CUANDO CONOCÍ A LAS GUERRERAS DE LA LUZ
Mauricio, atraes a las muchachas
peligrosas. Calaba mi tabaco sentado desde las gradas de La Catedral, era un
día de mierda, silente para mí, sin compañía, meditando sobre el porqué mis
respuestas no servían para mis lectores, ¿era acaso poco dar certezas desde
donde solo pocos podemos dar testimonio de las bregas por seguir siendo libre? Y
por qué crees que atraigo a las muchachas peligrosas, le pregunté. Ella había
sido una Miss que concursó para ser la más bella de la ciudad. No sé, eso mismo
debes respondértelo. Averiguar por qué atraigo a las muchachas peligrosas.
¿Todas son diferentes, no? Pues sí, tienes razón, ninguna de las muchachas que
he conocido se ha parecido a otra. Esa es una respuesta señor Escritor, te
conozco, te he leído, sé contra qué luchas, quizás ellas quieran compartir
contigo también sus luchas que siendo diferentes a la tuya, se sienten tan
solas como tú. Calé mi tabaco y la vi a los ojos, era muy bella, era la única
muchacha que me relataba parte de sí sin que llorase, estaba mejor dicho
acostumbrado a ver llorar a las muchachas que ya no soportaban la existencia y,
por alguna razón, terminaban relatándome todo, todo lo que les jodía, todo
contra lo cual se enfrentaban. No eran relaciones para el amor, eran encuentros
donde alguien debía oír lo que pocas personas entienden y, ese siempre soy yo. La
razón del porqué nunca uso nombres en mis escritos, salvo el mío, es porque veo
a la mujer como un solo ser universal. No es así Mauricio, la mujer no es una
sola, las mujeres necesitamos conversar lo que a nadie se lo podemos decir, a
hombres que sepan la profundidad de la palabra, tu extremo es célebre, alguna
vez siempre conversamos sobre ti en nuestras reuniones, esto no debías saberlo,
pero alguien tenía que decírtelo, eres un desigual en medio de tantas personas
comunes. Espera, dices esto para que preste interés en ti, apenas nos conocemos
y estamos hablando como si nos conociéramos de años. Es que es así, te
conocemos de años por lo que escribes así tú no nos conozcas y, sabemos que
para ti no es fácil hacer el amor con las muchachas que no besan para luego
sentirte vacío y sentir la soledad, ¿no hay nadie que esté a la altura de tus
experiencias, no? Estás siendo muy directa con tus palabras y eso duele, qué
quieres de mí. Lo que todas queremos, que alguien diga que estuvimos vivas, que
no pasamos en vano por este mundo, sabemos que escribes sobre todas nosotras,
mírame a mí, podría obtener con mi sexo un buen trabajo y no tener que vender
chocolates en esta Plaza, pero no lo hago, prefiero ofrecer mis chocolates ante
la posibilidad de que me digan muchos No durante el día y, tú sabes qué
significa eso, porque te vimos vendiendo tus poemas por el boulevard sin que
nadie entendiera tus poemas, que por qué solo las muchachas más bellas te hicieron
caso y compraron tus poemas, ¿te veían con detenimiento a los ojos, no? Sí, por
qué. Por la soledad Mauricio, nuestra soledad es diferente a la tuya, pero está
allí, a la par con tu lucha, ¿querías cambiar al mundo, no?, mira que no elegiste
nada de lo hiciste, ¿sabes que cuando cada una de nosotras piensa en el
suicidio te recuerda? ¡Basta, es demasiado!, qué es lo que quieres de mí. ¡Eso,
Mauricio, tu reacción!, nosotras no aguantamos ya lo que estamos pasando, tú
eres fuerte, tú puedes vencer todo lo que nosotras tememos no vencer, ya eres
el hombre sabio que esperábamos de ti, tu entendimiento nos complace y sabes
bien que siempre nos encontrarás cuando nosotras ya no podamos más con esta
vida, ¿no te has puesto a pensar porqué lo sabes todo de nosotras?, te estoy
ahora hablando de mí, en cada generación siempre hay alguien que está destinado para enfrentar las
pruebas más duras, más difíciles y, esa es nuestra certeza antes de lanzarnos
de los puentes, de saber que hay alguien que estuvo mucho más lejos que
nosotras y en vez de tener miedo, tuvo furia, rabia, cólera y, muchos deseos de
ser feliz, ¿vaya forma de ser un guerrero, no?, porque las guerreras de la luz
te compartieron sus momentos de dolor cuando se dieron cuenta que habían
llegado al límite de sus fuerzas, que su luz se apagó en medio de miles de
intentos de querer ese mundo mejor donde perseveras no ser silenciado. ¿Cómo
sabes que lucho contra el silencio? Ella sonrió, me miró a los ojos y en tono
cómplice dijo: sabemos todo lo que nos conversas, nunca hablas de dinero, solo
hablas de las experiencias límites que todos rehúyen, pero tú lo haces con
naturalidad, sin miedo alguno, como si fueran experiencias cotidianas y
normales y, eso nos relaja, debo marcharme, ¿las muchachas peligrosas, no? Ya sabes
por qué solo conoces a las que son como yo, porque no somos buenas para
escribir con claridad lo que nos ocurre, ¿tú eres el Escritor, no?, algo bueno
aprendiste en esta vida, a amarnos a cada una de nosotras y a olvidarnos
rápidamente, porque después de conocer a una, otra siempre ha de aparecer,
¿querías una historia reveladora?, mi luz se apaga y yo, me hacía llamar La
Guerrera de la Luz, solo he unido fuerzas contigo en este momento, mis nietas
sabrán de ti.
Se marchó mientras calaba mi
tabaco. Ella caminó por entre las demás personas mientras la observaba irse, no
volteó a verme, creo que así es la vida de los más fuertes, el no voltear hacia
atrás, me quedé pensando en las horas del puente ante las resistencias
doblegadas y comprendí que no puedo estar en todas partes, que solo podía escribir,
y, eso hago.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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