EL SEÑOR DEL TIEMPO
Ese tedio de las tres de la tarde era la desesperación a los 20 años
Como el voltear la mirada y ver el parque San Francisco y no
tener a nadie
Y sentir la eternidad en cada minuto
Segundos alargados al máximo donde no se sabía qué hacer
Fenómeno extraño que no sabía valorar
Diría mi lector que un buen libro
O la compañía perfecta lo solucionaba todo
Pero el libro no existía
-ese libro es el libro que escribo diariamente-
Y la compañía solían ser muchachas que no se entendían
Ni sabían hacia dónde debían orientar sus vidas
-por más lecturas o viajes o instrucción tuvieran-
Perder las tres de la tarde con unas botellas de cerveza
siempre deprimieron
Los bares no fueron nunca lugares para ser feliz
-sobre todo si es que uno era sincero consigo mismo-
¡Ah, cómo ha pasado el tiempo para mi victoria!
Y así escribo
A las tres de la tarde
Con la placidez de los agradecidos
De los que sentimos la eternidad de los minutos
Y en ello contemplamos el fenómeno del tiempo
Y feliz es uno.
¡He allí dos maneras de entender al tiempo en una misma vida
dirá usted lector!
Yo puedo responderle que las tres de la tarde
Para cualquier edad, pueden significar muchas cosas
-más allá los suicidas piensan y piensan en alguna manera de
evadirse de esto-
Apenas el tiempo entre mis pupilas es un hechizo de
bienestar
Dirán que el tiempo se alarga en medio del espacio
Pero eso ya es física teórica
Y mi sabiduría no se empeña en las ciencias
Sino en el arte de vivir
De saber vivir para testimoniarlo.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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