Julio Mauricio Pacheco Polanco (EL VARÓN QUE RECUPERÓ SU FELICIDAD)

La muchacha de ojos verdes plateados me pregunta ¿Por qué escribes tanto? No sabe ni sabrá nunca que lo hago para no pensarla, sentirla Lo peor de todo es que ella siempre se las ingenia Para aparecer en lo más emocionante de mis sueños Casi como para recordarme que no puedo olvidarla nunca. La muchacha que está buscando con locura algo dentro del mundo Sabe que siempre tengo 7 u 8 respuestas para sus preguntas Y que lamentablemente en mí puede confiar Que cuenta conmigo siempre Y quizás eso es algo que le molesta demasiado, Ella prefiere un amor imposible Lo sé, y ella lo sabía hasta antes de conocerme Y ahora que conoce de las existencias De que los sueños se hacen realidad Su cansancio la ha vencido El día maravilloso sabe que está donde estoy yo Y ésa es una buena razón para odiarlo todo, ¿No se supone que las búsquedas deben ser fatigosas y llenas de historias? ¿No fue muy pronto encontrarme? Sin embargo es inteligente, quiere

Puede parecer sencillo sentarse a escribir Como recostarse y poner la radio y a la vez hacer el amor Tal vez disfrutar la puesta de sol en Mollendo O apagar la luz para perderse en lo oscuro de la habitación, Apagar el celular para tener un poco de soledad Recordar una buena conversación mientras se cala un tabaco Como preparar una limonada para sentarse frente al ordenador. Puede parecer sencillo sentarse a escribir Obviando las noticias que solo hablan de desastres Descartar la posibilidad de salir del apartamento para saber de la ciudad Lo que tengo lo quiero sin necesidad de moverme de donde estoy, ¿Leer hasta el desvarío para no repetir versos ya escritos por otros? O tal vez reparar en la vivencia inagotable de donde fluye todo Con claridad Como cuando abres los ojos a un nuevo día Y escoges con quien hacer el amor O ceder a la pereza y permanecer quieto sobre la cama Antes de entrar a la ducha y preferir tomar sol No hay tanto ti

No, no entiendes Mauricio, esto ya es personal. Cuando la llamé no solo le había dicho que la extrañaba mucho, además le dije que estaba ansioso por hacerle el amor y que ya no aguantaba más. Entonces voy volando, me dijo mientras apresuraba a su chofer para lidiar con el tráfico imposible de la media tarde en Arequipa. Que es personal. Su rostro estaba desconcertado, llevábamos dos horas haciendo el amor y el rictus de ella  era de dicha total y tristeza insufrible. ¡Estás controlando demasiado! Que no lo hago, sabes que esto siempre me pasa, no tengo la culpa de tener la eyaculación tardía. Ella era orgasmos tras orgasmos, los podía sentir en su PH cuando en sus fluidos sentía la acidez, algo muy sensible en mí a pesar de siempre usar preservativos, mojada al máximo, se esmeraba en que yo tuviera mi orgasmo. En ese momento me di cuenta que la tenía en mi total poder y que podía hacer con ella lo que quisiera. Y así fue. Enredados en las más de 100 posturas que