LOS HOMBRES QUE FOLLABAN 8 HORAS SIN PARAR
Aún mantengo mis 8 horas de sexo
continuo, expresó sonriente el muchachón de 30 años con su tío. Él le
respondió, siendo un hombre maduro, de 60 años aproximadamente, yo ya no tengo
ese ritmo, llego a las 3 horas y media y con eso me doy por satisfecho. En ese
momento, pensé en mis sesiones de dos horas de sexo continuo, cuando sentado en
la cama, viendo a mis mujeres decir basta, ya no quiero más sexo, contemplaba
mi miembro viril erecto, duro como un fierro y, yo, con mi salacidad, con más
ganas de seguir haciendo el amor.
Es un crimen pagarle a una mujer
por 11 miserables minutos de sexo. Quien haya escrito sobre esto para el amor,
no sabe nada del hombre y de la mujer, no sabe nada del sexo, o nos mintió a
todos. Porque este hombre maduro me decía, ahora sé, con ánimos inconfesables
de la vida sexual de los casados, de los amantes infatigables, de los que
tienen el vigor de las mulas, de los caballos de fuerza que mueven barcos, de
los que acostumbrados a tener tal cantidad de horas de sexo, con tal ejercicio,
incrementada su fuerza noche a noche, sabían que podían de un solo golpe
derribar hasta al hombre más alto, más fuerte, si acaso, éste no tuviera esta
cantidad de sexo diariamente, o desconociese lo que es un hombre. Porque cuando
le relataba de mis supuestas hazañas en la cama con las que se dejaban hacer el
amor durante dos horas, apenas se inmutaba para luego decirme: creo que una
buena sesión de sexo se remite a solo media hora de éste. Pero eso era algo que
no cabía en mi cabeza. Yo tengo 45 años, y mi apetito sexual nunca cesa. A más
sexo, más deseos de poseer en la cama la mayor cantidad de tiempo posible. No lo
sabía, pero así es el amor en las parejas de esposos, esos que siguen
disfrutando del sexo, de los salaces, a los que se les consiente tener varias
mujeres, por no poder aguantar el vigor sexual de los sementales, los que
sabemos que deseamos hacer el amor todo el día y la noche entera, si acaso
alguna vez conviví y entendí este deseo inagotable de querer follar las 24
horas del día.
Contener la eyaculación,
deteniendo los movimientos frenéticos en el acto sexual, para pausar unos
segundos, hasta que el esperma retornase a la próstata, era una técnica que no
usaba solamente yo. Los niños genios, los superdotados, los que fueron
procreados por hombres que contuvieron el orgasmo durante por ejemplo, dos
años, con el fin de entregar en los genes al que naciera, la fortaleza de esas
máquinas que solo traen hijos varones a este mundo, esos ancianos que pasan de
los 80 años y aún siguen teniendo hijos, escasos, raros, pero existentes, como
el genio de verga propio de los que segregamos demasiada testosterona, el
líquido seminal contenido en el organismo, las enseñanzas del Pentagrama o de
Dios, utilizadas por el Rey David y su hijo, el Rey Salomón, famoso este último
por tener centenares de mujeres, acaso correspondían a esas 8 horas de sexo
continuo desde donde el cansancio no precede, desde donde la lujuria se hace
sabiduría y energía vital, necesaria para ser dominante, no solo con las
mujeres en el amor, sino para el don de mando sobre esos hombres inferiores, los
eyaculadores precoces, los que no tienen sexo, los que inclusive no saben qué es
una mujer.
Reitero que es un crimen pagar
por 11 minutos de sexo. Si escribo sobre esto, es para combatir la ignorancia
de mis lectores y lectoras, si debo ser más puntual, en el apetito desmedido de
las mal llamadas ninfómanas, esas insaciables que siempre piden más sexo. Porque
he conocido muchachas que se dedicaron al meretricio por no poder controlar sus
deseos carnales, porque esos remedos de hombres a lo mucho podían satisfacerles
unas cuantas decenas de minutos, esperando ansiosas encontrar alguna vez en su
vida a los alfa, los que ríen todo el tiempo, los de rostro perturbador y
mirada sana, segura y clarividente.
Ya estás enterado Mauricio, me
dijo finalmente mi amigo maduro que me llevaba 15 años de diferencia. Son 8
horas que pueden llegar a ser más. La templanza es dejada solo a los pobres, a
los que tienen que trabajar para asumir sus responsabilidades, porque en los
matrimonios salaces, donde la salud impera, se tiene sexo toda la noche, para
llegar a ver la claridad del día y nunca sentir agotamiento, ni un solo segundo
de cansancio. ¿Preguntabas por el elixir de la vida y la eterna juventud? Tu padre
ya te contestó esa pregunta: el sexo, Mauricio, es el sexo, si acaso
encontrases a la mujer que no solo quiera hacer el amor contigo solo 8 horas,
sino años enteros, en donde te comparta con otras mujeres, porque los pasos
rápidos y la presencia que intimida, la voz torva que cruza distritos y, la
simiente de los mal llamados, hipersexuales, es algo que pocos hombres han
conocido, como de igual forma, mujeres, si es que hablamos de querer saber qué
es la vida, si te quede algún misterio más por revelar, cuando no explicas tus
erecciones perennes.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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