LA PLENITUD DE LA NOCHE DE LOS QUE NO TIENEN DÓNDE RETORNAR



El muchacho que estaba totalmente solo en el mundo
Solo tenía una moneda en el bolsillo,
Estaba en frente de dos mujeres,
Una vendía maná
Y la otra era una anciana ciega que cantaba en medio de la calle.
El muchacho que no tenía adónde volver
Metió su mano al bolsillo
Y pensó en el hambre que sentiría en las horas siguientes
Todos los días siguientes,
Era una sola moneda
Que bien pudo gastarla en un baño público
Para asearse, peinarse y estar decente dentro del mundo.
El muchacho que contempló a las personas ir y venir
En pleno boulevard, con bolsas llenas de compras,
Entre parejas que sonreían y creían en el amor,
Recordó lo que había leído durante tantos años
Mientras pensaba: ¿dónde dormiré ahora que sé del destino de los sin casa?
La mujer que vendía el maná, cansada de esperar su venta, se marchó,
Este buen muchacho pensó que la moneda ella  la necesitaba mucho,
Que su moneda habría significado no solo un pan para su hogar,
Sino la fe que se requiere para volver al día siguiente,
Para seguir vendiendo maná.
Por supuesto que era una decisión difícil,
Pero este sabio muchacho al verla parada allí, pensó que tendría ella
Más posibilidades de sobrevivir.
El muchacho que conoció la soledad total en el mundo
Y que no tenía adónde volver, pensó en el destino de la mujer ciega
Que nunca vería su mano silente colocando su única moneda
En la lata de limosnas que estaba casi vacía.
Este muchacho de 27 años pensó que una anciana ciega
Tenía mínimas posibilidades para ganarse la vida de otra forma
Y fue que en silencio dejó su única moneda en la lata de la anciana ciega
Porque los brazos flacos del muchacho tendrían fuerza para enfrentar al mundo,
El mundo que la anciana ciega no podía ver.
Debía ser el inicio de muchas noches de soledad total para el muchacho que
No tenía adónde volver,
Sin embargo horas después alzó el grito en plenas calles:
¡Yo protesto!, expresó con vehemente energía.
Meses después despertaría en la sala de observación de un psiquiátrico.
El Dictador no quería Poetas defensores de la Democracia.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta

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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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