ALCANCES A UNA MUCHACHA SOBRE LA INTIMIDAD





Venga, démonos unos minutos para contemplar el cielo nocturno. Prendí mi tabaco mientras pensé: “creo que es una inocente”. ¿Tienes una novedad que esté más allá que lo propuesto por algún científico de la NASA? No pensé que fueras tan serio, ambos sabemos que nada está explicado, salvo lo que proponga un orador que aún no mienta. Mentir, pensé, es tan fácil mentir con cualquier tipo de argumento, coherente, aceptable, preciso para un libro que sea leído con algo para picar en esas horas cuando todo parece ser una locura. ¿Sabes que una sola palabra se presta para decenas de temas de conversación? Y, digo decenas porque no soy bueno mintiendo, porque si lo fuera, haría tratados sobre el arte de mentir. La vida es un tratado querido, se trata solo de encontrar las mentiras adecuadas para sobrellevar todo con suma tranquilidad, en eso nos hemos puesto de acuerdo hace tiempo. ¿Quiénes, los masones o los católicos? Pues desde los musulmanes hasta el hombre que vende diarios desde su puesto de periódicos. ¿Y qué sabes de la vida de los que venden diarios? Lo mismo que tú, es decir, solo sé lo que necesito para llegar a la noche y sentarme en este café, mientras comparto contigo un zumo de frutas y calamos unos tabacos sin saber de qué va nuestra conversación. No me resulta fácil, ¿eh?, mira que podríamos ahorrarnos este tiempo perdido en este café y filosofar mejor desde una habitación de hotel dejando una ventana abierta para contemplar el cielo nocturno mientras hacemos el amor. Lo sé escritor. Fuiste más lejos. Te aburres con tus amigos, te aburre todo tipo de plática que no sea hecha haciendo el amor, no, no me pienses una calentona, debes considerar que no todas vamos a tu ritmo, que estoy nerviosa, y hasta hace unos minutos me preguntaba qué era más importante: ¿una torta de chocolate o un clonazepam? Ya me abriste el apetito. Ordené una torta de chocolate mientras probaba del zumo de frutas, pensaba que era mucho dulce para la noche. Es que mencionaste: chocolate, la palabra, la palabra despierta emociones, apetitos… Pero para todo ello se requiere de dinero, ¿no poeta? Pues creo que uno elige beber para ser disculpado de todas las estupideces que necesita decir, es una forma muy solitaria de creer que uno es escuchado. ¿Te refieres a que beber entre hombres feminiza? Quizá eso explique el por qué las agresiones son propias de los bebedores. Más bien entre un varón y una mujer, el diálogo sí tiene sentido. Hablas de los adultos poeta. Hablo de todos en general, que al fin y al cabo, uno elige con qué llenar su consciencia, sea de vivencias o ideas. ¿Por eso te cuesta tanto socializar con las personas? Diría más bien que ya fui muy sociable y que ello me da todas las razones para ser como soy. ¿Entonces todos terminamos leyendo un libro un sábado por la noche para no pensar en lo mismo? Permíteme corregirte: terminamos haciendo el amor, ¿sabes que en ese momento las conversaciones son más agudas y sinceras? Podría mentirte mientras hago el amor contigo. ¿Mentirme cómo, fingiendo un orgasmo o, diciendo cosas que no crees?, no, cuando sentimos placer, nuestro verbo está más vulnerable, se llama: intimidad, algo muy distinto a lo que hacemos ahora, dialogar superficialmente. Llámalo prolegómeno. ¿Prolegómeno para qué?, el misterio se desvanece en unos labios mordidos, en una vagina de fuego penetrada, en la conexión del placer, eso ya no es soledad, la soledad que sentimos tensamente ahora. ¿Entonces según tú, poeta, debimos citarnos directamente en el hotel y luego de desnudarnos, hacer el amor a la vez que nos presentamos? Te has expresado con sabiduría. Ordené la cuenta mientras ella recogía su bolso y me pedía permiso para ir al baño mientras yo pagaba lo servido. Al salir del café encendí otro tabaco mientras volví a contemplar el cielo nocturno, no, pensé, buscarle una respuesta a este universo sin sexo es inútil, solo haciendo el amor todo cobra sentido. Guardé silencio contemplando a las bellas muchachas que caminaban por las calles, apreciando sus bellezas, hasta que por fin ella me alcanzó. Que sea un hotel discreto por favor. Tomamos un taxi.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

Todos los Derechos Reservados para
Julio Mauricio Pacheco Polanco


Comentarios

Entradas populares de este blog

MANUAL PARA NO DESPERDICIAR LAS NOCHES

EL POEMA QUE HONRÓ AL MUNDO

EL CORAZÓN QUE VOLVIÓ A SU DUEÑO