EN EL SECRETO DE DIOS







Un buen Dios en otra parte, sabio entre los dioses sabios, pensó en la eternidad el origen de la desgracia del hombre y, creo un universo solo para aquellos que estuviesen dispuestos a conocer placeres lejanos a la carne. Por supuesto que este Dios en su conocimiento, no otorgó órganos sexuales a sus creaturas ni tampoco diferencia entre hombre y mujer como en la creación del Dios que tenemos. En su universo no existía ni varón ni mujer y, por tanto, ni alimentación ni algún otro órgano que obligara a sus creaturas tener que depender de algún esfuerzo para sobrevivir. Está demás decir que ese universo no solo era perfecto, allí la mierda no existía porque el hombre no solo no excretaba, sino que además no tenía ano. Dedicados al desarrollo de la música, estas creaturas eternas eran autosuficientes y ninguna tenía el ánimo de saber de sus iguales, más bien se les fue otorgado la potestad para recorrer el cosmos para saber de los males de otras creaciones y otros dioses malvados. Y fue así que al conocer nuestro pequeño planeta, contemplaron seres desdichados, apegados al placer de la carne y a hacer dinero, en constante pelea unos con otros, quejándose ante su Dios complacido de saber que le necesitaban en sus oraciones. Y fue que en sus retornos, aprendieron el idioma de los humanos y le preguntaron a su creador por qué ese Dios malvado les dio tal naturaleza a sus llamados hijos bien amados a lo que este Dios les contestó: ése Dios por el que me preguntan es uno de los más viles dentro del Cosmos, expulsado de nuestros dominios por siempre por sus perversiones y vilezas para con las creaturas a las cuales les ha dado vida. Intrigados en su curiosidad en palabras que aprendieron de nuestro mundo, le preguntaron: ¿por qué ese Dios creó hombre y mujer y en nuestro universo no existe tal diferencia, si vemos que afanosamente buscan algo que no existe llamado: Amor?
¿Quieren conocer al Dios perverso que rige en ese pequeño mundo donde nadie es feliz? Mas fue pronto el retorno al universo de los felices, las creaturas que no tenían género sexual ni apetitos concupiscentes que en sus costumbres volvieron  tras su placer por la música y la creación inacabable que les hacía felices. Entonces este buen Dios complacido en la sabiduría de sus creaturas por no querer conocer la morbosidad del Dios de nuestro mundo, dio vida a una creatura para hacer justicia en el pequeño mundo que es nuestro.
“Nunca se sabrá de ti, todo lo que se diga será alterado y nombrado como textos sagrados. Sodomitas y malvadas mujeres promiscuas harán libros sobre tus enseñanzas y le llamarán Biblia, pero habrá alguien que te honre y justifique a quien iluminaré para que sea sabio y testimonie sobre el Dios Desconocido que inútilmente buscan en medio de sus dolores y sufrimientos”.
Y así, este buen Dios eligió un pueblo que entre todos, sería el que domine ese planeta que es en el que vivimos y, lo llamó el pueblo judío. Y, en revelaciones a sus Patriarcas, les dijo que el mesías que esperaban llegaría un día en voz fuerte e iracunda para en el momento de la historia, revelase a los de esa generación a quiénes adoraban, entre dioses con cabeza de animales, o bestias semihumanas que forman parte del saber maligno del Dios que les dio vida.
Los Maestros de La Ley pensaron que quien se les había presentado era el Dios Desconocido y decidieron hacerle caso y, así, nació el Cristo de esta Era, alguien que daría enseñanzas a creaturas que no le entenderían, porque este ser divino, ni sexo tenía, ni tampoco algún otro órgano que le pidiera alimento alguno para poder subsistir. Y les habló del verdadero Amor.
De sus enseñanzas en este mundo perdido por el deseo y el poder como afanes de riquezas, nada quedó, todo fue borrado y quemado, pero, de sus revelaciones, quedó establecido para los maestros judíos quiénes eran los dioses que dominaban ese pequeño planeta que es el nuestro, entre demonios y bestias, que aparentaban disputarse a los fieles de un Dios imposible en seguir por sus mandatos contrarios a su naturaleza.
Que en lo que revele por orden del Dios Desconocido miles de años después, afirmo que el Dios perverso que domina este pequeño planeta en que vivimos es una mujer, que dueña del conocimiento de la zoofilia y todos los placeres de la carne que han de terminar en la desviación, sé de otros textos donde la verdad permanece oculta y donde este Dios abyecto no tiene dominio ni poder, se me ha conferido darles alcances del por qué el pecado existe, como voluntad de ese creador que se divierte con sus santos y creaturas perdidas, porque les dio el placer para conocer una felicidad que nadie disfruta y los condena a tener que trabajar entre guerras y competencias de unos con otros, para tragedia de este mundo, que, al volver este Mesías de nuestro planeta, le preguntara al Dios Desconocido, ¿por qué están condenados a la sodomía y los apetitos de la carne tales creaturas? A lo que este buen Dios contestó: en el origen de los tiempos, cuando todos los Dioses se repartieron el Cosmos, fue expulsado el más malvado a los confines donde nadie debe acercarse, que este Dios, siendo mujer, con todo lo que esto signifique en la procreación, la belleza y los placeres, se divierte en su malsana naturaleza con las guerras y el derrame de sangre, como el odio entre seres del mismo linaje si acaso ha impuesto como condición que sea el dinero lo que predomine dentro de sus gobiernos para condena de sus creaturas que nunca deberán entrar en nuestros cielos. Que sea el Diablo y cuanto ángel del Mal exista en ese mundo, obedecen a esta mujer que ha creado a hombre y mujer con fines sexuales, para el desconsuelo de los que quieren serle fieles, porque dentro de su condición humana, no hay ser que se resista a los placeres de la carne, ni ser que pueda conocer la paz si a esto, debo añadir que está impuesto como condición que todos deban trabajar para tener dinero y además morir, como no ocurre en otros cielos, donde todos ustedes son eternos y no buscan el amor ni saben de penas o desesperaciones, si acaso ignoran qué es el dinero o tengan necesidad alguna. Este Cristo al retornar a los cielos donde el Dios Desconocido vé felices a sus creaturas olvidó pronto el idioma de los seres humanos y se entregó de lleno a sus soledades perfectas y llenas de dicha, mas ignoró algo que debo anotar para mis atribulados lectores dentro de todo lo que he revelado: “no ha de durar mucho ese mundo que vigilamos donde los seres humanos están condenados a procrearse y hacer dinero, donde los hombres matan a otros hombres y donde todo es falsedad y equivocadas soledades, porque en todo el Cosmos, el Dios vil que es una mujer, sabe que será ajusticiada como fuera escrito en el libro que está oculto y se llama: Revelaciones, donde ha de ser juzgada por todos los Dioses de este universo, para que las creaturas vuelvan a ser lo que en otros universos son: seres autosuficientes que desprecian el dinero o el sexo, si acaso solo en ese planeta existe varón como mujer, la aberración de un creador que se ingenió para robar la paz a sus creaturas, dándoles el sexo y la negación de éste, para alcanzar un cielo que no existe, desde su condición mortal y corrupta, sin derecho a otra vida". Y así lo que he escrito tiene relación con la justicia y con lo que me ha confiado el buen Dios, el Dios Desconocido, el que no creó hombre y mujer, sino creaturas eternas y felices, sin necesidad alguna y que dejó entre sus enseñanzas el lenguaje de la música para hacernos soñar con el universo que otros Dioses han creado y que debimos conocer.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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