Y NOS ENAMORAMOS UN MILLÓN DE VECES MÁS






No Mauricio, no quiero enamorarme de todos los hombres que lleguen a mi vida, no quiero entrar en eso, solo quería estar unida a un solo hombre, a un solo amor, no quiero ser una enamorada del amor. Calé mi tabaco mientras pensaba en lo que ella me decía, me preguntaba si acaso era alguien parecida a quien fui yo alguna vez. Muchos errores como para estar enamorado de todas y no ser capaz de decidirme por una sola, no, imposible, he conocido a las mejores, de todas las razas, con las mejores atenciones, con los mejores orgasmos y posesiones, entregas totales del alma y todo para luego meditar en que el amor es eso, solo el momento con la muchacha de turno, pero no, ella me hacía recordar algo que ya no siento, algo que me dura un par de días y acaso se convierte en pensamientos agradables, nada más, no ese amor por el cual se entregó todo y que ahora no significa nada para mí.
No le veo nada de malo a que seas como yo. Es que estoy a punto de ser como tú, ¿no era lo mejor quedarse con una sola persona, es decir, un solo hombre, hasta la muerte? La muerte, pensé en lo romántico que sonaba eso, pero mis ojos solo  contemplan bellas muchachas por todas partes y, eso, eso de tomar una decisión, es algo que no cabe en mi cabeza, porque se siente con todas y, eso es algo que hace años forma parte de mi vivir y, no, no es un estilo de vida ni tampoco una opción, era el amor al amor, algo que en ese momento, mientras conversaba con ella, percataba es algo que temen todas las personas, que lo ideal es conocer el amor una sola vez y allí anclarse para toda la vida.
Probé del café mientras la sentía a ella, esperaba el momento en que dejara de llorar para decirle: “vamos, ya pasó, mejor hagamos el amor, que de eso estamos hablando hace rato y, lo mismo da hacerlo o no hacerlo que, hace tiempo hemos cruzado la línea y, ambos sabemos, ya no podemos dar marcha hacia atrás”.
Espera, sé qué intenciones tienes Mauricio. Pero es lo normal, ¿no?, total, ambos somos adultos y nos hemos citado para hablar de amor, ¿es normal que terminemos haciéndolo, no? Ella extrañó el rubor de otros tiempos, apenas podía limpiarse  las lágrimas, se sentía otra, rara ante sí misma. ¿Y qué, en esto concluye nuestro aprendizaje del amor? Supongo que sí, le respondí, es mejor a tener un marido infiel que terminará maltratándote con el tiempo, ¿no?, vamos que ninguno de los dos quiso esto para con nuestras vidas, pero así están las cosas,  o prefieres el trance de los celos, de las paranoias donde sientes un nudo en la garganta y la locura es otra cosa, no la que sentimos cuando se ama libremente, es decir, sin esperar que ninguno de los dos nos necesitemos, porque nos hemos percatado que el amor está a la vuelta de las esquina y eso no es una ficción, total, es como sentir lo que alguna vez fue intenso, pero en eternidades diferentes, no todos los para siempre son iguales, hay algunos que duran años y terminan por lastimar a las personas y, hay otros donde por ejemplo, tú y yo, nos entregamos como si nunca más lo volviéramos a hacer y, nos damos cuenta que lo que sentimos es tan real como lo fue alguna vez, pero sin miedos, sin celos, sin enredos, sin discusiones ni daños donde nos terminemos por destruir, es decir, sin desamor.
¿Tú querías ser así, es decir, tú escogiste esto? No, la miré a los ojos y sabía que la amaba, pero sabía también que amaría en dos días a otra muchacha de la misma manera, como si fuera la última vez que amara en mi vida. No, yo no escogí esto, sucede simplemente, así nos hacemos fuertes y vulnerables a la vez, que a las finales hoy seré yo, mañana otro hombre y la seguridad que no estaré llamándote a cada momento, reclamándote por estupideces ni mucho menos acosándote todo el tiempo, eso que se llama ser dominante, el que quiere controlar a una mujer hasta asfixiarla, ¿eso es amor?, eso no es amor a este entender. ¿Entonces cómo me amas?, porque te veo feliz, lleno de un entusiasmo propio de los primerizos, como si conmigo hubieras descubierto recién el amor. Creo que has dado una clara lectura a la circunstancias, somos personas que descubrimos al amor en cada nueva persona que conocemos y, no es por placer o lujuria, es porque cada historia dura en su merecida expresión un par de días, lo demás es darle vueltas a lo mismo una y otra vez y, ya no estamos para eso. La tomé de la mano y vi que ella cedió a mi deseo mientras se secaba las lágrimas con un pañuelo que le acerqué. ¿Es decir?, se quedó con las palabras en la boca. Nada, no hay nada qué decir, quiero hacerte el amor y sé que deseas lo mismo tú también. ¿Y si me enamoro de ti? Ya estás enamorada como lo estoy yo, que si resulta o  no, lo veremos después, ¿no crees que es mejor así, es decir, no complicar los sentimientos? ¿Me dejarás? Estoy a tu lado ahora, en este momento no te he dejado y, creo, la vida se resume en momentos de los cuales nos alimentamos en las tardes de nostalgia, hice una pausa, calé de mi tabaco y dije: quiero formar parte de tu historia, no quiero dejarte ir, veamos qué pasa con ambos con calma, ¿sí? Ella sonrió y me besó haciendo a un lado mi tabaco para luego decir: ¿Qué te hace sentir tan seguro que después de mí habrán otras? Yo también me sonreí y le contesté: la misma seguridad que tú tienes que después de mí habrá otro hombre, total, somos dos enamorados del amor y, el camino, ya lo conocemos.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor

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Julio Mauricio Pacheco Polanco



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