CUANDO EL HOMBRE SABIO HABLÓ DE LA ENFERMEDAD DE LA COMPETENCIA
¡Oh, hombre que te haces llamar sabio!
Te alejaste del mundo para ser dueño de tus pensamientos
Y a eso le llamas libre determinación para estar en el
mundo,
¿Has olvidado tus años de lucha cuando estabas dentro de
éste?
¡Qué pronto tus recuerdos negaron tus fracasos dentro del
mundo!
¡Ah, la paz desde estas montañas es afable e ideal para
todos!
Tus privilegios podrían ser explicados si acaso nos evadiste
Para de manera egoísta salvarte y desde aquí, saber de la
paz,
Dime pues hombre que te haces llamar sabio
Y que hallas regocijo en tus agradables contemplaciones,
Tú que vives sin obligaciones y la incertidumbre del futuro
¿No es cierto que libre estás de preocupaciones?
Debo decirte hombre que te haces llamar sabio
Que cuando nos hablas de la libertad, todos nos preguntamos
¿Y nosotros cómo la aplicamos en nuestra realidad?
¡Qué pronto has olvidado que en las ciudades estamos todos
contra todos!
Dices que puedes prescindir del dinero y nuestras
necesidades
Que te basta de los frutos de tu huerto y el agua de los
manantiales
Y así escribes soñando con el mundo que todos queremos,
Y no es que quiera desdecirte,
Tu vida la queremos todos,
Pero aquí en las ciudades, en contra de nuestra voluntad
Dependemos del dinero para poder sobrevivir,
¿Ya no recuerdas tus años mozos cuando competiste?
Que es bien fácil salir de la competencia para entregarse al
silencio
¿Pero qué nos puedes responder a nosotros que obligaciones
tenemos?
Has prescindido del amor, pero nosotros tenemos hijos
Y los temores que rechazas, en ellos los vemos reflejados.
¡Ah, la libertad de pensamiento, esa libertad de
consciencia!
Honrado seas en tus decisiones, pero te has olvidado de
nosotros
Tienes memoria para los recuerdos más felices
Y sea esa tu gloria, pero ¿y nosotros?
Hombre que te haces llamar sabio, qué puedes contestarnos,
qué.
El hombre que se hacía llamar sabio volteó a verle a los
ojos al hombre
Y en voz calma le dijo de manera rotunda:
Estoy aquí por ustedes mismos, es cierto, no pude competir
Mas no por ello me corrompí, sean las montañas mi reino
Donde more en mi libertad sin hacer daño a nadie,
¿Vienes y te quejas ante mí de tus errores?
¿Querrías saberme como tu semejante en la ciudad donde nadie
es feliz?
Vuelve a tus territorios donde a otros sacaste del camino,
Que bien me justificas en mi razón cuando competí
Y no quise ser como tú,
Que ahora, atribulado y en condena, no soportas el triunfo
real
De quien comprendió a tiempo el mundo donde no quise estar,
¿Envidias mi paz y libertad?
Pues si no soportas la competencia dentro del mundo
Nunca podrás complacerte en tu propia compañía,
Hacía sea desde escarpadas montañas donde los horizontes
deleitan a mis ojos.
Vuelve al lugar donde todos compiten,
Aquí solo hallarás penas y culpas
Porque estos santuarios solo los merecen
Quienes no quisieron tu mundo,
Y eso era lo que más anhelabas, a pesar que en esta hora
quieres ser místico
¿Es tan terrible no hallarse augusto en ningún lugar?
Dime pues hombre de las ciudades
¿No me increpas con el fin de seguir compitiendo,
Así sea en sabidurías?
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
Todos los Derechos Reservados para
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Comentarios