EL MISTERIO DEL AMANUENSE Y DE LOS ERUDITOS



Hubo una época en donde todo era nuevo para el hombre
Y todo necesitaba ser explicado, bajo el rigor de lo real,
Ya que la experiencia no bastaba.
Así era necesario decir que: “por dos puntos distintos pasa un recta”,
Cosas tan obvias pero que debían ser escritas y recordadas.
Era una época donde Euclides daba monedas de oro a quienes aprendían matemáticas
Y no le hallaban una razón para tanto conocimiento.
El hombre quiso saber qué ocurrió en los orígenes
Hasta antes del diluvio universal, si acaso, aún no se sabía de las Américas,
Lo legendario tuvo que ser escrito como: Historia del mundo,
Por un sacerdote babilónico llamado, Beroso, quien registró acontecimientos
De cientos miles de años, como el del diluvio y su duración,
( unos 432,000 años).
¡Oh, Annio de Viterbo, he levantado mucho polvo desde 1498
Por tu deslealtad al conocimiento humano,
Cuando estafaste el sagrado papel inventando lo que no ocurrió!
El amanuense en sus ojos esmeraldas  revelaban la ceguera de los escribas,
Traductores del latín y el griego en el medioevo en los centros monásticos
Oliendo desde sus celdas el atramentum o tinta
Estos amanuenses que copiaban el saber, quizá pensando en los egipcios
En la Biblioteca de Alejandría y sus centenas de millares de manuscritos.
Eratóstones de Cirene, el Bibliotecario, antes de Nuestro Señor
Ya contaba con el primer mapa del mundo conocido,
Esos registros del Mediterráneo del navegante Piteas.
Hubo una época donde los hombres anhelaban el conocimiento
Desde los esclavos griegos, hasta los reyes o césares
Y apareció la filología, la gramática y la lexicografía, siempre
Antes de la Era de Nuestro Señor y,
Fue en esa época que el universo encandilaba los ojos del buen  hombre
Y los marinos mercantes y las grandes caravanas en los desiertos
Sabían de los poemas y las hazañas de sus dioses,
Así pensó el amanuense desde su celda, mientras sus ojos más claros se hacían
Hasta ser verdes esmeraldas, el símbolo de la erudición
De los que dedicaron toda su vida a la lectura
Y a copiar libros, cuando éstos fueron antes interrogantes
En esa época cuando todo era nuevo
Y la palabra escrita era no solo un privilegio de la aristocracia
Entre papiros y jeroglíficos, hasta los manuscritos en griego y latín
Bajo el rigor del que se sabía responsable que en sus manos estaba la historia
Y no podía equivocarse, ni en la traducción ni en el copiar
Porque entendía con videncia la posteridad,
Y sabía que algún día, el conocimiento se haría popular
Sin poder escapar de su destino: ¡el juicio de la Historia!

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta

Todos los Derechos Reservados para

Julio Mauricio Pacheco Polanco

Comentarios

Entradas populares de este blog

MANUAL PARA NO DESPERDICIAR LAS NOCHES

EL POEMA QUE HONRÓ AL MUNDO

EL CORAZÓN QUE VOLVIÓ A SU DUEÑO