DE LOS ELEGIDOS PARA VIVIR
¿Y actualmente estás enamorado de
alguien?, me preguntó la muchacha que me recordaba a otra muchacha de cuando
era universitario. Me sonreí y amablemente le dije, no soy de fiar, me enamoro
cada media hora. Su reacción fue agradable, porque me dijo que le pasaba lo
mismo a ella. Bueno, creo que es el amor al amor, ¿no crees? Pues sí, pero si
vuelvo a tener otro novio, te juro que esta vez la que se suicide seré yo al
enterarme que mi nueva pareja quiera intentar suicidarse por amor. Vaya, me
quedé pensando, en ese momento recordé la plática que tuve días antes con uno
de mis amigos abogados. Sí, es que las marocas me salen más baratas que una
mujer que me dé una relación de pareja estable, con ellas se gasta más, que un
par de zapatos, que ese jean o esa
cartera o esa casaca de cuero, y todo en un mismo día solo por las ajustadas
tres relaciones sexuales del día y, digo ajustadas, porque creo que para ser
justos, el deseo de hacer el amor está en uno todo el día y la noche, pero no,
en el caso de las marocas, fue mi decisión, no puedo con mi hipersexualidad,
empiezo a segregar demasiada testosterona y es cuando quiero hacerle el amor a
todas las muchachas que me dan una sonrisa con su mirada, que ante ello nunca
perdí el tiempo, un pequeño gesto de debilidad y, el hotel era el siguiente
destino, porque las marocas no te exigen nada, no te celan, no te perturban, no
te llenan la cabeza con ideas paranoicas donde poco a poco te van comiendo el
cerebro y, hasta salen más económicas
que una mujer de calzón limpio. Tienes razón, me dijo mi amigo abogado, lo
bueno que tienes es que tú amas el sexo, no a ellas, ellas para ti es el camino
para ser feliz y, las haces felices también, porque te consienten como a nadie,
lo normal es 15 minutos, pero a ti te dan privilegios donde terminan muertas
luego de todo el sexo que quieres tener si es que te dejaran eyacular.
¿Aguantarme 3 horas?, no he conocido mujer que me haya aguantado tanto.
¿Y qué es de él?, ah, pues no sé,
espero que esté bien, que sea feliz, ¿sabes que fue muy malo conmigo?, me hizo
sufrir mucho. Vaya, pensé, si él fue el que se quiso quitar la vida, mmm,
preferí no ahondar en más detalles. Pero me comentabas de una amiga tuya que
siempre te iba a visitar a tu casa y que ahora te odia. Ah, sí, escribí sobre
ella en una de mis novelas, me daba ideas todo el tiempo, siempre estaba
pendiente de mí, me buscaba todas las tardes a la Facultad cuando en esos
entonces usaba el cabello largo, ya, pero no me dices por qué terminó odiándote,
me pidió un hijo, no se lo quise dar. Yo tampoco quiero tener hijos, de solo
pensar en los llantos de un niño, se me quitan las ganas de hacer el amor. Te entiendo,
pero en mi caso no es porque sea egoísta, pasa que vengo de una familia
patriarcal, si la hubiera embarazado, ahora no tendría cabeza para seguir
escribiendo, si no, para educar y proteger al niño que habría tenido con ella
y, lo digo porque yo he sido muy rebelde en mi juventud. Había días en que me
desaparecía de casa sin dar luz de vida. Mis padres me buscaban siempre en los
hospitales, en las comisarías, tocaban las puertas de las casas de mis amigos,
la última vez llegaron a salir en la televisión preguntando por mí. Mientras yo
quería cambiar el mundo, jodía la paz de mis padres y hermanos. ¿Estás hablando
en serio? Deberías leer mi biografía estimada, está en la web, lo entenderías
todo si la leyeras. Pero, te enamoraste en serio alguna vez, ¿no?, creo que no,
creo que nunca me enamoré. Te diré algo, alguna vez por los inicios del 2,000,
conversaba con un conocido en el centro de idiomas de la universidad, estábamos
sentados sobre los labios de una pileta que era cercada por unos jardines
parapetados por dos pisos con balcones y aulas llenas de alumnos, yo tenía en
ese entonces algo de 29 años, los alumnos iban y venían e igual me reía a mis
anchas, es que decía cosas que me causaban gracia. Qué te decía, ah, primero
que no salía de su asombro al verme tan tranquilo con 29 años y no estar casado.
¿Por qué?, no entiendo. Pues te explicaré como él mismo me informó en ese
entonces, a los 21 años, las muchachas de esa generación, normalmente ya
estaban acabando sus carreras profesionales y, veían venir la soledad o el
final de la convivencia universitaria, es decir, no más amigos todos los días,
no más recorridos por el centro de la ciudad, menos posibilidades para el amor,
¿y eso?, sigo sin entender, ya, que como te reitero, a los 21 años, se hacía lo
que llamábamos, el corralito, que era una estrategia para unir parejas, la
presión sometida con deliberación por parte de las amistades de las muchachas
que habían puesto el ojo en un varón, era muy fuerte, al punto de difamarlos de
homosexuales; a esa edad, entre todas las argucias que se puedan hacer, muchos
se casaron para callar los rumores que ponían en tela de juicio la virilidad
del muchacho en mención, o era la deshonra y la
infamia, o el matrimonio; si se superaba esa etapa, de manera más cruel
era la elección a los 27 años, allí, o acababas con la vida destruida, o no te
quedaba otra cosa que aceptar un matrimonio por conveniencia. El amor es algo
que pocas personas han conocido mi estimada, es como dijera un amigo mío en
una noche de café cuando mencionándome
en mi delante, siendo yo aún virgen, hablaban de los afortunados, de los que
son elegidos para que disfruten de todas las mujeres sin que lleguen al
matrimonio, está demás decir que estos
amigos estaban casados y que se referían a mí sin que yo entendiera nada de lo
que hablaban. ¿Entonces es en serio que no piensas casarte?, ¿no te dicen tus
padres nada del por qué no tienes hijos?, al contrario, están felices con la
idea que no ande preñando a las mujeres que llegan a mi vida, ¿y tú?, yo estimada,
me dedico a escribir y a reírme de la vida, como aquella mañana cuando este
muchacho del cual te comenté, no salía de su asombro al verme tan despreocupado
a mis 29 años, sin tenerle miedo a la soltería o a la frase tan común: soltero maduro, cabro seguro. Pero qué, ¿piensas
quedarte solo toda tu vida? Me gustaría pensar en ello, pero no puedo, porque
como te dije, me enamoro cada media hora, y eso no da tiempo a nadie, para
pensar en la vejez, o en estos casos, en la soledad que si me sirve de algo
ésta, es para escribir a pesar de siempre haber dicho que en la vida de todo
intelectual, el tiempo nunca ha alcanzado para leer, escribir y, vivir, porque
entre las muchachas y las demás labores, el día se hace corto y no alcanza para
todo lo que uno quiere, pero bueno, son gajes del oficio que las asimilo bien,
porque mientras muchas parejas están unidas por la costumbre, yo estoy unido
felizmente a este estilo de vida, y nada más pido.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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