LO QUE LE FALTÓ ESCRIBIR AL MARQUÉS DE SADE



De cómo dejé de creer que el amor es guerra
Fue cuando entendí el verdadero romance.
El amor dura lo que puede ser un día y una noche
Donde nadie se aferra a nadie
Y donde se sabe con quién se ha de amar.
El amor no es extrañar ni encadenarse a alguien,
No es un cáncer que destruye al corazón.
Me dirán que las personas no están preparadas para amar así.
Con recordar de vez en cuando lo vivido basta,
Pero mi memoria ya no recuerda nombres,
Todas se han mezclado para enseñarme qué es ser feliz,
Y en ello hallo razón, sabiduría.
Las noches de soledad se vuelven afables
Y las noches de pasión, filosofía para destruir sofás, camas
Y cuanto esté en el camino para dos cuerpos que se aman
Y arrasan con todo, hasta sentir la plenitud.
Nadie se marcha en el amor,
Nadie deja a nadie en el amor,
Nadie debe ser retenido en el amor,
Nadie debe negarse a la entrega
Y nadie debe decir adiós.
Es raro decir adiós a lo que nos llena completamente,
Un hasta siempre es recordarse en muchos cuerpos
Con otras muchachas, o ellas con otros muchachos.
Yo creía que el amor es guerra,
Simplemente no sabía amar.
Las verdaderas amantes arrancan de sí las espinas
Si son rosas blancas, cremas o rojas o azules,
Nunca el amante deja de aprender
Y nunca se cansa de decir: gracias.
Unas podrían volver, aunque lo normal es que estén en otros lechos
Siendo amadas, sintiéndose amadas.
Somos pocos, lo sé, escasos y extraños,
Difíciles de entender, así es nuestra sociedad,
Porque donde hubo un Club de Poetas Muertos,
Precedió una Sociedad de Amantes Felices.
Testimonio para el amanecer mientras el cielo aclara,
Una caja con cientos de preservativos es mi maleta para recorrer el mundo,
No necesito más nada, si ha de ser así mi suerte,
El pertenecer a los que aman a las mujeres que tienen vagina Barbie,
Las más raras, las que se saben Diosas
Y solo se aman con sus iguales.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta

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Julio Mauricio Pacheco Polanco


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