EL CAMINO QUE RECORREMOS
La tarde solo puede significar una muchacha con la cual se
hace el amor,
Una puesta de sol luego de una ducha tibia según la estación
Si es posible en invierno, frente al mar
Cuya única sabiduría sea la poesía entre ella, su cuerpo, y
yo.
Todo intento de salvar al mundo en nuestras pláticas debe
Y reitero, debe remitirse al acto sexual,
Otra forma de participar aquí, en medio de la ciudad o donde
fuera
Carece de sentido para los prácticos, para los que hemos
recorrido largos caminos.
Entonces encendería con sumo placer un tabaco mientras
pruebo de mi té helado
Para repasar las noticias sobre su cuerpo
Las novedades que me hacen sentir vivo, como cuando beso el
secreto de su piel
Que me ha honrado conocer, para saber de su locura
De lo que ningún hombre antes supo.
Entonces escribiría entre coito y coito algún haiku o quizá,
Quizá dibujase su rostro en mi cuaderno de apuntes
Para saber en qué momento estuve vivo cuando fue a su lado
Porque sé que no todas las tardes son iguales,
Sé que hay tardes donde solo hay tabacos y té helados
Y la compañía de cientos de recuerdos, más nada, más nada,
Como lo son las horas cuando el tiempo es algo denso,
pesado, enfermo,
Algo que se quiere evitar a toda costa, a pesar de estar
erecto y entender
Que en esas tardes, ellas no estarán
Y así de esa forma podría explicar lo imposible de todos,
No de no tener a quien decir Te Amo, porque eso ya no lo
decimos,
Sino decir: Te Quiero con mis labios recorriendo su piel
tersa
Una piel peregrina y sin dueño, como lo son también mis
labios
De largo recorrido, con la ansiedad de quedarme hundido en
ellas
Hasta destruir las agujas del reloj y entender una vez más
Que es lo único que importa,
No que ella se quede a mi lado para siempre,
Yo no querría lo mismo para conmigo.
Pienso que es mejor así, entre preservativos, veinteañeras
que vienen y se van
Y poemas bien escritos, en nombre de lo más sagrado y que
todos buscan
Y que hallé en una tarde de desesperación, cuando la hora difícil me entregó a los brazos de ellas
Mi excusa para no ser un muchacho suicida,
Un hombre que no se tatuó.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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