EL HIMEN
Afortunado aquel que tuvo muchas mujeres sin embarazarlas
Y de ellas disfrutó y supo cómo llevarlas al orgasmo,
Afortunado el buen amante que conoció el Punto G
Y con sus ojos vio el líquido que salió de la vagina de la
mujer.
Afortunado el hombre que dominó el clítoris de la mujer
Y la vio en espasmos mientras su sexo vibraba
Si es que supo que pocas mujeres se dejan tocarlo.
Afortunado aquel que prolapsó los 32 pliegues anales de la
muchacha
Para ver su miembro viril en sangre
Si acaso supo ver las diferencias entre partes contranaturas
Donde las muchachas vividas y no vividas
Ante sus ojos en pleno acto sexual, le mostraron diferentes
anos,
Unos bien cerrados y con sus pliegues intactos
Y otros muy dilatados, con mucha experiencia en el amor.
Afortunado el hombre que sabe cuándo una mujer ajusta su
pelvis
Para no caer en el cuento de vaginas estrechas
Que complican las posturas para el amor
O ante los novatos, que creen que el sexo de la mujer se cierra
por temor.
Afortunado el hombre que lleva al orgasmo vaginal a sus
mujeres
Y reconoce cuándo éstas lo están sintiendo, si es que acaso
no lo revelan
Para que sus amantes nunca sepan cuándo alcanzan el clímax.
Afortunado el muchacho que vio orinarse de placer a sus
mujeres
En pleno acto sexual, hasta comprender que es otra forma de
orgasmo en ellas.
Más es más afortunado el hombre experimentado
Cuando la muchacha que se le entrega
Deja que le habrá sus labios vaginales
Para en sinceridad éste vea la membrana del himen
Que está a la vista y un pequeño agujero tiene
Por donde sale su menstruación.
Por eso muchacho que disfrutas de las mujeres,
En el largo aprendizaje del amor,
De todo esto hay evidencia para los experimentados
Cuando en los lechos, ningún secreto de las muchachas nos es
ajeno,
Inclusive cuando tengas que elegir,
Si tienes ese privilegio.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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