LOS CONSEJOS QUE NADIE ESCUCHA
Te puedes creer muy listo, pero
no escarmentarás hasta el primer aborto, el segundo, el tercero, hasta las
venéreas u algún contagio mayor, pero, eso viene a ser lo de menos ya que, una
boca qué alimentar te quitará las ganas de tener sexo si es que el cansancio
del trabajo te llene de preocupaciones y solo tengas cabeza para cumplir con tu
trabajo hasta fin de mes, para no perder el empleo.
Es que me dirán que hay gente que
lo tuvo todo y que tenía que triunfar sin mucho esfuerzo y, yo les diré que es
cierto, pero como al igual en las universidades, para pasar de año, solo
quedarán los que se comprometan a seguir severamente lo ordenado por la
cátedra, hasta llegar a ese filtro donde solo han quedado los más obedientes,
los que se quedaron sin personalidad, incapaces de contradecir hasta en el
error adrede de su superior, de igual manera, no hay espacio para los libres
aquí, porque los libres hablan de otra manera, tienen cosas muy distintas qué
decir, todo un verbo y una sabiduría que es extraña para sus coterráneos. Así explico
a ambos tipos de personas.
Uno llega hasta donde sus
antepasados siempre llegaron, ni más, ni menos, bajo los mismos principios y
azares. Si de esta manera se desarrolla el orden establecido y, el joven lector
no estuviera conforme con lo que ve y vive, le diré que aplace su inocencia,
que cuide mucho de sus lecturas, que no porfíe en llegar a la edad de la razón
antes de tiempo, he visto a tantas personas prematuras o precoces fracasar, he
visto a tanta gente lista cometer errores impensables para ellas, he visto
gente tan poderosa en los manicomios o las cárceles y, he visto a las personas
a las cuales se les dio no una segunda sino, una tercera oportunidad, volver a
cometer los mismos errores por los cuales su vida se desgració que, me resulta difícil
entender a aquella gente cuando tiene consejos para todo el mundo pero nunca
para sus flaquezas.
Sé que debería ser más justo con
algunas personas, pero a lo largo del día siempre hay alguien que se desquita
con los demás, lo cual me hace meditar si es que es necesario amargarse al
empezar el día con diálogos donde se pierde el tiempo, esas discusiones donde
nadie se compromete con la mínima voluntad de conciliar hasta llegar a un
acuerdo.
Recuerdo un mediodía sentado en
un restaurante que quedaba al lado de la casa donde vivía que, era de un
pariente, cuando no salía de mi asombro al ver rodeada la mesa que compartía
con mi padre, por mendigos que metían mano a los platos donde nos servíamos el
almuerzo ante mi interrogante: ¿qué sucede?, luego que el dueño del restaurante
los expulsara diciendo que había que ser así con esa gentuza, que no había que
tener piedad con esos desgraciados que si estaban así en esta vida, era por
algo, si acaso le di la razón a ese norteño que sin que yo supiera qué razones
le hizo venir desde tanta lejos con su familia a esta ciudad, para que meses después ya
no lo viera ni por la zona donde vivía en ese entonces, ni por ninguna otra
parte de la ciudad, alguien me dijo que sigue viajando de ciudad en ciudad, que
la paz es algo que desconoce, mientras prepara platos norteños para comensales
de gustos cada vez más arraigados.
Porque luego de escucharlos y
enterarme que era una banda peruana que hizo música por los años ochenta, me
pregunté por qué ese tema no fue un hit internacional, puesto que tenía desde
la melodía, pasando por la letra, hasta los mismos integrantes idóneos para triunfar. Haber escuchado
ese tema casi 30 años después me hizo pensar en los que triunfan en este
sistema, es decir: ¿llegamos a conocer a los mejores de cada generación?
Y es que la gente enterada de esta
forma de justicia que en el mundo está repartida, donde la gente confunde una
cuarta oportunidad con un: “haré lo que se me dé la gana”, para luego quejarse
de su mala suerte porque, los verdaderos consejos, los que parten de su
aprendizaje y experiencia solo sirvieron para decirles: ahora sé más listo,
total, ya has aprendido bastante, sabes qué errores no cometer.
Si tan solo alguien les dijera
que no por conocer mucha gente, uno es muy querido o, no por mucha fiesta mucha
sea la felicidad, que a veces el silencio y el respeto son la base para la sana
convivencia y, que a veces poco es mucho y, mucho es nada, claro está, según
cada quien que los libros no los escriben siempre los más sabios sino, los
mismos de siempre, es decir, los compadrotes de toda la vida, dentro del mundo
entero.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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