EL SONIDO CALLADO DE LOS VIOLINES
A la Eterna Rabea
No, quisieron encontrarnos derrotados al llegar la noche
El sueño quiso ser arrebatado
El hombre muerto
El amor perdido
La esperanza comprada
El mundo destruido.
No, no dejarán nunca de brillar hasta el final del universo
nuestras banderas
No morirá La Palabra que revienta en el pecho de la amada
No será privada nuestra Libertad
No, no se perderá el amigo
No vencerá el aliento donde todo fenece,
En el amanecer
Cuando recordemos a los guerreros locos
Y las calles sean soledad
Un bravo grito despertará a los heridos
No, no volveremos a rodar con miedo por el mundo,
No volverán las canciones a contarnos historias tristes
No perderemos el alma a no ser que sean ante nuestras amantes.
¡No habrá noche oscura donde el miedo aterre!
Que al llegar de cada Luna
Al vernos a los ojos
No solo recordaremos cuanto amamos
Sino por qué vivimos
Cuando quieran otra vez robarnos la vida
Cuando el silencio callado de los violines nos recuerde
Que solo estamos vivos, ahora.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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