LA PALABRA DEL EMBAJADOR







Debo admitirlo, al principio tomé con calma el hecho de ser Embajador en Perú por la Fundación César Egido Serrano y Museo de la Palabra, que desde Madrid, previa sesión plenaria, se decidiera otorgarme tal responsabilidad. Tenía a mi mano una jarra de limonada, unos tabacos y, la consciencia y lucidez que se requiere para afrontar algo que inmediatamente visualicé como el primer paso para una lucha que por fin ha sido oída. Porque ahora se me ha dado tribuna y, todo lo que he declarado desde mis videos y escritos, ahora tienen el respaldo de gente que cree en lo mismo que yo. Le comentaba a mi hermano con sobriedad que sabía del alcance de las obligaciones que me esperan, de lo mediático que puede ser todo esto, de tantos años de insistencia en un contexto donde los Poetas disertamos un saber que pensé, era equivocado. Porque a mis 46 años, hoy, 06 de febrero, luego de haber regresado de vender mis poemas por el bulevar Mercaderes del cercado de la ciudad, acaso al presentarme con mis poemas y decirles a los jóvenes y jovencitas que, la poesía no son solo versos, que son palabras que gritan por un mundo mejor y, que la función del Poeta es bregar por los anhelos que otros han dados por perdidos, esas causas donde nadie batalla y, se deja llevar uno por la vida fácil, por la renuncia a los sueños personales que son legítimos, al no tener miedo a asumir la misión que uno entiende, recae desde su estar en el mundo, cuando hablamos de la libertad, del compromiso con las personas que vuelven a recuperar la fe en el ser humano, entre la soledad y un modelo social de convivencia donde todos estamos contra todos y, es innegable afirmar que el mundo es movido por intereses económicos, muy lejanos o distantes por todo lo que he propuesto desde mis blogs, cuando hablé y escribí por el sueño que es de todos: ser felices y, desde el poema, demostrar con certezas que, los obstinados, los tercos, los que hemos rechazado el camino de quienes quisieron llegar a la cima sin entender que el ritual de la fama, es una experiencia donde he aprendido, nunca podremos contentar a todos, que ser protagonista de cambios dentro del mundo, nunca significará que nos entendamos entre unos y otros, si acaso se me ha encomendado precisamente ello: obtener soluciones utilizando La Palabra, mas ya no desde mi habitación, grabando videos donde hablo de la importancia de tener un norte, de saber hacia dónde vamos, del propósito personal ante uno y la vida, en esta brevedad donde entiendo, La Ley, debe ejercerse y, El Crimen Organizado que te da la vida fácil, te pagará mal, como lo he corroborado y ante lo cual, como conversará con un boina rojo hoy en la mañana en plena Plaza de Armas de la ciudad, (los boinas rojos son comandos especializados que cumplen la función específica de proteger y hacer respetar la Ley), si acaso ahora, luego de haber vencido otro ritual que es el de la emoción, el de querer celebrar según la idiosincrasia propia de Perú, es decir, llamar a algunos conocidos y beber unas cervezas como tal vez llamar a alguna  conocida para tener sexo y pecar de jactancioso o importante. No, no cedí ante lo que de pronto fue el talón de Aquiles de muchos intelectuales de mi país que, cuando se les dio la oportunidad para dentro del mundo, ser coherentes con su discurso, se fueron de fiesta y felices de ebriedad, quizá no entiendan como yo entiendo, esta labor titánica que es la de proponer a través del diálogo una mejor sociedad, libre de daños lacerantes que echan a perder a nuestras juventudes.
Ahora sereno, calmado, tranquilo y enfocado a la labor que se me encomiende, consciente de mis limitaciones, puedo decir por fin que la puerta se me ha abierto para todo el planeta y, que mi responsabilidad es mayor, al saber que lo que he pedido se me ha sido otorgado y que en el transcurrir de los días, otras experiencias con personas que desde posturas muy distintas a las mías y, costumbres que no comparto, estarán sentadas a la mesa conmigo, desde cualquier lugar del país o del mundo, para hacerle justicia a La Palabra y volver tras los pasos de los Maestros de la Literatura, los que llenos de intentos, desde las experiencias extremas que conozco bien, nunca dieron el brazo a torcer, cuando se trató y trata, de salvar al mundo.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

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