EL ARTÍFICE






La muchacha estaba caída sobre el piso
El artífice que sabía que no estaba en su tiempo
Y que lo suyo era la soledad y sus escritos
Asumió se deber
Y la quiso levantar del piso donde ella estaba
Pero ella no quiso
Es inútil, pensó el artífice
El mundo es perfecto y ella no se da cuenta de ello
Y decidió seguir su paso contemplando el universo
Pero sobre su marcha recordó sus pensamientos
La Ética que él predica con sus actos
Y regresó donde ella y le dijo:
Te puedo enseñar a levantarte.
Ella le miró a los ojos y le dijo:
Mejor quédate conmigo aquí para estar caídos y tirados en el piso.
El artífice pensó que esa mujer estaba muy enferma
Que el universo era perfecto y debía ser disfrutado
Pero como siempre piensa muchas cosas a la vez
Pensó que tal vez ella veía de esa forma feliz al universo
Y le preguntó: ¿eres feliz así?
Ella que estaba caída en el piso respondió:
Nadie es feliz en este mundo donde todos estamos caídos
¿Por qué no me dejas disfrutar de mi amargura para maldecir al universo?
El artífice pensó entonces en su deber de enseñarle otra forma de entender al universo
Pero ello demandaba invertir su tiempo de vida hasta que ella sanara
Y lo meditó mucho desde su Ética o deber
Y pensó, no puedo ser tan egoísta y escribir sobre un universo perfecto
Si ella no ve lo que yo veo
Y quiso enseñarle a levantarse del piso donde estaba caída llena de amargura
Pero a su marcha
Una muchacha de sabiduría parecida a la de él
Le tomó de la mano y le dijo sonriente y vencedora:
Yo tengo más respuestas que las que tú tienes
Y soy feliz
¿Deseas acompañarme en mi paso para disfrutar más del universo?
El artífice la vio y corroboró en ella a una mujer fuerte y sana
Una mujer sin marca pero con honores de guerras vencidas
Una mujer sin tatuajes ni deseos de beber ni drogarse
Sin anillos o pulseras que señalaran que no fuera libre
¿Y eres libre en tu determinación?
Ella contestó al artífice:
Sí soy libre, hombre de la libertad.
Y entonces, ¿dejo a la muchacha en su enfermedad caída en el piso?
Señor de la libertad: ella sabe dónde está
Y si es su voluntad estar allí, nada puedes hacer
Y en ello tu Ética no ha dejado de ser impoluto
¿Quieres de mi sabiduría que es novedosa para ti?
El artífice le vio a los ojos y contempló en ellos fascinantes conocimientos
Y vio que era una similar a sus búsquedas
Y sin sentir culpa alguna le tomó de la mano
Y fue largo el amor como la Filosofía
En un universo perfecto, donde la felicidad era novedosa
A todo lo que él ya sabe.


Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco Polanco


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