EL VALOR DE LA CONFIANZA
Es cierto, conozco el camino para
hacer dinero ilegal de la noche a la mañana y ser millonario. Es cierto, la
foto de la muchacha de este escrito, pertenece a una muchacha que estuvo
dispuesta a casarse conmigo, pero sucede que ambos somos pobres, que comparto
una pensión con mi padre que llega a un poco más de $200.00 y, que no alcanza
para nada. Sin embargo, como acabo de escribir, conozco el camino para ser
millonario de la noche a la mañana. Sé que desde internet, inescrupulosos
contadores colegiados venden facturas para lavar dinero, desde negocios
tapaderos, donde se aparente un flujo de capital para aparentar ingresos que
serán lavados hasta llegar a la banca de mi país. Pienso hasta ahora en que
pude haberme casado con la muchacha de la foto de este escrito, y pude haber
hecho el amor las 24 horas del día de todos los días del año, lavando dinero. Alguien
me dijo que de la muerte y la suerte nadie escapa. Me dijo que la fortuna que
hizo fue de manera corrupta, que un día me daría cuenta de ello. Luis Alberto
Sánchez alguna vez dijo que detrás de toda gran fortuna, hay un gran delito. Recuerdo
el tonel de Diógenes, de la manera en cómo increpaba a los griegos, a los
aristócratas y oligarcas, el no ser honestos, porque él prefería vivir en un
barril, solo para recordarles que las riquezas que ellos tenían eran producto
de todo, menos del ideal del hombre virtuoso. Porque a esta hora, nada me
costaría hablar con alguno de mis amigos abogados, crear una razón social y,
empezar a lavar dinero, sabiendo que tengo 45 años, que dentro de 15 años
tendré 60, como si 15 años no se pasaran volando, si es que a mis 60 años, las
muchachas se fijarían en mí.
La honestidad, algo raro, difícil
de encontrar en el mundo. La vida fácil, la de aquellos que van desde
inmobiliarias hasta restaurantes que no venden nada, la vida de esos burgueses
que vendieron su alma por no poder enfrentar a un sistema donde tranzaron con
él, para poder disfrutar de la vida, de lo que ofrece el mundo.
Nuestros líderes son corruptos,
los que nos representan en el poder. Todo aquel que llegue al poder está
enterado de esto y no lo combate, no combate el lavado de dinero, no combate la
corrupción. Quizá sea un hombre entre miles de millones de hombres que resiste
a ser corrupto, a privarse de los placeres de las mujeres más bellas de la
ciudad, a viajar por todos los países, ha conocer los mejores museos, a
despertar viendo amaneceres en las mejores playas del mundo. Quizá sea el
último que quede, porque reitero, conozco el camino, el que muchos siguieron
para poder tener dinero y así, tener su propia independencia económica, sus
hijos a buen recaudo, las comodidades del que tiene su auto del año, la mejor
casa dentro de la ciudad, la protección de policías corruptos que están
enterados de esto y no se atreven a denunciarlo, como tampoco lo hace Keiko
Sofía Fujimori, ni Alan García Pérez, ni el mismo Presidente actual de Perú,
PPK, o Toledo Manrique, o el Ollanta Humala.
No me interesa la política. Ni en
base a extorsiones o amenazas haré política. Este escrito no es una disertación
con afanes electoreros. En la noche que Arequipa supo de mí, dije bien en
claro, mi destino es ser Escritor, nada más. Y, es desde mi Literatura como
denuncio lo que es desconocido por muchos y, es sabido por quienes cruzaron la
línea y, ahora viven de la vida fácil. Tengo un recuerdo claro que tiene
relación con el título de lo escrito, sobre el valor de la confianza. Me remonto
a mi pubertad, cuando la abuela materna a quien acompañaba a dormir, me mandaba
a cobrar los alquileres de sus propiedades y, dejaba el dinero de estas
cobranzas por todas las habitaciones de su casa, sea sobre la mesa para tomar
desayuno, sobre los sofás, el televisor e innumerables lugares. Recuerdo aquella
tarde cuando una tía se dio cuenta de ello y le preguntara a mi abuela:
¿Mauricio no agarra el dinero para él?, no, es honesto, no alza el dinero para
él, por eso dejo el dinero por todas partes, puedo confiar en él.
Recordé esto la noche en que
estuve totalmente solo en el mundo, a mis 27 años, sin una sola moneda en el bolsillo, sin
tener a quién acudir, la noche en que grité que yo sería la justicia en este
país, cuando la ciudad me arrancó el verbo de mis entrañas.
Hay muchas formas de ejercer la
justicia y, no necesariamente es siendo Presidente de un país, a veces desde la
Literatura se logra mucho más, cuando ésta abandera la lucha contra la
corrupción y, repite una y otra vez la necesidad del hombre virtuoso, así me
crean un tonto, loco o “perdido”, como me lo dijera alguna vez un amigo que
tranzó con el sistema y no podía entender que a mis 41 años, no tuviera ni
dónde caerme muerto.
He hablado de la honestidad, del
hombre virtuoso y, la única enseñanza que hasta ahora practico y aplico en mi
Literatura, el hecho que alguien confiara en mí, dejando dinero por todas
partes, sin que temiera a que yo lo alzara para gastarlo en lo que se me pegara
la gana. Fue en ese momento en el que se me condicionó a ser honrado, honesto,
a darle más valor a la Confianza que al coger dinero que no era mío.
Y conozco el camino. Conozco las
maneras de salir impune. Pero no lo sigo, porque creo en la Honestidad, por
sobre todas las cosas, y así escribo.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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