DOS EXTRAÑOS ANTES DE AMARSE
Para esto hemos leído tanto. Supongo
que con alguien debemos comparar nuestras soledades. Ya, lo sé, pero sucede que
las soledades de los autores son difíciles de entender, apenas puedo entender
la mía. ¿Te sientes solo a mi lado? Esas empanadas de pavita con relleno de
verduras, recién sacadas del horno estaban muy deliciosas. Sentados a la mesa
con una vista agradable desde la avenida principal de la ciudad, autos y
personas se desplazaban sin que nos interesara hacia dónde ni por qué. ¿Tú te
sientes sola a mi lado? Ella probó de la chicha morada que estaba bien helada.
¿Me invitas un poco de tu vaso?, el zumo de maracuyá no me es agradable ahora.
Entonces no besas a tus putas. La miré con ganas de reírme. Estas cosas no se
comentan en estos locales. Pero apenas la gente miraba sus platos donde había
porciones de tortas o tazas de café servidas. Ese silencio de los burgueses
pensaba mientras volvía sobre el principio. No hablábamos de nuestras
soledades, hablábamos de lo difíciles que son algunos autores que son de
lectura obligada. Es que es domingo. ¿Qué?, qué tiene que ver que sea domingo. Es
que solo los domingos se puede dar uno licencia para pensar en cosas bobas,
pero aún no me respondes si te besas con tus putas. Ella retenía con sus manos
el vaso con chicha morada helada. Los besos son algo que he olvidado darlos. La
última vez que besé, pensé que lo era todo, pero debes comprender que la
experiencia está llena de errores y yo he optado por ser alguien
reflexivo ante impulsos donde solo la penicilina podría sacarme de apremios
notorios e imposibles de ocultar. ¿Has usado penicilina para los labios? En realidad
soy alérgico a la penicilina y bueno, tampoco sé si se debe usar, la mencioné
por salir del paso, nunca he tenido venéreas. Ella empezó a observar con
detenimiento mis labios carnosos, gruesos y al parecer de ella: inútiles después
de cientas de noches de placer. Qué me dices de ti, solo las putas la succionan
con preservativo, podría pensar que tus labios succionaron muchos penes sin que
me garantices el que no contraiga alguna enfermedad o contagio. Eres una
mierda. Me alcanzó el vaso con chicha morada helada. Lo siento, se me quitaron
las ganas. Sorbí de mi vaso con zumo de maracuyá mientras que una señora de
apariencia conservadora me miró con enojo y desprecio. Metí diente otra vez a
la empanada. Aquí saben prepararlas de una manera especial. Me tienes 5 minutos
con el brazo estirado con el vaso de chicha morada. Que ya no deseo, gracias. No,
no es que la desees o no, debes tomar la chicha. Sus ojos estaban clavados en
los míos. No tenía ánimos de entrar en una discusión. Era nuestra primera cita.
Okey, iremos contra el protocolo. Me acomodé con mi silla más a su lado
mientras abría su boca ante su sorpresa y poca reacción para verificar si tenía
caries. Tus dientes están completos, tienes buen aliento, no tienes sarro, pero
igual, eso no garantiza nada. ¿Siempre eres bien mierda con todas? Yo no empecé
nada, una cosa va con otra y así de pronto, sin darnos cuenta se termina en una
gran discusión normalmente inútil. Ella seguía con su brazo tenso y firme
estirándome el vaso con la chicha morada: haz de cuenta que es un amigo tuyo
con el cual compartes el vaso de ron. ¿Olvidas que no bebo, estimada? Además,
esa costumbre de beber de un solo vaso ya está en desuso en este país. Lo pruebas
o me largo y nunca más sabes de mí. Lo siento, muchas imágenes han cruzado por
mi mente, no puedo. Ella por fin bajó el brazo, pero no por ello dejó de
hablar: entonces me das asco. Tu miembro viril por más preservativos que hayas
usado está lleno de orgasmos vaginales de mujeres de la vida. Tú eres el
inmundo. ¿Es preferible a penetrar gays o gallinas, no? Das asco, ya no tengo
apetito, quiero irme. Acabemos estos postres, están deliciosos. Probé un poco
más del zumo de maracuyá. La tarde prometió una lluvia que nunca se dio. ¿Has
penetrado gays o gallinas? La miré fijamente mientras le contestaba: ¿te has
dejado penetrar con el puño por una lesbiana? ¿Cómo son los besos de una
lesbiana que te hace el sexo oral con la misma boca que besa y le hace el sexo
oral a otra mujer? ¡No soy lesbiana!, gritó intempestivamente mientras que los
presentes lo tomaban a broma. Un hombre maduro que estaba mesas más allá me
dijo amablemente: ¡no la hagas renegar hombre, prueba de su vaso de chicha
morada, igual harán el amor! ¡No soy una
puta!, volvió a gritar a todos los presentes, ¿cómo se les ocurre que por salir
una sola vez con un putero voy a terminar haciendo el amor con él? Todos se
calmaron y volvieron a sus conversaciones cotidianas de un domingo cualquiera. Ya
tuviste tus 15 segundos de fama, ¿estás contenta? Ella sonrió aliviada. Era una
hija de puta. Es cierto, necesitaba desahogarme, no sabes qué bien se siente
gritar ciertas cosas a los cuatro vientos. Entonces tomé el vaso con chicha
morada helada y lo probé con sumo agrado y placer. Total, para eso existe la
penicilina, ¿no? Eres bien mierda, dijo mientras se reía a sus anchas. Aclarado
el tema donde he concluido que eres una loca linda por no decir, de mierda,
volvamos al inicio de nuestra conversación, con la condición que esta vez sepas guardar las
maneras y las formas. ¿Era importante lo que hablábamos? Creo que sí,
hablábamos de las soledades, de si me siento solo a tu lado, de si te sientes
sola a mi lado, de la soledad de los autores, fue entonces que mordió de mi
empanada y me atrajo a su boca para compartirme el bolo de comida en pleno
beso. ¿Ahora te sientes solo, cerdo putero? Me acomodé en mi silla mientras
disimulaba mi erección ante ella sin mucho éxito. No seré puta estimado
Escritor, pero algo sí te puedo garantizar: soy todo lo que menos esperabas en
una mujer. Y volvió a besarme mientras descaradamente cogía mi miembro erecto
para el pudor de la señora conservadora que se ruborizaba y comía con más
ansiedad su torta con chocolate. Creo que también tenía ganas, como yo, como
todos, como el mundo entero que tiene ganas en un domingo cualquiera cuando se
va a locales como este para aliviar ansiedades no satisfechas de la piel. Digámoslo
de otra forma mi estimada: nada de promesas ni juramentos, solo lo que nazca
cada vez que nos citemos. Estoy de acuerdo dijo mientras probaba ahora ella de
mi vaso con zumo de maracuyá. ¿A manera de quién será? A mi manera, con
preservativos como siempre, no me fío de ningún otro método anticonceptivo. ¿En
qué territorio? En el mío, en mi apartamento. Y de qué hablaremos pues por lo
que te he leído, sé que te gusta filosofar mientras haces el amor. Hablaremos de
la soledad hasta olvidarnos de ella, ¿te parece?
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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