UNOS CUANTOS AÑOS FELICES PARA EL POETA






Quiso creer el buen muchacho que hacía poesía
Que había un tiempo diferente a pesar de todo
Y que en la calle menos pensada, antes que la vida fuera un texto inservible
Y las memorias, historias que solo los tontos repiten,
No solo habría una respuesta para la estrella fija en el cielo
O el por qué trabajemos sea una excusa sana para el orden establecido.
Dijo este buen muchacho que porfiaba en escribir
El buen muchacho que hacía caso a los libros
Y aún  desconocía del abuso de la sabiduría por parte de los viles que,
La esperanza tenía aroma a casa con niños y mujer,
Que los sueños no eran vanos ni caprichos de la voluntad,
Que más allá de la experiencia de los fracasados
La razón del por qué permanecemos vivos estaba frente a nuestros ojos
Y que la prisa de los mayores les impedía entender
Lo que conmueve de una canción, el pulso vehemente del que pinta lo original,
La poesía de los maestros cuando erguidos otro mundo visionaban.
Y así, este buen muchacho, con su cuaderno de poemas
De otras realidades hablaba cuando las penas presentes
Extrañaban a quienes le oían y una y otra vez repetían a su voz:
¡Es poesía, es poesía!
¿Qué es poesía entonces sino lo que el ojo ve cuando todo es oscuridad?,
Decía así este buen muchacho,
¿Qué es poesía sino la madrugada antes del sol, cuando todo vuelve a empezar?
Quiso el buen muchacho que hacía poesía
Definir lo que los hombres grandes llamaban causas perdidas
Y quiso entregar a los solitarios lo que en su alma crecía
Ante la preocupación de los que solo saben hacer dinero y
Otras maneras de vivir tenían.
Su leyenda es grande, voces fuertes cruzan ante sus versos,
Hay oraciones que se unen para que se mantenga puro
Y no sea de los comunes con nuestras vivencias
Para así tener la certeza que en algún lugar del mundo
La Fe permanecía a pesar de estos días donde la soledad triunfa.
Quiso el buen muchacho que hacía poesía
Con sus palabras escribir la vida que todos dimos por perdida
Y quiso cantar ante los oídos de los mundanos que todas las canciones cantaron
Lo que nunca antes había sido cantado
Para la alegría de los felices que no saben dónde muere el Sol o qué es la Luna.
De sus manuscritos, los que rescataron sus escritos antes de la noche de su perdición
Grabados en hierro, en la Biblioteca de los sagrados
Los que vigilan el saber propuesto por los justos y sin culpa
Han apartado las premoniciones que no se cumplieron
Y las plegarias del profeta que alguna vez fue poeta
Hasta la noche de su perdición,
Como lo fue con todos, antes de entrar al llano de este mundo,
Porque alguien en su hora más insoportable
Habrá de alcanzarle sus escritos para decirle como llama el deber:
Así empezaste tú, así empezamos todos,
Antes de ser comunes entre nosotros.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta

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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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