DE LOS QUE NO PERDIERON SU RELIGIÓN



El poeta quería hacer un poema,
Pero nunca tuvo experiencias vitales.
Escribía sobre sus manos, sobre cáscaras de huevos
O cualquier otra tontería.
El poeta que soñó con hacer temblar a su ciudad
A lo mucho terminó ebrio en un bar
Repitiendo lo que había leído.
Todo lo que los eruditos te hablen de la locura es errado,
Impostores en conocimientos que quisieron conquistar
A lo mucho fumaron marihuana
Sintiendo terror.
¿Sabes cómo se ve tu ciudad desde la montaña donde pocos llegan
Luego de haber cantado algo magnífico y memorable?
El poeta no sintió el sabor a la muerte  cuando en proclama pública
Debió ofrecer su vida por la Patria cuando era su cita con la Historia.
El poeta no conoció el atardecer en la carretera sin fin
Sin una sola moneda en el bolsillo
Cuando quiso ir tras sus sueños: ¡salvar al mundo!
El poeta, creyó que solo leyendo se haría sabio
Y se quedó ciego sin conocer a la mujer,
Mejor dicho, a las que debieron ser sus mujeres,
Mientras pasó su vida encerrado en las Bibliotecas
Antes de tener el coraje de vivir.
Un hombre solo en la urbe es la urbe misma palpitando,
La soledad de todos,
Y a la vez, el poema que todos esperan de él.
Las horas supremas son de su conocimiento
Y no le es extraña la tragedia como los laureles
Así lo único que tenga sean sus poemas.
Alguna vez dije: “quiero saber si es verdad lo que he escrito”,
En ese momento el mundo fue mío,
Al verificar mis versos,
Al saber que no era solo palabra escrita en el papel.
La muerte y el poeta son solemnes amigos,
Otra cosa es la historia para cuando ya no esté,
Para cuando sea imposible no nombrarlo antes de tomar la decisión definitiva.
Librado de la maldición que el destino impronta en el Poeta
Llegaré a ti siempre, porque ya es difícil ignorarme,
Estés donde estés, hables el idioma que hables.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta

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Julio Mauricio Pacheco Polanco


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