CONFESIONES PERTINENTES PARA UN JOVEN SUICIDA



Aspira a la vejez,
Que no te ganen los otros sentimientos,
Aspira al cabello cano
Alcanza los ojos que se hacen claros con los años.
No te niegues el abrigo de las noches de la angustia
Ni los amaneceres en las latitudes que te buscan.
Si es necesario: ¡golpea el piso, y hazlo con furia!
Si es necesario ama hasta el hartazgo,
Hasta que la noche tenga sentido,
Hasta que todos los libros que eran necesarios
Hayan sido escritos por ti.
Y libera, vocifera con la intensidad de la juventud
O el temperamento de la madurez
Lo que altere lo que debe ser inalterable: tu destino.
No desmayes hasta que encuentres tu lugar en el mundo,
Es común al principio no saber el porqué estamos acá,
Es bien raro el ya saber el porqué se está acá.
Eleva tus ojos al firmamento
Y recuerda tus páginas en blanco,
Los años en que querías ser sabio.
Si no has alcanzado el perdón personal,
Jamás podrás entender a los demás.
Y cuando tengas que enfrentarte a ti mismo
En plena locura extrema, recuerda,
No fuiste el primero. Sé que no es fácil,
Pero en el camino nos encontramos
Y dejamos el verbo para unir sombras
Entre caminos que abrimos para fortalecer
A los que pertenecen a nuestra estirpe,
La que no debe desaparecer.
Y canta, danza, descubre al sol en el desierto o detrás de la montaña.
Hay un sagrado misterio en el ideograma,
O en la constancia de la geometría dejada por el agua sobre la piedra.
Yo fui un  sueño hecho para ser el testimonio de los guerreros.
No estaré por siempre acá
Y lo que te rodee será probablemente muy distinto a lo que mis ojos ven,
Lo que mis manos tocan,
Pero el ser humano habrá cambiado poco
Y siempre nos encontraremos
Y estaré a tu lado siempre, porque la muchacha que amas
Tal vez un día se marche, o el amigo se pierda como todos nos perdemos
En medio del mundo y la libertad.
Soy el eco de las voces que han escrito con un verbo propio,
Por eso te reitero,
Ansía la vejez,
Ansía con vehemencia o templanza,
Según sea tu vivencia,
Los momentos de la soledad contemplativa,
La época de los recuerdos y la serenidad,
No renuncies ahora a la vida,
El fuego de tus entrañas proviene del inicio de todo,
Que en ti no termine la historia,
Ansía los días de cielo celeste,
Los inviernos apacibles y silentes,
Las melodías de la memoria,
Las hazañas que debes tener,
Todos los labios que también deben recordarte.
Que tus ojos no se priven de lo que el horizonte oculta,
Que el miedo venza en su seducción
Y te entregue el saber de los aventureros.
No te entregues a la muerte si no es acaso en una gesta
O en los brazos de la amada.
Comprende que tu sueño es legítimo
Y que la maldición puede ser vencida.
Y cuando llegue el día en que todo sea eterno,
Cuando tengas que cerrar los ojos cansados,
Recuerda lo que quisiste ser y fuiste,
Porque ése es el propósito,
Ansiar la vejez sonriente
Para exhalar con el objetivo cumplido,
Preciso para estar complacido con la vida.
No hay mayor poema ni igual sentencia
Que el destino elegido consumado.
Ya en el camino comprenderás muchas cosas,
Sabrás de los que cuidaron de ti desde tu consecuencia,
Los que oyeron de tus horripilantes gritos que asustaron a la noche
Y exaltados acudieron ante tu tragedia.
Quizá no lo supiste o sabes aún,
Así se forjan a los héroes,
Los verdaderos hombres,
En el mismo extremo,
Desde lo imposible.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta y Filósofo

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Julio Mauricio Pacheco Polanco


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