CAPÍTULO XXVI NOVELA: EL ÚLTIMO RITUAL






Uno no busca los problemas. Por más correcto que seas, éstos mismos te buscarán a ti. Considero que el solo hecho de nacer ya es un problema y el origen de la tragedia del ser humano. Aquí si somos felices, lo somos solo por momentos. Podrás guardar las normas que estipula La Ley, pero nunca podrás evitar a los zopencos buscapleitos, los traidores, la gente infeliz que querrá hacerte daño o meterte en problemas. Es que hay tanta gentuza que ya lo ha perdido todo que querrá desgraciar tanto tu vida, como es la de ellos que, querrán meterte en problemas con La Ley o desgraciarte tu existencia.
El ser humano es un ser enfermo por naturaleza que depende del dinero para poder satisfacer sus necesidades primarias: sean sexo, comer, dormir o darse una vida de excesos con alcohol, drogas o trasgresiones de La Ley, a consciencia, con criterio de consciencia, sin tener culpa alguna por lo que haga. Aquí prima esta sentencia: “hago lo que me da la gana porque soy más fuerte y puedo avasallar los derechos de las demás personas” y, esto atañe hasta a las relaciones entre hermanos, padres o quienes sean. La gente está dispuesta a arrancarse los ojos por un pedazo de tierra y, querámoslo o no, todo cuesta en esta vida para los pobres: el trabajo esforzado cuando se sabe que con lo que se gana, nunca alcanzará para comprarse un metro cuadrado, si es que nadie le garantice un nicho decente después de muerto, cuando los medicamentos son carísimos y no se te permite enfermarte de nada o, si has tenido la mala suerte de encontrarte en tu vida a través de eso llamado, amor, con alguien más enferma o enfermo, que, sin medir las consecuencias de sus actos, a conocimiento de lo que está haciendo, opta por hacer de su vida lo que quiera sin importarle el daño que haga a otras personas, es lo que instó a los humanistas a crear un Estado de Derecho para que las buenas normas de convivencia entre ciudadanos se diera y así, prime los votos de vivir en paz. Pero ni aun así las personas acatan La Ley y, creyéndose más listos que ésta, quieren hacer lo les da la gana, violándola constantemente, cuando ésta es hecha para que podamos vivir en paz, como ciudadanos civilizados en un siglo XXI donde la tecnología es impresionante o, las comodidades muy distantes a las que tuvieran los hombres de las cavernas, resultan ser asombrosas.
A la gente poco le importa el discernir entre El Bien o El Mal, su conducta prefiere el desorden, el infringir La Ley o imponer su voluntad ante el más débil, así éste muera o padezca atropellos donde nadie querrá meterse, porque eso implicaría ganarse problemas donde nadie quiere tenerlos más
Tu propia madre te podrá vender si es que quiere dinero o, simplemente se desentenderá de todo lo que te ha enseñado para que seas una persona de bien, cuando en este mundo, los que ejercen el poder, violan La Ley y solo se divierten con las demás personas, o los miles de millones de personas que hay en el mundo. Aquí el que ejerce la Libertad de Expresión, es silenciado de inmediatamente, sino es con un diagnóstico psiquiátrico, es con la cárcel ante delitos que se te atribuirán así seas inocente. Las mismas feministas lo declaran: el hecho de parir no implica que la madre ame a su hijo, por ende, prefiere abortar antes de llevar una carga de por vida que no ama, que no quiere asumir como deber, porque el sexo no solo lo disfrutamos nosotros los hombres, sino, también las mujeres, por ende, resulten embarazadas, por los orgasmos que tienen, si es que creen que ser madres es solo tener un bebito ante una  sociedad donde para tenerlos, hay que tener dinero para cubrir los gastos de salud, alimentación, vivienda, estudios, ropa y, un futuro que le pueda permitir sobrevivir y competir en un contexto donde los que tienen más dinero hacen lo que les da la gana y, siempre tienen más dinero sin que sepamos cómo lo obtienen y, por ende, el poder comprar a fiscales, antes que los condenen por crímenes que nadie se atreve a acusar, porque la gente se vende por dinero, sin tener escrúpulos, sea para comer bien, tener dinero para hacer el amor con las meretrices más bellas o para complacer en sus caprichos a una amante.
Entiéndalo bien, estimado y estimada lectora. Las personas correctas, por más que se apeguen a La Ley, por más que guarden una conducta intachable, no están libres de los problemas que aparecerán inevitablemente en sus vidas, porque no me vas a decir que qué sería la vida sino hubieran problemas, cuando estás ya dentro de un manicomio o en la cárcel, sin  saber qué ha pasado o cómo se sucedió todo, porque allí, te quiero ver, cuando vuelvas a mencionar que los problemas le dan sabor a la vida.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
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