LA MUCHACHA DE OJOS VERDES VIRGEN






Ese atardecer y tus ojos verdes, una plática donde te diste cuenta rápidamente que era mancebo, virgo y, esa elocuencia difícil de entender, porque además percataste que usaba las palabras de manera distinta a la de los demás. Ter quedaste impresionada, ¿puede un muchacho de 19 años aún no saber nada del amor? Y te mareabas fascinada mientras no paraba de hablar, porque te preguntabas dónde estaban mis mariposas o esos flatos incómodos, ¿cómo era posible tanta seguridad y locura a la vez? Ese atardecer ambos no lo olvidaremos nunca y, sabías bien que no eras la primera muchacha de ojos verdes o azules que me atraía con tanta vehemencia. ¿Así habla un muchacho que desconoce del placer?, ¿eso es un príncipe azul mientras el sol se pone y sus ojos brillan más hasta aclararse por la emoción transparente al sentirme con tanta felicidad?, pensabas, porque además te diste cuenta que era un Poeta que solo su poesía podía ser despertada por muchachas muy bellas o, así te hice sentir, porque esa conexión  queda aún a pesar que han pasado los años y a veces me recuerdas y a ocultas de tu esposo quien ya no me soporta, me lees, solo para querer saber qué hago ahora, con qué muchacha hago el amor o quien me hace feliz a esta hora.
Y de pronto quisiste llorar y me dijiste que no era nada, que yo era un total ignorante que se atrevía a todo, como por ejemplo, hablarle a una desconocida por el solo hecho de ser muy bella, una muchacha que le daba asco dar besos en las mejillas a los varones y que rechazaba cualquier invitación y mucho menos el contacto con las de su género, porque toda tu arrogancia se desplomó cuando me viste sonriente acercándome a ti, solo para hacerte entender que me gustabas demasiado, a primera vista, a pesar de no haber tenido una erección ni haberme mojado. ¿Es así el amor de los inocentes?, pensabas mientras en ese momento, empezaste a calcular el tiempo que estarías en Arequipa y todas las excusas para antes de despedirnos, darme una razón para seguir buscándote, porque además percataste que era muy volátil, que para mí no eras la más bella a pesar de que te hacía sentirlo así, que al doblar la esquina, otra muchacha me cautivaría al mirarme a los ojos y, en ese momento, estaría conversando con ella, sin saber cómo tanta espontaneidad podría ser derrotada. Él es de todas, pensó y, ése es un camino muy doloroso, porque además mi corazón salía desde mis palabras y eso te hizo temer por mí, a tal punto de orar como nunca antes lo habías hecho, porque dentro de todos los designios para los llamados a ser Poetas, sabías que en las horas difíciles, debía ser llenado de tanto amor de muchachas vírgenes, para tener el coraje que se requiere para alzarse en una ciudad donde los jóvenes justos abanderasen las causas tradicionales de sus hijos preferidos.
¿Sabes cantar? Por qué la pregunta. Porque los Poetas natos también cantan y, cantan con el alma, debes tener bonita voz o la tendrás en su momento, ¿compusiste canciones? Sorprendido por tanta claridad para descifrarme me dejó con la alegría de los descubiertos y que nada tienen qué ocultar porque efectivamente, tenía 30 canciones compuestas desde la etapa del colegio y a los años siguientes tendría mi propia banda con mis propios temas que serían premoniciones de lo que estaba destinado para mí: la posesión de muchas muchachas para el amor.
Y así fue una tarde donde enloquecida por el tono de mi voz y todas las incongruencias que dije, terminó por decir que estaba agotada, con ese sueño propio de las niñas a las cuales les han relatado historias fantásticas donde las palabras no han logrado ser entendidas pero la fascinación con que fueron narradas, propuso un mundo donde ella querría vivir para siempre.
Ya que al llegar a la puerta de su casa, mirándome a los ojos, bajo la oscuridad de la noche, me advirtió que no era bueno dejarse acompañar a donde ella vivía porque después sabrían dónde ubicarla y ella era lo suficientemente educada como para no recibir las visitas que recibiera, como lo fue así hasta que se rindió y dijo ¡basta, Mauricio, no puedo con tu locura, me está haciendo daño, no soy tan fuerte para resistir tanto destino.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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