FUE UN NIRVANA ESPECIAL






No se puede escribir cuando se ha tenido buen sexo. Ella me miraba con miedo, miedo a que no volviera no en horas o días o estaciones o años, me miraba como si temiera que fuera cierto que existen muchas vidas y, pude percatar que oraba para que nos volviéramos a encontrar en todas las vidas posibles que tuviéramos, reitero, si es que existieran. Descuida, no me gusta el sexo contranatura. La tenía debajo de mí y, era tal la violencia de la penetración y, tan intenso lo que ella sentía que me abrazaba con todas sus fuerzas, como queriendo detener el tiempo, la pasión, el deseo, el amor o lo que fuera. ¡Eres el mismo infierno! Y la verdad era que decía cosas coherentes, ardía a una temperatura donde el calor de mi piel la enloquecía. Tú no sientes el fuego de tu sexo dentro del mío, no eres capaz de entender que me estás matando con lo que me haces, nunca sé qué movimiento es el que sigue, solo sé que mi vida acaba de perder el control. No era la primera muchacha que me decía ello, tampoco la única que me superaría, en realidad al momento de hacer el amor, nunca pensaba en los anteriores amantes que la muchacha hubiera tenido, solo me dedicaba a sentirlas y, a ella la sentía con tanta intensidad. Era una muchacha de 21 años, de senos adolescentes y de piel blanca rosácea, precisa para su largo cabello rubio que era dominado por mis manos, como cuando la tomaba por la cintura y sabía que ese derrier era magnífico, una obra de arte inspirada solo por un Dios, alguien supernatural y de mucho poder. Reparé en fracciones de segundo lo mortal que debe ser esa muchacha en el amor para con otros hombres.
La hice mía a mi regalada gana. Creo que ella quería eso: encontrar alguien que no la respetara, alguien que solo quisiera amarla y luego marcharse para dejarle una historia de amor imposible que se hacen necesarias para las noches cuando se duda sobre el amor, para esas noches de vino y de muchachas, cuando es necesario relatar algo extraordinario, algo que las rescate del sopor de días donde nada parece ser nuevo, nada parece salvarlas en medio de copas de vino y canciones de desamor donde el amor es una competencia entre el varón y la mujer. Yo solo me servía de ella, para ser feliz, para saber de su alma, para entender los propósitos de Dios.
No, no se puede escribir luego de haber hecho el amor como los expertos amantes lo hacen, la sensación que te queda en el cuerpo es de un sueño plácido que dura un día entero, donde uno llega a creer que todo vale la pena, que esa muchacha hará feliz al hombre con quien se case, así su corazón me pertenezca, así al hacerle el amor a su hombre, ella, me recuerde a mí. ¿Quién sabe cuánto dura el amor más allá de las horas en los lechos?, ¿quién sabe si realmente la muchacha a quien le haces el amor te ama a ti o a otro hombre?
¡Me haces sufrir, haces conmigo todo lo que se te dá la gana! Quizá tenga razón, quizá cuando en la posesión sentí que quería quedarme con ella para siempre, en esos segundos de duda, cuando creemos que estamos amando como nunca antes hemos amado, halle la respuesta del porqué el amor es extraño, misterioso e inexplicable. He visto tantos hombres en porfiar por una sola muchacha ante el pasar unas tras de otras por mis tardes de placer que, no he entendido la insistencia ante obsesiones donde dejamos ir a quienes nos parecen únicas por saber que eso lo sentimos con todas las veinteañeras, no sé si mi lector me entienda: el amor no es propiedad de una sola muchacha y no se siente solo con una sola de ellas.
Se acomodó al máximo para que pasara del útero hasta las trompas de Falopio, había movido con destreza su hueso pélvico para que estuviera muy dentro de ella- mientras escribo este relato y voy calando un tabaco, siento el olor vivo de su sexo fluir en mi olfato, no sé si sea la memoria de los sentidos o que aún la recuerde, solo sé que esa muchacha sabe hacer el amor y, con un poco de suerte, en otros años, cuando me encuentre siempre escribiendo y con más canas y el cabello más largo, con los ojos muy claros por los años y el tabaco, me invite a hacer el amor, para recordar cómo fue nuestra historia que ahora escribo-, porque así, en todas las posturas que tuve ganas de hacerla mía, bendito seas Dios, ella sin tener resistencia para decirme un No, me entregó todo lo que una muchacha enamorada entrega para retenernos. Si acaso el amor solo logra ser expresado en su plenitud en la cama, donde sabemos si nos hemos conectado plenamente, para saber de los riesgos de los ardientes, de los que no nos quedamos satisfechos con nada y lo queremos todo.
Para mí hay dos formas de tener intimidad: durar toda una noche continuamente o, estallar en sus vientres o espaldas cuando alcanzo el orgasmo con violencia. Las dos formas son válidas a mi entender salvo que una te deja en un estado casi de Nirvana, mientras que el otro se presta para una continuación al día siguiente.
La belleza de su rostro al ser penetrada me lo dijo todo. Fue un Nirvana especial.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

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Julio Mauricio Pacheco Polanco



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