POEMA PARA LOS LLAMADOS A VENCER
Muchacho al cual los adultos llaman: joven aún,
Tú que aún amas tu bandera
Y estás en la encrucijada de defender tu verdad con tu vida.
Dueño de tus amores inocentes,
Tu poesía nadie la entiende, ni tú mismo,
Y a esto se le llama: tener la gracia de la Musa.
Muchacho que aún no entiendes a la palabra encarnada
La que en propiedad corresponde al entendimiento,
Te internas en medio de la ciudad
Sin saber de los dominios del miedo,
Y esto te hace más grande que todos
¡Y lo ignoras!, como ignoras el momento fulminante del amor,
El despertar en el lecho con la que será tu amada
Cuando tengas que repetir lo que todos los hombres hemos
dicho
Cuando es inevitable a la tradición humana
El conocimiento del amor.
¿Soportarás el rigor del desamor y las traiciones?
¿Los celos te encontrarán derrotado en los brazos de las
meretrices?
¿O tus soliloquios, entre locos y perdedores de bar
Te hagan cantar las canciones que todos hemos cantado?
Es cierto, peleaste duro antes del amor,
Peleaste por defenderte de todo y contra todo,
Como también peleaste en el momento del amor
Cuando entendiste qué es el territorio de los tribales,
El silencio de los que observan, los rumores que presientes
Las noches donde el corazón lo has de perder
Y a merced de la vesania de una mujer hambrienta de venganza
Consideres ir más allá de la vida y la muerte.
Porque también pelearás después del amor
Y en esto, mayor soledad, distinta, diferente, la peor de
todas,
Hallarás, cuando tu organismo quiera sexo y más sexo
Y entiendas que eso es amor, un amor sin compañera,
Un amor que era continuo y que estaba al alcance de tu
petición.
¡Ay, mortal deseo que te desbocará!
¿Errarás el camino hasta volver a ser tú mismo?
¿Cometerás el insano error de pensar que otra mujer deberá
rescatarte?
Yo te diré que una mujer puede reemplazar a otra,
Si ése es tu deseo, que para cuando llegue ese momento,
La libertad con la cual marchaste al principio campante
En la apertura a la vida, será otra, si acaso,
No quieras ya a una sola mujer, sino a todas,
Y todas las maestras en el amor, quieran saber de ti,
Como es el destino de todos nosotros,
Conocer a una y otra, cuando se ha ido más allá de la
libertad,
Y a la soledad no se
le teme más, ni es necesario el cariño
O las frases de amor que te sonarán tontas,
Que a unas dejarás sobre la marcha para no perder tu tiempo
Y a otras amarás para ser feliz.
¿Cuesta mucho entender esto?, al principio sí,
Pero cuando estés en el momento preciso del amor
Recordando este poema casualmente
Entre las risas compartidas con la amante de turno
Y las horas insaciables de placer,
Dirás como todos nosotros, haciendo el amor con la muchacha
más bella
Que sin duda pasó por lo mismo
Y no volverás a tener en tu lecho, sin que ello te produzca
temor alguno:
¿Sobrevivimos, no?, porque un sí simultáneo
Ante la llegada del orgasmo, te hará entender por qué era
necesario vencer,
Y lo más puntual, qué es la libertad de los que nacieron
para vencer,
Desde la noche en que estuviste a punto de reventar tu cráneo
en la pared,
Hasta la sonrisa invencible que derrite a las campeonas del
amor,
Las que querrán saber de tu misterio,
Pero de eso no me compete hablarte,
Porque cuando llegue tu fama a ser comentada en 20 idiomas
Y todos los poemas de amor de las muchachas tercas
Porfíen en querer atrapar vanamente tu atención,
Otras mujeres te repetirán hasta el cansancio que eres un
superhombre,
Cuando sea la apertura de los felices, de los que vivimos.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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