EL AMANTE QUE VIVIÓ TODAS LAS CANCIONES DE AMOR





Suele suceder que a cierta edad
Las canciones de amor me parecen bobas,
Me extraña las extraordinarias melodías desperdiciadas
En letras tan inocentes.
Ella tiene razón cuando me dice que hay dos tipos de canciones,
La de los amores truncados
Y las que son propias para los borrachos,
Pero siendo abstemio
Ni encuentro en una ni otras, sabiduría.
¿Debería yo mismo componer mis propias canciones otra vez?
Por ejemplo:
Una mañana contemplando la mar,
Un cuerpo de una muchacha que solo quiere ser amada,
Una historia para ser recordada luego de otras estaciones,
Un amor que no te encadene,
Un amor sin promesas,
Una auténtica historia para soportar los largos días en la oficina
O para relatarla a las nietas cuando ellas sean abuelas.
Nada de velas, nada de cenas, nada de museos ni iglesias,
Solo una casa inmensa donde los muebles sean destrozados
Donde todo sea usado para el amor
Y donde el amor sea solo un hombre, una mujer
Y todo lo que se deba conocer,
En esos encierros,
Donde todo se debe consumar,
Para sin necesidad de despedidas tontas,
Despertar a otras estaciones, como ahora
Calando un tabaco,
Sentado desde un café,
Haciendo una mueca de satisfacción por lo vivido,
Y volverse a preguntar:
¿Y qué canción de amor corresponde a esa vivencia?
Concluyo en que o me he quedado sin canciones de amor
Por haberlas vivido todas
O es momento de volver a componer mis propias canciones.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta

Todos los Derechos Reservados para

Julio Mauricio Pacheco Polanco

Comentarios

Entradas populares de este blog

MANUAL PARA NO DESPERDICIAR LAS NOCHES

EL POEMA QUE HONRÓ AL MUNDO

EL CORAZÓN QUE VOLVIÓ A SU DUEÑO