EL AMOR AL AMOR
Llevamos varios meses haciendo el
amor y sé que nunca sabré tu nombre, te he hecho mía tantas veces y solo sé lo
que me dicen tus nombres cuando me amas, ¿sabes que esto no es como el primer
amor?, que ambos hemos conocido diferente tipos de personas, lo suficiente como
para saber qué es el verdadero amor, y también ambos sabemos que si mañana no
te encuentro, otra muchacha me amará como tú lo haces. ¿Cuánto tiempo piensas quedarte
en esta ciudad? Rió con tanta alegría cuando estando ella sobre mí, gritara a
todo pulmón que era la más bella, mientras las demás muchachas, sentadas en el
rellano que quedaba al lado de nuestra habitación guardaban silencio, una hora
después las encontraría silentes, sonrientes, reconociendo a algunas de
ellas cuando tuve sexo intenso, siempre de manera diferente para con cada
una, como si el amor propuesto fuera una invención que reventaba en mis
apetitos y saberlas únicas, merecedoras de sensaciones que se volvían
peculiares al saber que el sexo era original con esas muchachas donde lo dicho en el acto era propio de lo que me inspiraban y, cada
inspiración era diferente, creo eso haberlo escrito ya. Me quedaré unos años
aquí decía mientras balanceaba su sexo sobre el mío y le pedía que juntara su
pecho con el mío para sentir sus senos más cerca de lo que la sentía, dejando
caer su largo cabello negro sobre mi rostro para que lo sujetara con fuerza, lo
ordenara hacia un costado para ordenarle que me mirara a los ojos, siempre
jadeando, con el rostro complacido y feliz, dejando que mis manos recorrieran
sus muslos, abriera su derrier con fuerza mientras mis uñas se hundían en su
piel. Unos años, pensé, ¿sabes que será así la frecuencia con que nos citemos?,
formarás parte de mi vida por mucho tiempo entonces.
Una hora de sexo donde le pedí
que se esmerase en que yo alcance el orgasmo a la vez que escuchaba esos temas
de Emanuel, únicos, capaces de relajarle para su entrega, porque al sonar la
alarma del cronómetro del celular, en ese mismo momento, luego de las más de 20
poses en que habíamos hecho el amor, sentada sobre mí, con mi miembro erecto y
duro, pude sentir cómo venía en su orgasmo no solo mojando mi sexo, sino el
edredón sobre el cual la hice mía.
Al desvestirla, la recosté sobre
la cama para besar sus senos perfectos, duros, esos senos que supe proteger
entre mis manos cuando erguidos entré totalmente en ella mientras me pegaba a
su curvaba columna para sentirla muy pegada a mí, porque pedía más mencionando
mi nombre, porque al momento de hacerme el sexo oral y yo acariciar su sexo muy
caliente y muy húmedo, sabía que debía ser muy sincero, que hay veces en que es
necesario decir lo que se piensa: “si te ordeno que me mires a los ojos, es
porque sé que los recordaré en otros años, antes de morir, cuando lo mejor sea recurrente en ese viaje a un más allá del cual ignoramos todo y, pensaré que a
tu lado fui muy feliz y ello compensó todo lo malo que tuve que pasar”.
Me puse el preservativo para
penetrarla y llenarme de su sonrisa, de su risa maravillosa, de la manera
profesional que tiene para hacer el amor, porque conmigo era así, no un
servicio, sino una entrega. Publicaré probablemente otro libro en unas cuantas
semanas, he escrito más de 4,000 páginas, entre poemas filosóficos y relatos de
amor, relatos donde he escrito sobre todas ustedes, aunque estoy indeciso, no sé qué publicar,
sabes que no utilizo nombres cuando se trata de relatar los encuentros amorosos
que tengo con ustedes, uso artículos y a lo sumo, mi nombre, Mauricio. Ella estaba
debajo de mí, era una muchacha alta que no llegaba a los 23 años, demasiado
hermosa y precisa para el amor, sumisa, complaciente y amorosa como solo sabe
serlo con pocos. Publica los relatos de amor que tienes con nosotras. ¿Irás? Mi
vida es tan aburrida, sí iré, necesito salir de estas habitaciones para ver el
mundo de otra forma. Está bien, te haré caso, publicaré los relatos de amor y,
dime, cómo te va en la universidad, cuándo acabas el semestre. En estas
semanas. ¿Y dejas que te enamoren? No, Mauricio, no se lo permito a nadie.
¿Sabes que eres peligrosa?, que tienes el talento para hacer que cualquier tipo
de hombre se enamore de ti y pierda la cabeza por tu amor. Lo sé, hay tres
muchachos que están obsesionados conmigo, ya no quiero tener sexo con ellos. ¿Y
quieres con ellos? Con ninguno, son aún muy jóvenes, de mi edad, señor
escritor, no de 46 años que es la edad que tú tienes. Es que tú nunca eyaculas,
puedes pasarte horas de horas haciendo el amor y no te cansas y cuando hablas o
cantas, nos enloqueces, nosotras tenemos orgasmos tras orgasmos mientras que tú
sigues como una máquina sin detenerte. ¿Sabes, me gustaría tanto que vieras lo
que yo veo cuando veo tu cuerpo, que sientas lo que yo siento cuando te hago mía
y estoy dentro de ti para que te des cuenta cuán feliz me haces?, podría
decirte ahora, solo en este momento, que algo más intenso y que va más allá del
sexo me haces sentir, pero eres como yo, ambos nos enamoramos y lo nuestro dura
un par de días y, sabes que la próxima vez que venga, conoceré a otra muchacha
con quien sea tan feliz como contigo, lo cual no quiere decir que todas sean
iguales, quiere simplemente decir que son mejores que cualquier psiquiatra o
alguna de esas psicólogas que aún no saben qué es la vida y que no pueden ni
consigo mismas.
Faltaban solo 5 minutos para que
la hora se terminara y le pedí que se esmerara, que me diera lo mejor de ella,
que quería perder la razón y enloquecer con un clímax provocado por el intenso
placer que ella me daba. Entonces vi el rosto de una muchacha satisfecha,
complacida, vi el rostro de una veinteañera que alcanzaba un orgasmo que se les
es negado a todos los citadinos, para luego, recostarse sobre mí y ver mi
preservativo y esta vez no decirme que me había hecho la vasectomía si no, para
observar mi líquido preseminal pensando que así era mi esperma como una mujer
curiosa interesada en saber de mi simiente. Tu esperma es gris y transparente
decía mientras con sus dos manos cogía mi miembro erecto. No, no es mi esperma,
puedes vestirte, ambos sabemos que estaremos juntos por muchos años más, que tu
harás el amor con otros hombres y yo con otras muchachas, pero ambos sabremos
que entre los dos, hay algo más que un simple servicio y que cada vez que nos
citamos, siempre es distinto, como te dije hace un momento, inventamos el amor
en cada sesión que tenemos. Ella salió de la habitación con ganas de llorar, eso
era normal para mí, mis mujeres lloran después de tener sexo conmigo, se llama
felicidad, valoración, es otra forma de amor que pocas personas pueden
entender, porque vi a todas las muchachas esperando en el rellano esperando a
que saliera, para ver a la muchacha rubia, de piel rosada, sonriéndome como
solo sonríen las que se enamoran de los hombres maduros como yo. Les dije que
cuidaran a la muchacha con quien había hecho el amor. Volvería, la muchacha
rubia que ya antes había sido mía no solo tenía las mejillas muy rosadas, tenía
ganas de volver a hacer el amor conmigo. Volvería por ella. Era el amor al
amor.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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