6 DÍAS PARA MORIR, 6 DÍAS PARA VIVIR




Era lo único que le daba sentido a mi vida. Esperar seis días largos para poder ser feliz. Los días son tan largos. En otros días grité hasta más no poder luchando por mis derechos humanos, pero eso fue silenciado con un diagnóstico donde se me quitó credibilidad o, mejor dicho, todas las ganas de querer cambiar a este mundo.
Lo único que le da sentido a mi vida es hacer el amor. Los días son tan largos sin las muchachas, las horas tan suicidas. Solo el placer me salva. Hay tanta gente que se pasa largos días sin tener con quién conversar, sentadas frente a su ordenador, algunas escribiendo, creyendo ilusamente que vivirán de la literatura, autopublicando sus propios libros, llenando páginas con sabiduría inservible. Hay tanta gente desde sus oficinas, guardando un silencio donde se evita a los demás compañeros de trabajo para no tener problemas laborales. Hay tanta gente que está en las fábricas abocadas a un trabajo mecánico donde solo se está pensando en los gastos que se vienen, los créditos, las hipotecas, la salud perdida, obligaciones donde ya no hay tiempo para pensar en otras cosas que no sean sacar adelante sus familias, sus hijos, los gastos contraídos.
Entendí que tengo todo el tiempo del mundo, que tengo toda la tranquilidad del mundo, que no padezco de los problemas normales de las personas normales, que puedo abocarme a escribir y leer diariamente sin ningún apremio. Pero solamente puedo hacer eso. Para ser feliz, se requiere lo antes mencionado, mas dinero. Nada me costaría tranzar con el sistema y tener dinero fácil para poder hacer el amor todos los días, las veces que me demanda mi apetito sexual, pero no cuento con el dinero que se requiere ni para pedir la mano de la muchacha que está enamorada de mí, por no tener un futuro qué ofrecerle, ni mucho menos, gozar de esas muchachas que me esperan ansiosamente para complacerme en todo lo que yo les solicite al momento de hacer el amor.
No es fácil vivir en un sistema donde uno se niega a tranzar con la corrupción y donde encima, uno tiene un diagnóstico desde el cual se te cierran las puertas para laborar en cualquier lugar. Que por qué dejé mi bandera a otros, porque aprendí a tiempo que solo fui alguien usado para representar la voz de los que no se atrevieron ni atreverán nunca a reclamar por sus derechos.
Y son seis largos días, seis largos días donde medito las propuestas de matrimonio rechazadas donde me niego a ser un mantenido por mujeres que algún día me echarán en cara que no tengo dinero, que el sexo que les brinde ya no les interesa, que no tengo agua ni para el té. Son largos los días para remeditar a la muchacha rusa que creyó que por ser Escritor, podía ella casarse conmigo y disfrutar de la vida de los intelectuales.
Las horas siguen pasando y, lo único que me salva es mi literatura, que si bien, está llena de ideas, no es entendida por parte de mis lectores. Apenas más de 20,000 visitas en más de dos meses cuyo alcance es superado por un simple video desde el Facebook donde otras personas logran mayor alcance.
Me pregunto si me estoy equivocando, si acaso estoy perdiendo el tiempo, si esto de seguir batallando desde el silencio de mis escritos, me permita sobrellevar estos 6 días que restan hasta que pueda cobrar el dinero que necesito para hacer el amor con esas veinteañeras que me esperan.
Y sin embargo hay tanta gente en el mundo que se siente sola. Tantas mujeres desatendidas por sus esposos, tantas mujeres que quieren disfrutar del placer en medio de días que se van para siempre. No tiene  sentido esto. Todos estamos solos, todos guardamos silencio.
Son seis días para morir, seis días para vivir, así, cada mes de estos últimos años.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

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Julio Mauricio Pacheco Polanco 

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