LA HISTORIA DE MIS TABACOS MENTOLADOS






A mis 18 años contemplaba a los demás y los veía felices
Yo no pedía mucho, solo pedía estar allí
Donde todos podían estar.
La sonrisa de ella era agradable
Al verla me preguntaba por qué también a ella
Debía renunciar.
Mis ojos se estrellaban contra la noche en la ciudad
Y todo era tan simple sin que nadie se diera cuenta
-me preguntaba, si solo sé de esta existencia
Porqué estoy retenido si mis pensamientos me piden felicidad-
Ella sonreía y se dejaba en la playa
Llenar de arena hasta sus hermosos muslos
Y eso era amor
-vivo el recuerdo de tantas veces
Tantas muchachas que no pudieron descifrarme-
¿Por qué no compartiste mi silencio?
-años después ella recién entendió que la había esperado-
Recordar, recordar son las palabras escritas
-si esto es solo un momento y veo que es fácil
Por qué debo estar apartado de todo en contra de mi voluntad-
A los 19 años los electrochoques no me devolvieron a la realidad
El temblor en mis piernas y los neurolépticos recetados.
Una mañana salí del salón de la academia para nunca más volver
Y al verla tiempo, mucho tiempo después
Mientras yo caminaba por las calles, calando un tabaco
Mis ojos se detuvieron en sus ojos
Y al sonreírme ella, supe que me pensaba hasta ese momento
-los suicidas nos marcan para siempre,
Entendí que su sonrisa era por ello, por verme vivo,
Calando un tabaco en plena calle a mis 24 años-
¿No juré a mis 16 años nunca tomar un tabaco?
Porque los fumaba hasta el fastidio en los salones de la universidad
-el Bibliotecario me dijo:
“amas los libros, por eso no te daré los mejores hasta que ingreses a la Biblioteca”-
Nunca pude ingresar a esa Biblioteca.
-el aroma era agradable, era Tabaco, una colonia que disfrutaba en mi cuerpo,
Tenía 25 años y por fin estaba sereno, sentado en la sala de audiovisuales
Concentrado y disfrutando de la película que pasaban,
No, no es la historia de cuando no soporté: El último Tango en París
Y salí enfurecido y con ganas de llorar por haber entendido a Marlon Brando
Cuando lloraba en el puente-
Para ese entonces tenía 27 años y era un solitario que tenía mucho qué decir,
¿Elegimos nuestras citas con la Historia?
Creo que no, que nadie las elige
Creo que con el pasar de años, acumulamos fuerza
Coraje, deseos de ser felices, como a mis casi 47 años.
Hice lo que tuve que haber hecho, que si estuvo bien o no
Eso ya está perdonado y comprendido.
Los muslos de la muchacha de 18 años
Cubiertos de arena, donde ante mis ojos estaban la tanga cubriendo el trasero
Para mí fue amor,
Como los besos de las muchachas que se dejaban tocar los senos.
Yo no quise fumar tabacos
-calo el tabaco mentolado que está entre mis dedos
Y escribo mi porqué
Sin que necesariamente sea entendido,
Total, nadie en este mundo lo fue-.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta

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Julio Mauricio Pacheco Polanco


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