EL DÍA FINAL




Tenía los tres textos bíblicos en sus manos, el de los judeocristianos, el de los judíos y el de los islamitas. Parado frente al manantial, bebió del agua que los maestros le habían indicado, le darían vigor para poder vivir, sin tener que trabajar, sin tener que hacer uso de cualquier otro tipo de alimento para subsistir.
Había llevado a sus 200 mujeres a ese lugar alejado y, las hizo probar de las aguas del manantial y, luego hizo el amor con todas ellas durante muchos meses sin detenerse, solo haciendo pausas para beber de las aguas del manantial. Así, no necesitaban trabajar para poder subsistir, solo se dedicaba a hacerle el amor a todas sus mujeres sin nunca detenerse.
Habían pasado algunos meses de cuando los científicos habían descubierto la vacuna de la esterilidad. Los hombres tanto como las mujeres podían tener sexo continuo sin temer a que las mujeres en estado de fertilidad, quedasen embarazadas.
Antes de partir, como le indicaron los maestros, hacia el manantial, donde solo van los primeros hombres de cada era, le pidieron que escribiera el libro donde dejaba su investigación hecha sobre El Corán, La Biblia, y La Torá.
Estos libros sagrados citaban en sus génesis que la tierra era plana. Centenas de miles de personas en el mundo creían de nuevo, como en el medioevo que la Tierra era plana, argumentando con base científica y citas textuales de los libros sagrados, desde la palabra de Dios, que la tierra era redonda, plana, y circundada por la Antártida a la cual se llamó en estos textos sagrados, como el fin del mundo.
Los maestros le pidieron que dijera él lo que había investigado,  a falta de hombre justo y, lo divulgara ante el mundo entero. Una mentira sostuvo nuestra historia. Los textos sagrados mentían, si acaso la Tierra es esférica o geodésica. No era relevante creer si la Tierra era plana. Lo relevante era denunciar que estos libros escritos bajo la inspiración de Dios a sus profetas que, mintieron todo el tiempo.
Ya Eratóstones con la trigonometría había demostrado desde el polo norte, que la Tierra era esférica. De los viajes de los presocráticos entre otros, pasando por Platón y cuanto filósofo se preocupó por querer demostrar la esfericidad del planeta, el mundo estaba enfrentado entre dos dogmas, el que proponía que la Tierra era plana según las sagradas escritas o el Verbo de Dios y, los que usaban las ciencias para demostrar que la Tierra era esférica.
No pudo pasar mucho tiempo, tal vez algunos dos miles de años, para que estos libros sagrados no pudiesen seguir siendo los representantes fieles de la palabra de sus dioses.
El hombre habitó un año con sus 200 mujeres y fue feliz como ellas. Ya no podían concebir hijos, solo se dedicaban sin detenerse al disfrute de los placeres. La ciencia había logrado que sin que se alterara la bioquímica de la mujer, ella dejara de menstruar, tanto como el varón, el semental, al tener sus orgasmos, sus espermatozoides fueran estériles.
Verificó para el conocimiento de los maestros y la ciencia que el agua del manantial, estaba llena de ricos nutrientes, desde proteínas, minerales, vitaminas y todo lo que se requería para no tener que depender de esfuerzo alguno para trabajar sino solo aquel destinado  para hacer el amor.
Al retornar con sus 200 mujeres luego del tiempo en que vivió con ellas alimentándose de las aguas del manantial, los maestros consultaron al mundo entero si querían esa vida, donde ya no fuera necesario trabajar y donde todos se dedicasen a hacer el amor sin temor a perder la libertad por embarazar a sus mujeres.
El Escritor hacía una año atrás había expuesto la falsedad de los tres textos bíblicos más influyentes en todo el mundo: exponían éstos que la Tierra era plana. Ante la incertidumbre propia de los que descubrieron que el Dios de todas las religiones, desde sus sagradas escrituras, fue una mentira que dominó al mundo y, al sabernos solos en el universo, preguntándonos realmente sobre si debíamos seguir siendo Hombres Virtuosos o, si El Bien debía ser interpretado de otra manera, fue que este hombre en su regreso, testimonió sobre El Amor y, la humanidad estuvo de acuerdo. Era la renuncia al dinero, a perder la salud trabajando para otras personas, al derecho a decidir ser padres o no. Que como escrito está, la ciencia había logrado inventar una vacuna para la esterilidad del varón tanto como para la mujer.
Se consultó entonces al mundo entero, a vista que Dios no existía y las creencias se basaban en un absurdo que engañó por miles de años a la humanidad si, querían seguir bajo ese orden, donde sus vidas no les pertenecían y trabajaban y vivían para otras personas o, alimentarse de las aguas del manantial, y dedicarse hasta la muerte a hacer el amor sin desmayo alguno.
La respuesta fue unánime: ¡queremos morir haciendo el amor! Los maestros y los científicos entonces hicieron la pregunta más importante en la Historia Universal del hombre: ¿y no les importará que sean ustedes la última generación de la familia humana? Un hombre contestó: el paraíso que nos prometieron no existe, ni mucho menos la vida eterna o la resurrección, ustedes nos han demostrado que los tres textos sagrados más importantes nos han mentido, ¡la Tierra no es plana!, más en sus sagradas escrituras desde La Torá, El Corán y La Biblia, citada está tal afirmación. Millones de personas han muerto creyendo ir a un paraíso que ahora sabemos nunca existió. Reitero a voz del mundo entero, ahora que podemos hacer el amor a  nuestras mujeres sin el temor a embarazarlas y, hemos hallado el manantial del cual se bebe para poder vivir que, hallada la libertad tan negada, de igual manera negamos descendencia alguna, porque si Dios no existe y el Amor nunca fue hallado en este mundo o, lo que se nos enseñó de éste, solo tragedias, sufrimientos y desgracias nos ha traído, proclamamos nuestra libertad y nos autodeclaramos: Los Últimos Hombres, sin temor alguno ya, porque no hay Dios que nos juzgue y, no hay más allá alguno, ni vida eterna, ni deidad alguna que nos juzgue por solo dedicarnos a hacer el amor.
Sea la voluntad de todos entonces, que desaparezca no solo el dinero y la idea de Dios, sea ésta la última generación, la que se dedicó a hacer el Amor y alcanzó la Verdad.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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