EL ESCRITOR QUE LO DERROTA TODO
Diré que mis días no son fáciles, debo lidiar con mi padre a quien cuido las 24 horas del día, porque tiene artrosis en una cadera y, soy el único que puede hacerse cargo de él, quien mide un metro ochenta, pesa unos 110kg y, eventualmente se caga en los pantalones, tiene 82 años y, al igual que yo, no creemos en las enfermedades. Además, no dialogo con nadie, llevo años sin conversar con las mujeres, es inútil insistir en los chats, allí sólo recibo el odio por parte de arpías que nos odian por ser varones. Debo agregar que el chat de Perú está lleno de transexuales y demás fenómenos, lo cual nos convierte en una vergüenza internacional. Mis costumbres eran, antes de la pandemia, el no repetir de muchacha, en las horas del placer; era toda una aventura ir a esas casas de citas para disfrutar de la vida. A un día de cumplir 53 años, luego de haber entendido que el viagra o el cialis, no me servían de nada para alcanzar mis vigorosas erecciones que, me permitieron tener sexo