, Tu poesía nadie la entiende, ni tú mismo, Y a esto se le llama: tener la gracia de la Musa. Muchacho que aún no entiendes a la palabra encarnada La que en propiedad corresponde al entendimiento, Te internas en medio de la ciudad Sin saber de los dominios del miedo, Y esto te hace más grande que todos ¡Y lo ignoras!, como ignoras el momento fulminante del amor, El despertar en el lecho con la que será tu amada Cuando tengas que repetir lo que todos los hombres hemos dicho Cuando es inevitable a la tradición humana El conocimiento del amor. ¿Soportarás el rigor del desamor y las traiciones? ¿Los celos te encontrarán derrotado en los brazos de las meretrices? ¿O tus soliloquios, entre locos y perdedores de bar Te hagan cantar las canciones que todos hemos cantado? Es cierto, pel

Inspirado en Milett Figueroa, la Diva y Actriz del Perú Si quieres conocer al contrario, no preguntes, Obsérvalo con paciencia, vigilante siempre, Hasta conocerlo en sus flaquezas, No todos tienen autoridad sobre la palabra, Si es que al enfrentarlo éste hable, Pues dejadlo hablar hasta que se quede sin argumentos Y escucha todo lo que pueda decir, Después de saberlo en la observancia, Normalmente se quedan luego de unos minutos de griterío en silencio Y el miedo empieza a manifestarse en ellos. En ese momento recuerda siempre esto: “Serás una buena persona, Cuando aprendas a no perdonar”. A diferencia de nosotros los hombres que podemos Prescindir del amor y la mujer, Ésta más bien sostiene su fortaleza y personalidad En la belleza. Recuerda siempre: toda mujer aspira a ser reconocida Como la más bella, si acaso sabe, Eso ofrece en el amor para los que han de perder la razón por ella, Sabiéndose así capaz de sentir cómo con un

¡Ah, viejo Nietzsche, de quien dijeron que no sabías nada de las mujeres! ¡A quien criticaron duramente cuando escribiste desde tu condición de apartado!: “¿Vas con las mujeres?, ¡lleva el látigo! Yo escribo para reivindicarte Que a mis 45 años sé de más de 100 mujeres, De los amores inocentes, los desamores y las pasiones intensas, ¡No, no hubo error en tus palabras intuidas! Que la mujer sola, después de haber pecado ¡Te increpará su culpa, por no haberla sabido cuidar! Que hasta la reina con el esclavo al rey engaña. ¡No creas en sus lágrimas ni te apiades de sus mentiras! ¡Ah, viejo Nietzsche, tuve que nacer yo para darte la razón que se te fue negada Cuando hablaste de las mujeres! Si deba añadir que ésta no respeta nada, Ni siendo soltera o casada Y acaso se vale de todo, para conseguir su fin Sin importarle el daño que cause, Que bien dice: “en la guerra y en el amor, todo se vale”. ¡Muchacho que feliz vas por el mundo!, No cometas el

Preguntó el hombre al buen peregrino Por qué había renunciado al mundo Si supo de las mejores ciudades Y las mujeres más bellas, A lo que contestó: “Encontré a un igual como es mi espíritu, Yo solía amar los cielos desde cualquier lugar del mundo, Y pensé que eso seguramente habría de ser la felicidad, Y también tuve las mujeres más deseadas Y pensé que seguramente eso habría de ser la felicidad, Pero ahora en mi quietud y mi silencio Después de haberse roto todos los encantamientos Cuando lo alto de las montañas solo fueron sabiduría Para el rigor de los señalados a vencer, Aquí he de quedarme Y aquí he de esperar tras mi nostalgia Por haber hallado consuelo y reconciliación Ante algo igual a la bravura de mi corazón. No me creas un errante que se llenó de aventuras Porque en mis confesiones Mis hazañas han hallado por fin paz Sin tener que seguir siendo perseguido por mis interrogantes. Mis ojos maravillados me dicen que aquí perte