LOS DÍAS SIN LLUVIA







Tienes que desentenderte de ti, darle libertad a otras temáticas; escribes e insistes en escribir siempre sobre los mismos temas; está bien, entiendo que admiras mucho la sabiduría y crees que la literatura parte del aprendizaje, que solo de esa manera puedes darle vida a los personajes de tus historias, que solo de esa forma tu poesía puede ser sincera y, no te digo que esté mal, de vez en cuando puedes recurrir a ello, pero todo aprendizaje llega a su final llegado el momento, según sea el estadio de vida que lleves, todo poema está destinado a no pertenecer al poeta, está destinado a ser poesía, más allá de tu conocimiento, si es que así se entienda al arte: una propuesta donde no esté el autor.
Estos días sin mucho presupuesto me hicieron sentir un sabor diferente a los mates de manzanilla como a las jarras con café. En realidad son muy diferentes los días nublados en Arequipa a los del puerto; allí la humedad es agradable he invita a no levantarse de la cama luego de una ducha con agua caliente y un jarro de té con cedrón humeante, ese aroma al cedrón, en otros personajes podría decir que su aroma es relajante, reconfortante, en este personaje puedo decir que los días nublados sin humedad son tediosos en la cama, como para no leer a no ser que llueva-¿me recuerda esto otros años cuando tener un poemario en las manos significaba algo?, quizás eran los poemas de un poeta cualquiera al que había que hacerle caso en algo, total, era un poeta y eso era algo sagrado, digamos, a los 20 años-porque cuando llueve en esta ciudad, los prodigios al momento de escribir normalmente suelen hablar de otras cosas-como cuando se ha hecho el amor y se te vienen un millón de cosas a la vez y el impulso inmediato es sentarse a escribir mientras las muchachas leen los libros de uno; ¿no te ha pasado amigo lector ver un hermoso trasero mientras ellas leen tus escritos y de pronto todo parece estar resuelto y uno quiere que así sea la vida siempre?-pero no llueve ni tampoco hay ánimos para el té con cedrón y su aroma perfecto, permanente-me levanto de mi asiento, cojo en este momento el aromatizador a vainilla que inmediatamente el apretador del spray termina por mezclar el olor a tabaco-este cuarto huele a tabaco solía decir ella cada vez que entraba para hacer el amor; unos pies descalzos y pequeños, sumamente blancos y en mi apartamento donde no hay moscas ni hormigas, mucho menos arañas debajo de la cama o en los ángulos de las habitaciones; ¿te gustan las antigüedades?, preguntaba observando los artefactos: una computadora de la década pasada, un equipo de música de hace dos décadas, un televisor de esos que tienen forma de caja, para nada plano, un escritorio de modelo clásico, un armario para lo necesario, apenas un par de pantalones, una chompa del mismo color cada vez que era cambiada o se compraba otra en los Malls y esa cama que me acompaña desde que empezara a masturbarme a mis 13 años; yo más bien contemplaba su hermoso trasero blanco al cual empezaba a maltratar y que ella de manera complaciente permitía-pero tal vez-me levanto de mi asiento para ir a la cama donde he dejado la cajetilla de cigarrillos, hago una pausa mientras pienso: quizá lo único real para mí sea el sexo, quizá siga siendo un egoísta que no ha aprendido a darle valor a las cosas materiales o, quizá sea alguien que sabe darle el verdadero valor a lo que vale la pena-. Por ejemplo, encender tabacos para escribir me es muy rutinario como los cafés donde suelo pedir una botella de litro de Coca Cola a falta de mi KR-no tengo nada en contra de los bares, me parecen lugares necesarios y tradicionales, consultorios amenos donde los amigos saben más que los psicólogos y donde se va buena parte de nuestro presupuesto-un presupuesto que bien sé gastarlo en  mujeres-y entonces, abro mis ojos a un panorama donde está la Plaza de Armas y viejos recuerdos donde alguna vez un niño se me acercara en plena noche sin dejar de seguirme para finalmente decirme: “cuando sea grande quiero ser como tú”-tendría que remontarme a esos años cuando recién empecé a ser publicado y era un poeta célebre, casi un profeta en los poemas puros, los que no hablaban de mujeres poseídas, dominadas, sometidas, hechas carne para los felices-mas son solo imágenes que se desvanecen entre silencios donde yo no estoy invitado para enredos que siempre terminan en pleitos legales o prisión-he visto tantos buena gente con apariencia decente no ser nada de lo que aparentaban ser; creo que los más listos sobreviven o tienen permiso para vivir holgadamente por un tiempo, porque a todos se les acaba el tiempo o saben, las horas de dicha inevitablemente conducen a los juzgados donde te quedarás sin dinero y amigos-. A ver, si solo fuera eso la vida, verlas desnudas sobre mi cama, con sus traseros entregados como un fruto al cual hay que  meterle diente fuerte, esas muchachas que te ponen el trasero en tu rostro y te reclaman que las hagas sentir, sentir lo que sienten cuando están con uno. Sin embargo la vida no es igual para todos-la ducha de agua caliente y el mate de manzanilla resulta a veces ser reconfortante a pesar del clima seco y la ausencia de lluvias en esta temporada. Prefiero los días soleados a la piel rosada de los días sin sol-aunque es mucho mejor las muchachas de 20 años que apuradas para el amor, no tienen vergüenza alguna en pedirme más al momento de tener sexo.
Porque debes salir del testimonio, no siempre todo lo vivido ha de ser un buen argumento para plasmarlo en el papel, sea en este caso tu blogger o redes sociales. Está bien que las experiencias no sean buenas todo el tiempo-ya pasaron los años de la maldición, de cuando escribiera mis poemas de rebelde condenado, del peleado contra el mundo; ¿era necesario entender la soledad para poder escribir sin apremios?; total, los pagos son mínimos: recibos de agua, luz, celular, cable y alimentos; todo el presupuesto restante era solo para saber de nuevas muchachas para tener sexo-es justo en este momento cuando pienso en los demás escritores o escritoras, en las palabras que utilizan para explicarse en sus luchas, en su estar dentro del  mundo; ¿debería leer algún autor que me diga cosas diferentes?; no tengo tiempo, a penas y justas y alegrías me leo a mí, es decir, medito sobre lo que quiero escribir; ¿no me dijo ella, la muchacha de cabello bien rubio en los noventas que era necesario vencer el tiempo para así escribir complacido?; recuerdo siempre en cada escrito a las mujeres que formaron parte de mi vida-ese rostro era como el de un ángel mientras pudo serlo, cuando me brindó todo lo mejor de ella; o ellas, porque ahora no sé qué será de sus vidas, si la estarán pasando igual que yo o las soledades en tierras extranjeras sean difíciles para pintar o escribir o diseñar casas-pero es que no puedo, podría hacer ficción, podría narrar otras historias, pero me he llenado tanto de vida y creo tanto en  estos rituales-la ducha de agua caliente, el aroma a vainilla mezclado con el tabaco y el tabaco que acaba de terminarse entre mis dedos mientras lo hundo en el cenicero, este silencio desde donde hay paz otra vez o los días carentes de muchachas que no soporto; porque debo ser un hombre muy complicado para el amor al parecer de las mujeres de mi generación, (otra cosa es que no sea como todos, que no tenga un ápice de corrupción y por ello los discursos a compartir al momento de amarse sean dos voces diferentes que no se entienden), pero no, no puedo, siempre estoy escribiendo sobre lo vivido-pruebo un poco más del mate de manzanilla, me dispongo a prender otro tabaco mientras buco los fósforos-la verdad es que no tengo o no sé de otra forma para-escribir.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

Todos los Derechos Reservados para
Julio Mauricio Pacheco Polanco

Comentarios

Entradas populares de este blog

MANUAL PARA NO DESPERDICIAR LAS NOCHES

EL POEMA QUE HONRÓ AL MUNDO

EL CORAZÓN QUE VOLVIÓ A SU DUEÑO