SOLEDAD FRENTE AL MAR
¿Quién tiene más posibilidades de
ser feliz?, quien ha vivido experiencias parecidas y sabe qué errores no debe
volver a cometer o, quien en el aprendizaje, se conoció y, decidió acabar con
la experiencia negativa, para hacerse más fuerte.
En este caso, ella está desde lo
alto de un cerro, rondando en torno a una torre de alta tensión. Es así todos
los días de su vida, reitero, todos los días es lo mismo o, así debió ser mi
vida, si era el que debía estar en ese cerro, protegiendo esa torre de alta
tensión, en nombre de algo que muchos llaman: amor.
Desde la placidez de mis noches,
soy libre de poder llamar a quien desee, sin dar explicaciones y, si necesitara
hacer el amor, para luego dirigirme a un café, ordenar un agua de soda, puedo
hacerlo en total libertad, mientras contemple la ciudad junto con sus personas
como si fueran un universo donde todos parecen estar atrapados, menos yo.
Quizás a cada emoción aprendí a
llamarle por su nombre, así, cuando sentía ganas de expresar cariño, entendía
que eso era cariño, qué es el cariño, si con cada emoción, como: ausencia,
soledad, desesperación, felicidad, placer, alegría y todas, todas cuantas
engloben al amor y, sirvan como conocimiento de éste para reconocer en las
demás personas lo que uno ha vivido, entiendo que lo que sentí alguna vez,
correspondió a alteraciones en mi bioquímica donde, siguiendo el proceso normal
de reproducción, mi organismo se preparaba para el apareamiento, si es que debo
ser más objetivo al momento de explicar qué ocurrió.
Ser más fuerte que la bioquímica
de uno o, eso que llaman: amor. Déjenme decirles que yo fui más fuerte, tan
fuerte que después del desamor, me llené de vivencias donde desde entonces soy
feliz, con cada nueva muchacha que conozco, sin que necesariamente se estreche
algún vínculo entre ellas y yo, si acaso disfruto de una libertad que pudo ser
diferente si la hubiese embarazado y ahora, otras responsabilidades afrontara.
Pareciera que el causal de que
las personas se aboquen al trabajo no es necesariamente el querer ser independientes
sino, el haber embarazado a alguna muchacha y con esto, el haber contraído
obligaciones por Ley para, pasar una pensión, así sea desde la cárcel, entre
trabajos forzados, para el hijo o hija
que fue producto de un placer llamado: amor. Lo entiendo ahora así.
Entiendo que no sería libre, que
otra visión del mundo tendría ahora, que lo que vivo es justamente lo que
añoran las personas como ella, quien observa pasar sus días desde lo alto de un
cerro, la soledad del mar, cuidando una torre de alta tensión, cuando en su momento,
en nombre del amor, me pidió que hiciera eso por ella, que yo tuviera ese
trabajo, para que pudiéramos estar juntos y poder de esa manera ser felices.
Alguien le prometió estar a su
lado cuando más falta le hiciera, alguien le juró lo mismo que yo le juré,
alguien le dijo que la amaba tanto como yo y, alguien también estuvo dispuesto
a trabajar en la punta de un cerro por ella, para poder ser felices y estar
juntos y, alguien que le hizo creer que ya no me necesitaba, que podía
prescindir de mí, le dio sexo por un buen tiempo, un par de años, lo necesario
como para no necesitarme, lo suficiente como para aburrirse de ella y dejarla,
hasta aquella mañana en que me esperara por donde paso siempre, al medio día,
para pedirme que volviéramos, ante un extrañamiento mío, cuando ella no
significaba nada para mí, luego de haber disfrutado hasta ese momento de algo
de 100 muchachas y, escrito 3 libros sobre sexo.
No soy de reprochar cuando algo
no me interesa. Escuché sus palabras, pensé en el destino que me habría
esperado a su lado, como esta noche en la que ella ronda alrededor de una torre
de alta tensión, mientras desde la comodidad de mi estudio escribo este relato,
pensando en el tipo por el que me dejó y que la dejó a ella y yo, enterado de
cómo evitar embarazar a las muchachas, sin que sienta pena alguna o recuerdos
que signifiquen algo, tengo la certeza que tuve mucha suerte, mientras pruebo
de mi agua de soda y veo mi agenda para llamar a cualquier muchacha para hacer
el amor, sin que tenga que enamorarme, sin que surja compromiso alguno,
mientras ella ronda, ronda pensando en lo que pudo ser, tratando de hallar el
error que dejó ir, en medio de su plan perfecto, para no quedarse sola,
definitivamente.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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