UN HOMBRE SOLTERO PARTE XVI







¡Déjeme en paz!, acepto que estoy loco, usted ha ganado. El psiquiatra hizo una anotación en la historia clínica, fueron 5 internamientos donde me resistía a aceptar que tenía esquizofrenia paranoide crónica. Sabía que así iba  a ser el resto de mi vida, el ser internado consecutivamente cada año hasta que aceptara una locura inexistente, porque lo vi en otros pacientes, en aquel que fuera internado 17 veces en 17 años consecutivos, en el hombre que pasó toda su vida desde los 14 años hasta sus 55 en el manicomio, en el laberinto inútil de las personas inocentes, los chivos expiatorios de un sistema donde pensar diferente era condenado, sobre todo si uno era Librepensador y no quiso ser como los demás. Atrás quedaban los fracasos universitarios y mi rechazo a formar parte de un sistema donde te obligan a transar con la corrupción para tener un espacio, un lugar, dentro de la sociedad. Porque por más que perseverara en defender mis ideales por un mejor mundo,  más insistentes eran los internamientos. Era un hombre padeciendo los crímenes propios de un orden donde el rechazo era condenado, el rechazo a formar parte de algo que niego hasta ahora, a pesar de observar La Ley y sujetarme a ella, de alguna manera mi resistencia fue tomada de esa manera: “está bien, acepto que estoy loco, pero estaré presente cada vez que algo vaya mal en la ciudad y, para eso, me valdré de La Ley, porque así como ustedes me juzgan solo por ser un hombre libre, yo los juzgaré con sus propias reglas”. Salí del consultorio y sentí un peso enorme sobre mis hombros, ya no era la lucha contra mi mente y la tortura psicológica, ahora era el aprender a convivir con la idea de ser un loco. Fue entonces que empecé a escribir con más fuerza, la resistencia no acababa. No sabía de los años de soledad que me esperaban, del rechazo de las muchachas y su condena ante mi condición de ser alguien de destino imposible. Los medicamentos recetados ya no tenían efectos secundarios, ya no había más dislalia o ataques catatónicos, ni la mirada desorbitada o el movimiento compulsivo en mis piernas, la desesperación de caminar las calles en soledad sin cansarme nunca y el diálogo negado para reducirme al aburrimiento; el tener mucho tiempo para pensar y meditar sin compañía femenina fueron 7 libros y 2 Biblias desde las redes sociales donde escribo diariamente si acaso de esa forma podía seguir vivo, luchando contra los días de la tristeza y la desesperanza, las noches de silencio y falta de mujeres de amor sincero, un amor primerizo en el cual confiar definitivamente, porque la vi a ella mientras recordaba todo esto y, sabía de su lascivia, de sus deseos de sentir placer y más placer. ¿Qué amaba de mí esa mujer?, ¿mi excepcional vigor sexual de hombre soltero?, ¿o la leyenda del Escritor que a sus 47 años no se quitó la vida y representaba el instinto de supervivencia demasiado fuerte? Por un momento pensé que el sexo la había enloquecido, que tal vez sí en verdad todos estábamos muy enfermos o locos. Solo nos quedaba el sexo para evadirnos, ¿de Dios?, ¿de una sociedad imperdonable donde pocas personas están en paz?, porque las novedades eran esas, tristezas, dolores, tragedias, sufrimientos, enfermedades incurables, precariedades extremas, soledades sin amor, identidades conflictuadas, hombres presos, hombres con deudas, hombres sin fe, mujeres sin defensa, mujeres con muchos niños para alimentar y sin camino fácil en la vida, desviaciones donde el sexo no era el equilibrio verdadero, paraísos fiscales y el antisistema, mafias en todas partes, lavado de dinero, estafas, engaños, traiciones que marcan la vida, drogas, alcohol, ausencias del corazón, libros sin terminar de escribir, seres humanos perdidos dentro del mundo, patrias no encontradas, noches sin retorno para los crédulos, sueños inconclusos sin materializarse, mucho dinero pero con desdichas,  relaciones tóxicas o complicadas donde no hay ya amor, celos, anorgasmia o impotencia, mentiras y verdades, discursos de poeta y escritores sin credibilidad, políticos robándole a la Patria, héroes anónimos, libros rescritos para mentir a los jóvenes lectores, discursos llenos de falsedades, libertades condicionadas, asesinatos, violencia entre hombres y violencia entre hombres y mujeres y yo, frente a ella, una mujer insaciable, una mujer que pedía placer a gritos y yo, otra vez yo, contemplándola erecto, pensando en un millón de cosas a la vez. No había tiempo para tanto. Decidido fui donde ella, le iba  a hacer el amor como nunca antes nadie en la historia del ser humano lo había hecho.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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