LA LEYENDA DEL SONIDO
De lo que he de versar, viene desde las centurias a las que
pertenecemos
En mi sapiencia, no hay guerrero que no la haya necesitado y
conocido
¡Oh, horribles momentos donde no has muerto en plena batalla
y te sabes perdido!
¡Ah, he de retornar una vez más como veterano soldado para
recordar qué nos ha salvado
En todo este tiempo, cuando lo hemos perdido todo y, en los
ojos, la esperanza yace muerta!
Reza la leyenda que en los orígenes el vigor de los hombres
tuvo que ser mayor
Para que hasta el día de hoy, estemos relatando nuestras hazañas y victorias
Y honrando la memoria de los que no pudieron soportar la
derrota que enloquece
A los invencibles y que desde sus tumbas, otros días de
gloria nos recuerdan
Quiénes fuimos, quiénes somos, qué nos mantiene en pie
Para no ceder a los largos días donde el alma ha muerto para
siempre.
Porque en mis retornos, que han de ser reiterados a lo largo
del tiempo
Escogido entre todos para que la vida perdure y la raza
humana no se suicide
De lo que dice esta leyenda en mi epitafio y a la cual
acuden los más fuertes
Desde todos los confines del mundo, para saber quién fue el
primero en el origen que
Erguido venció a los propósitos de lo que otros llaman
Maligno y yo llamo:
Flaquezas inevitables que nos recuerdan que solo somos
hombres
Detrás de todos los que vencimos, detrás de todos nuestros
laureles,
Detrás del nombre que permanece en el tiempo y sobrevivió a
los días que fueron
Noches inacabables cuando el universo en silencio deliberó
el final
Entre Dioses que no se reconocían y titanes sin fuerza para
seguir
Que cuando el corazón palpita con intensidad, la razón sin
respuesta siempre será mayor
Y todas esas preguntas que nos enfrentan contra lo
inexplicable nunca fueron superior
Al deseo de seguir aquí.
Porque entre los primeros hombres, antes que los tiranos
comprendiesen su sabiduría
Y antes de todas las Tablas de la Ley
De mi pecho brotó el grito de lo que después serían los
poemas, los cantares de gesta
Y todo lo que consuela a los que dominaron y han de dominar al
mundo
Y en sus ojos, perdura la sed de otro día más, ante nuestra
total soledad desde el firmamento.
Que si bien, nada ha sido resuelto y seguimos aquí
Erigiendo ídolos para tener en qué creer y cediendo a los
apetitos del poder
En la noche de los tiempos, cuando todos sucumbieron y ya
nadie tenía palabra qué decir
La primera palabra verdadera fue como la inspiración de la
vida
Algo que no sabemos qué es y que desde entonces al sentirse
en lo inconmensurable
Brazos fuertes tras brazos fuertes, entre pies que todo el
planeta conquistaron
En los momentos de las Lunas que eran eternas y sin sentido
Golpe tras golpe, mis puños sobre el acero no conocido por
los demás
Invadieron el silencio en el universo
Y en esto no hubo
Dios ni Diosa que interviniese
Y a eso se le llamó música ante el voltear de la totalidad
viviente
Si acaso fue la verdadera palabra, la que solo podía ser
pronunciada a través de sonidos
Cuando ya nada podía ser dicho y todo sería desolación y
ausencia.
Es así mi Leyenda y es así la Leyenda del hombre y ha de ser
así hasta que alguien nos explique
Qué hacemos aquí, cuando honramos la espada y el cielo
ignoto
Que son largos los peregrinajes para los que quieren saber
de la Leyenda del Sonido
Para volver a empezar, como volvió a empezar la humanidad,
en el origen.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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