DE MAROCAS NUNCA MÁS Y ADIÓS AL NEOLIBERALISMO






Porque una cosa es que sepas que los hoteles donde haces el amor sean seguros, visitados por gente decente y discreta, con sábanas cambiadas y olor limpio, con colchones sin mancha de menstruación y, baños sin olor alguno, con wáter’s pulcros y mayólicas que brillan por el aseo dado y, claro, las muchachas veinteañeras que carecen de lunares en el cuerpo, lunares en el rostro, inexpertas algunas para el amor, precisas para enseñarles los caminos del placer y, otra que renuncies a ellas, porque de pronto al momento de querer cerciorarte que estén sanas, se nieguen a que les revises el interior de su vagina, si acaso tengan papilomas o condilomas, esos virus tan propios de los que llevan una vida sexual intensa, promiscua o liberal.
La ignorancia va de la mano con la inocencia. Y puede ser inocente un gran maroquero, desde los que van a night clubs, hasta los que llevan años casados y siendo infieles, se enteran por sí mismos de los riesgos que implica tener 6 o más mujeres.
Nadie quiere de pronto despertarse y encontrar verrugas en las ingles o el monte de Venus, mucho menos con un lunar en el rostro, para tener visitas al principio vergonzosas con los dermatólogos ante quienes pareciera que uno ha cometido un crimen y merece dar asco.
No me convencen por ejemplo unos ojos azules, o una cabellera natural rubia o una piel muy blanca. Parecerá que a partir de ahora, debiera hacer la labor de un ginecólogo antes de hacer el amor: auscultar bien a la muchacha con quien deba hacerlo, si de pronto ambos antes tengamos que exponer nuestras biografías sexuales para saber a qué atenernos.
Yo diría más bien que he tenido que llegar hasta aquí para callar las voces que reclaman la liberación sexual femenina o la promiscuidad, es decir, que las mujeres puedan tener la mayor cantidad de parejas posibles, en pleno ejercicio de su libertad sexual. Porque los preservativos no protegen ante este tipo de enfermedades de transmisión sexual, así la pareja en cuestión no tenga síntoma alguno de padecerla, ya que se manifiesta 5 años después o 10 años en otros casos con los primeros síntomas.
¿Monogamia? Duro es aprender esta lección en pleno siglo XXI, sobre todo cuando se ignora tanto y nadie se atreve a escribir sobre esto, porque alguien sensato no hace el amor con la primera muchacha que le ofrece amor. Desde el herpes hasta la gonorrea resistente, nunca sabemos qué más se pueda contraer si acaso esté uno arriesgándose al VIH.
Esto es lo que plantea el neoliberalismo: enfermedades de transmisión sexual. Todo lo contrario a lo que el sexo sano con una sola mujer pueda otorgar. Que exámenes médicos en laboratorios y el rigor de los que son testigos de las personas que han de conocerse, para verificar sus costumbres, hábitos y formas de ser, tienen mucho vínculo con el pasado sexual de las personas.
Masturbarse en todo caso no es malo, a estar auscultando a muchachas veinteañeras que podrían no tener verrugas dentro de su sexo, más si dentro de su garganta, que los besos compartidos están llenos de virus y eso no te lo comentan en los colegios ni los padres de familia que no educan bien a sus hijos.
Alguien tiene que recorrer el camino para señalar por dónde no ir y, alguien debe aceptar que la monogamia es saludable y confiable, que bien, en los contratos prenupciales, las demandas ante contagios por enfermedades venéreas son escandalosos y hay que saber con quién se empareja uno, ya dejando de lado las pastillas abortivas o las inyecciones o la píldora, porque si tu pareja ha tenido muchas parejas antes de conocerte y piensas contraer nupcias, debes estarte preparado para los exámenes de rigor que se piden antes de casarte, porque no son casuales, sino hechos con el fin de no traer hijos afectados con la sífilis o en todo caso con malformaciones de quienes abusaron del sexo en ignorancia, sin la guía o pauta dada por los mayores o, en este caso, por El Escritor que dice lo que otros callan.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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