EL HOMBRE QUE MEDITÓ
Aprendí que no siempre los
mejores ganan, que los mediocres viven una mentira que ellos mismos no se la
creen, que no siempre las luchas nobles son escuchadas, que los líderes
terminan en los psiquiátricos y, los Dictadores en la cárcel, que nadie escapa
a una Ley donde todos sabemos, los dirigentes que representan a los gremios, se
dejarán comprar ante la primera oferta por parte de los que ejercen el poder,
porque creen que el mundo es así, porque vieron que sus mentores hicieron lo
mismo, porque llegado el momento saben, todos han de darles las espaldas ya que
nadie puede contentar a nadie y, nadie debe contentar a nadie, porque nunca nos
pondremos de acuerdo en nada, dentro de este sistema y, ni los unos, ni los
otros tienen razón; los corruptos han de ir presos llegado su momento y, los
ambiciosos que en base a traiciones y oportunismos han de saber de la soledad
tarde o temprano, para meditar sobre las formas correctas de proceder que se
debe hacer para ser personas de bien, pero, no existen ni personas de bien, ni
nadie sabe cuál es la ética que nos señale los caminos correctos para ser
personas de bien si es que las hubieran, si es que escribo en nombre de los que
deben hacer grandes sus apellidos, los que tengan una historia digna de ser
leída y, que deje un mensaje diferente a todo lo que nos rodea, cuando cansados
de ver lo mismo día a día, encontré dos formas de silencio: la de los sabios
que callan para entregarse a sus bellos pensamientos y, la de los que callan
porque no saben nada y, avergonzados temen expresar sus pensamientos porque
solo tuvieron tiempo para hacer dinero, de mala manera, robando, estafando y
mintiendo, humillando a otras personas que harán lo mismo con el más débil, sin
que acaso pueda dar fe que haya encontrado alguien bueno, si es que trato de
recordar en términos de justicia, alguien que tenga aún corazón y pueda hablar
en nombre de los que están creciendo, los que aún no han dado el discurso que
represente a su generación, como lo hice en su momento y vi, mi voz
multiplicada, en detrimento de lo que quise decir, usada para otros fines, por
otros intereses y, acuñada con otros nombres, como está mal escrito en la
historia y, como en vida expongo ahora lo que hice e intenté una y otra vez, no
por vanidad ni búsqueda de fama: las citas con la historia a mi entender, son
una concatenación de hechos con apellidos y ciudades e historias, desde donde
se tiene que demostrar muchas cualidades, no para vanagloriarse, sino para dar
fe que el ser humano es más fuerte que todo lo que se le imponga para su
derrota, cuando ésta es conspirada por no soportar escuchar esos gritos y voces
fuertes que perseveran en decir las verdades con las cuales los hombres
conviven, destruidos moralmente, silentes al llegar a la noche, incapaces de
querer hacer algo por los demás, prestos siempre de inmediato a destruir a todo
aquel que sobresalga o sea diferente, diferente en nombre de la virtud, de la
resistencia, de los ideales con los cuales ahora me siento a escribir lo que he
meditado durante largos casi 46 años, desde donde empiezo mis verdaderos
escritos, desde donde debe imponerse lo que ha estado llamado hace centurias
imponerse y no se impuso, por flaquezas, debilidades o falta de temperamento
para enunciar lo esperado, como llego yo ahora, en el momento debido, para
volver a puntillar: soy la justicia, mas no del hombre simple, al cual conocí y
no me atrevo a defender, ni mucho menos al letrado y erudito, a quien también
conocí y, desde sus vilezas, condeno también por su carencia de sinceridad, por
su comodidad y cobardía para no llamar las cosas por su nombre, si es que debo
volver a lo que escribí al principio que, nos enseñaron todo de una manera
errada y, nos hicieron creer que esa era la manera correcta de hacer la historia,
para la impotencia de los que creyeron en un mundo distinto y en el momento de
la realidad, cuando se llega a conocer bien cómo funciona este sistema y qué
importante relación tiene con nuestros sueños, contribuya a la pérdida de la fe
en el ser humano, a la pérdida de la fe en sí mismos y a hacer más grande este
sistema, donde todo se basa en la mentira y la estafa, en las felonías y los
crímenes impunes, desde interpretaciones de leyes alejadas de la verdadera
justicia, hasta los laureles otorgados a quienes ni sabiendo escribir o, los
que acusaron de corruptos al mundo entero dentro de la historia como Diógenes,
lo hicieran luego de haber perdido el imperio de sus estafas, si acaso es listo
y truhan el pillo, educado en ese arte y, protegido por la historia, para que
sea recordado como un paradigma en lo que más adolece este mundo: la
honestidad, las manos libres de dinero sucio, las manos que sujeten los libros
verdaderos que nunca llegaron a nuestras manos, esos libros que ofenden a los
lectores mediocres de este sistema, los llamados a llegar a la generación que
deba salvar este mundo, sin que eluda mi responsabilidad desde mis escritos,
hasta donde sea mi conocimiento, en nombre del deber.
Porque debes saber esto joven
lector, el libro es malo, pésimo, absurdo, inservible, cuando no se le entiende
al autor o, cuando dice cosas que rápidamente nos damos cuenta, no son sinceras
o, son malintencionadas. Todo libro es un discurso de párrafo a párrafo,
escrito con el pulso tenso desde las muñecas, en dura brega por decir lo que
las mayorías callan, si acaso, cierres desde estás primeras páginas el texto,
por sentirse sucio, vil, indigno, no merecedor de la fuerza de las palabras con
las que mis palabras te ofendan y recuerden que eres un pésimo representante
del ser humano, alguien en quien no se puede confiar, alguien que no merece el
mundo que se soñó desde siempre y, al dejar de leerme, recuerdes todas tus
mentiras, todos tus crímenes, todas tus traiciones y, todo el mal con el cual
has hecho fortuna o destruido a muchas personas. Si por el contrario, sigues en
la lectura, será porque estoy frente a frente a un joven justo, alguien que
tiene la visión de los verdaderos líderes, de los que no se callan, de los que
no se corrompen y saben o sabrán en su momento, del precio alto de lo que
significa mantenerse fiel a los principios que nos enseñaron a todos y que los
perdieron, por unos miserables billetes que ahora les llenan de odio, de
existencias vacías desde donde se saben nada, solo hábiles para seguir
delinquiendo y destruyendo el paso de los que perseveran en la ética de los que
merezcan la libertad, el ser ciudadanos y responsables de la historia, de las
generaciones que merecen una vida digna, donde sus derechos sean oídos en la
medida que sean personas justas, honradas en su conducta, valientes en su
proceder y, tan solitarias como la senda de los que van por derroteros que he
encontrado y sé, nadie ha seguido o, nadie ha podido continuar, desde sus
fracasos o derrotas compensadas con monedas, donde se les es intolerable
soportarse a sí mismos, porque si bien, aprendieron entre ellos a convivir
mintiéndose sus falsos logros o, sus sabidurías torpes sobre lo que pretenden
enseñar sin saber, a fuerza de comprar con sus fortunas mal habidas, reconocimientos
que nadie cree pero que todos aceptan,
porque creen que así debe ser siempre, porque así sus maestros les enseñaron
que procede el mundo, porque en eso consiste su limitada sabiduría y así,
enseñan a sus hijos, los forman, con certezas propias para un sistema donde lo
corrupto exige tales formas de ser, nunca fue suficiente para la soledad de sus
pensamientos, cuando parados frente a frente a sus espejos, sepan que todo es
falso, desde lo que calla el sacerdote, hasta lo que dice el Presidente, pasando
por el pobre que se deja comprar por unas monedas sin importarle los delitos a
cometer, hasta el letrado que se sabe podrido de espíritu y necesita de
lambiscones que le repitan que no está equivocado, que el sistema procede así,
que es un hijo de puta, es decir, una gran persona.
Llego en un momento donde los
libros mienten o son escritos a voluntad perversa, con intensiones
premeditadas; llego en un momento donde los viles se ensañan con los justos;
llego en un momento donde lo corrupto es denunciado diariamente; llego en un
momento donde el ser humano se está degenerando; llego en un momento donde hay
naciones ricas que no saben qué hacer con su riqueza mientras buena parte del
mundo se muere de hambre y, llego en un momento en el que los que se mueren de
hambre hacen cualquier cosa con tal de tener el vientre lleno, mujeres fáciles
que se venden que traerán hijos a este mundo, con la convicción que así es la
vida, que esto que escribo está errado, que quizá piensen, no haya conocido el
hambre, la carencia de lujos, la soledad total dentro del mundo, el rumiar
anonadado con fuertes sedantes desde los psiquiátricos sin casi poder pensar,
el deseo de justicia, el conocimiento de los que sintieron frío en las calles,
el arrebatamiento de los proyectos que fueron ganados pero que no tienen
espacio dentro de un sistema donde no es dable ser honesto, honrado,
incorruptible, librepensador, heterosexual, con la libre determinación de
elegir su destino, desarrollar sus talentos como personalidad, si acaso, esto no
es dable, porque llego en un momento donde unos a otros se destruyen, se hacen
la vida intolerable, donde los más fuertes atropellan a los que dependen de
ellos y, donde nadie quiere elevarse o levantarse contra ellos, porque es más
fuerte el hambre o las ganas de hacer el amor, que tener decencia u orgullo,
amor propio, principios desde donde se entienda a la ética y, llego en un
momento donde el mundo se delibera segundo a segundo en una gran guerra mundial
y donde nada parece que cambiará, porque pareciera que llego en un mal momento,
si no siempre así ha sido la historia del hombre: momentos donde comprendemos,
no hay respuestas que solucionen eso que escribieron hace décadas llamada:
condición humana. Y no las hay, ni de parte de la ciencia ni de los que
predican religiones y dioses, porque la ciencia y los que representan a sus
dioses, también mienten, si acaso el conocimiento no ha sido divulgado en su
totalidad, porque el hombre no está preparado para controlar toda la
información que bien podría desencadenar en atentados si es que fuese
información de ingenierías y, que en consecuencia, algún desadaptado construya
bombas nucleares y se le ocurra destruir al mundo o, alguien informado en
Derecho, empiece a delinquir amasando fortunas cuantiosas, sin que la Ley le
pueda penalizar, porque conoce cómo hacer uso de ésta a su favor hasta robando
y siendo protegido por ésta.
Porque llego en un momento que es
un lugar común, una tradición dentro de la historia del hombre, cuando
entiendo, todo el que puede, hace lo que le da la gana, sin importarle el daño
que infrinja en quienes sean sus víctimas, sin sentir arrepentimiento alguno,
disfrutando del daño infringido, acusando de locura en esa conducta, en un
sistema donde contradictoriamente el victimario sale impune y, la víctima en un
psiquiátrico, conociendo la tragedia de los desprotegidos, de los que han de
ser extraños en su tierra por siempre, por ser usados como chivos expiatorios
en un sistema donde los verdaderos enfermos abusan, atropellando los derechos
de los demás, sin que nada les ocurra, hasta la hora donde se vean frente a
frente y, entre ellos se empiecen a agredir moral como psicológica y
físicamente.
Es raro por tanto encontrar
alguien en quién creer, porque el ser humano carece de respuestas para sí
mismo, el ser humano no sabe cómo solucionar su vida; los terapeutas no saben
cómo guiar sus vidas y, sin embargo deben tratar a personas que les piden
consejo cuando se les necesita. Odiar, el odio es algo tan presente que hace a
las personas ir de lugar en lugar, buscando paz, buscando aceptación, un
espacio propio desde donde la vida sea digna, donde los derechos de la persona
sean respetados, desde donde los inocentes no sean corrompidos, desde donde los
delitos no queden impunes, desde donde se respete el fuero interior y se de
atención a lo que se diga en los medios de comunicación, a la música que
escuchamos, a la información con la cual pensamos o, nos da ideas para pensar,
ese derecho a saber quién es realmente uno, si son pocas las personas que al
encontrarse dentro de este mundo, en su voz se reconoció lo callado, lo
olvidado, lo que provoque angustia y miedos, lo que raye en el anhelo de vivir
decentemente. Pero ni dejan trabajar, ni dejan estudiar en las universidades,
ni dejan amar a los que se enamoran por primera vez, ni dejan formar hogares a
las personas, ni se protege debidamente a los niños, ni se respeta nada, ni la
mujer ajena, los hijos o hijas de otras personas y, hasta los propios. No me
diga estimado lector que eso se llama: condición humana, porque es más bien un
crimen, un crimen que arrastra el mundo entero y que todos quieren evadir, si
es que no les han compensado con la resignación, algo de dinero, una cama para
hacer el amor y, un espacio reducido que ha de durar unas cuantas breves
generaciones, hasta ser parias, personas como escribí, llenas de odio, que
odian por costumbre, como si fuera una necesidad donde el mal sentido es
acometido en otras personas inocentes que harán lo mismo, porque ésa es la
sabiduría del ser humano, lo cual rechazo, lo cual condeno, muy al hecho de ser
un ser humano que hace la resistencia, a ser como los demás, sin pretensiones
de ser un santo.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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