EL ESCRITOR LIBRE
Seguramente en algún tramo de la
vida, perdimos el deseo de saber aquello que nos fascinó con intensidad, cuando
nuestros ojos quedaron maravillados ante lo inconmensurable. No es fácil llegar
a los 45 años y ser un libre pensador, es decir, perseverar en los mismos
cuestionamientos, hacerse un espacio en medio de ámbitos donde la rutina devora
la vida de las personas, borrando los mejores recuerdos, aquellos que
significaron algo en nuestro estar. Seguramente así debe ser la vida de miles
de millones de personas en todo el mundo, sin tiempo para leer un poema, pasar
una tarde en una galería de arte, escuchar un tema del recuerdo, darse un
aliento entre formalidades, donde todo parece ser siempre lo mismo, donde
pareciera que las personas son como autómatas, programadas para pensar de una
sola forma, encasillados en un estilo de vida que logra alcanzar la evasión las
pocas horas de los fines de semana, para consumir, para ser cortés, sumamente
educados y gente de bien. ¿Hay otra manera para que funcione este sistema? Más
allá de todas las ideas que puedan influenciar a las nuevas generaciones, más
allá de las propuestas que se dejaron absorber por la corrupción, o las que son
recientes y son defendidas por jóvenes que saben aún poco de la vida, me queda
la sensación que no hay otro modelo de convivencia, que son cada vez menos las
personas que leen, que los poetas se han perdido en medio de sus versos, que
nos hemos acostumbrado a soportarlo todo, supongo que debe ser que este cambio
se dio cuando se escarmentó ante la falta de trabajo, el nombre que se gana
dentro de la economía de la región, cuando se trata de la buena reputación al
momento de trabajar, esas comparaciones relacionadas con la capacidad, ese
batallar día a día, para luego regresar a casa y sumergirse en el silencio de
las familias burguesas, aquellas que acostumbran ducharse con agua tibia por
las noches, luego de una cena ligera, con el cansancio que no da tiempo para
pensar, para leer un libro de algún poeta maldito, o tener la suficiente
energía como para ver una película en el cable; hay poco tiempo para seguir las
noticias, normalmente éstas son dejadas para los que deben enterarse de lo
necesario, porque las novedades se dan desde el mercado, desde donde se toman
decisiones y, donde se mencionan los nombres de los amos del Perú, porque para
ellos se trabaja.
Espera, qué me quieres decir.
Resonaban sus palabras en medio de una tarde donde parecía que llovería. En ese
momento, no sé precisar cómo ni por qué, recordé la anterior conversación que
tuvimos hacía más de 20 años atrás, cuando al encontrarnos también
fortuitamente, le dijera que nada tenía que hacer ya en esta ciudad, que lo
había intentado todo, mejor dicho, todo mi futuro se había acabado en la ciudad
de Arequipa. Sus ojos se entristecieron y parecía sentir lo mismo que yo, ya
que por un momento percaté que quiso soltar una lágrima. Vamos a tomarnos una cerveza,
sé que no bebes, pero sé a qué te refieres. Gracias, pero no es necesario
beber. Aún en esos entonces no había sido publicado profesionalmente como
Escritor en la ciudad. No pensaba en las sorpresas que la vida dá a quienes
entregan todo, cuando se actúa de buena fe. Años después lo encontraría desde
el balcón de su departamento, en una zona céntrica de la ciudad, sí, me refiero
a ti estimado amigo, y sé que estás leyendo esto y debes estar haciendo
memoria, porque recuerdo que me comentaste cómo dormías en Japón donde te
fuiste buscando el futuro que ya no había aquí, recuerdo bien que me dijiste
que dormías en un dormitorio donde a las justas podías entrar, que tenías que
doblar las piernas si acaso así se podía descansar luego de haber trabajado todo
el día en esa fábrica de donde sacaste el dinero con el cual compraste ese
departamento. Lo cierto es que no fui yo el que se fue, Japón no estaba dentro
de mis planes, yo creía que se podía escribir desde otras ciudades, que España
me recibiría con los brazos abiertos y tendría muchas amigas y amigos, como
también novias a quien amar. Lo que ignoré es que si es bien difícil hallar en
espacio dentro de la ciudad donde se escribe, es más difícil hallarlo en otra
ciudad donde nadie te conoce, donde tampoco querrían conocerte, donde la
soledad es como hablarse solo por las calles, como lo hacen los adultos mayores por no tener con quién
conversar. ¿Entonces sigues escribiendo sin trabajar aparte?, sí, eso es lo que
quiero decirte. ¡Pero hombre!, así no es la vida, de algo hay que vivir. Sí, lo
sé, pero pasa que mi familia me paga por escribir. Sí, lo que has escuchado,
recibo un sueldo por parte de familia por sentarme a escribir diariamente,
donde se incluye casa, ropa limpia, agua, luz, cable, internet, celular y
alimentación. Y por supuesto, una cantidad de dinero para mis encuentros
sexuales de la semana con las amantes que elegí para hacer el amor y no
sentirme tenso. ¿Te pagan por escribir?, ¡pero eso no va a ser toda la vida! Sí
va a ser toda la vida, hay propiedades en la familia, rentas aseguradas. Vaya
hombre, tú sí que eres un privilegiado, pero y por qué te pagan para que seas
Escritor. Ah, porque se dieron cuenta que eso me hace feliz, y que lo que
escribo ayuda a muchas personas solitarias. ¿Y no piensas tener pareja estable?
No, soy demasiado inestable para ello, no dejaría de hacer lo que hago para
trabajar y mantener a una mujer. Ok, estoy de acuerdo contigo en ello. Nos
tuvimos que despedir porque el tiempo apremia a todos, mi amigo se iba a beber
con una muchacha que lo traía enamorado, yo me dirigía a casa a cumplir con mi
trabajo, mi labor diaria de querer salvar el mundo, desde mi estudio habitación,
donde soy feliz, con mi espacio propio y la paz que se requiere, para ser
Escritor.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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