DE DROGAS Y SEXO SIN CONSENTIMIENTO
Si todo estaba tramado, si esos que se hacen
llamar amigos, si los que te invitan tabacos con burundanga sin que lo sepas,
si las muchachas creen que consumir marihuana con sus amigos es ser libre, aquí
relataré cotidianos hechos donde nadie sabe de quién está rodeado, si acaso
alguien primero fue desgraciado y así desgraciado uno por uno a todos y, se
acepte con conformidad lo que se reconoce como ser un sobreviviente.
Porque nunca pensó que esos
tabacos tenían burundanga y que terminaría sin voluntad ante quienes querían
destruir su carrera como filósofo. Está demás decir que la universidad son
experiencias, la mayoría corruptas y denigrantes para el ser humano, en este
caso, adolescentes que empiezan a vivir y creen ser queridos, estimados, por la
manipulación de la palabra, esa que te llena de halagos y que crees, son
verdades que mereces.
Al salir de ese apartamento pensó
en la suerte que tuvo, en que quizás ahora sería un bisexual más o que formaría
parte de esos alcohólicos que ya nada tienen qué perder y entre ellos se juntan
solo para elegir a alguien que sea talentoso y pueda ser la sombra de lo que
ellos nunca podrán ser. Una calada de tabaco y una sensación rara donde era
difícil explicar qué se sentía, sin entender qué pasaba.
La muchacha me dijo eso: me
siento rara. Que si le habían dado algo en la bebida en plenas clases de
universidad, eso lo corroboré cuando se pegó a mí y empezó a acariciarme,
insinuándose para tener sexo. Ella tenía 18 años y estaba a la deriva desde
hacía unas semanas, entre noches de alcoholismo, exponiéndose a venéreas o a
embarazos que terminarían en un aborto o tal vez, en una paternidad que obligadamente
sería llevada a cuestas sobre mí, claro está, si le hubiera hecho caso a sus
insinuaciones.
Porque los 20 muchachos sabían
que a ella le gustaba fumar marihuana y entonces decidieron reunirse en una
casa donde había bastante bebida como drogas. En el momento en que menos se dio
cuenta, ya estaba haciendo el amor con uno y otro muchacho, si acaso el sexo,
la penetración con drogas es más intenso y difícil de decir: un basta, yo no
quiero. 20 muchachos le hicieron el amor a la vez, lo suficiente como para al
recobrar los sentidos o el sano juicio, se declarase como loca, como alguien
que había perdido la memoria, alguien que sufría o adolecía de lagunas mentales
para negar lo que había pasado en esa casa donde todos la hicieron suya. ¿Y todo
por qué? Por el consumo de drogas.
Parecía un complot o
conspiración. Ningún taxi quería llevarlo. No entendía qué había sucedido ni
cómo. ¿Tenía que callar lo que habían intentado hacer con él? Una tarde se me
acercó y me relató su experiencia. Hablamos sobre las drogas que dan desde los
taxistas que con un solo soplo en las narices o un roce casual con la víctima,
hacía que la persona en cuestión estuviera a merced del victimario. Pero es que
las advertencias de los padres de familia son inútiles hasta que les ocurre
esto a las víctimas. Se declaran después sobrevivientes y, dicen, es una
experiencia más dentro del mundo universitario. Porque la muchacha de ojos
verdes me dijo eso una vez, que se sentía amada por todos su amigos como si
fueran sus hermanos y haría cualquier cosa por ellos porque eran de su absoluta
confianza, hasta esa noche de su cumpleaños en que le dieron una gradual dosis
de escopolamina y terminaron tomándole fotos en donde se daba de a besos con
una muchacha de preferencia sexual diferente, reitero, en el día de su
cumpleaños, donde estaban sus mejores amigos.
Porque yo vi a un muchacho que
creía tener amigos, con el trasero al aire totalmente dilatado, botando miasma,
dejado en plena calle de un domingo a las 06:00 a.m., apoyado en sus rodillas,
sentado para la calle y las personas que por allí pasaban y solo pensaban en
los padres del muchacho que no llegaba a los 20 años, en lo duras que son las
lecciones que dá la vida.
Porque no me vas a decir que eso
hacen los que te estiman mientras te dan marihuana y otras drogas con alcohol
si es que debamos hablar de esos “sobrevivientes” que lo han perdido todo y
solo quieren hacerle a los demás, lo mismo que les hicieron a ellos, si acaso
le trasmitieron el VIH o simplemente destruyeron su vida, para siempre.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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