UN HOMBRE SOLTERO PARTE XXX
El misterio, quizá mi misterio
sea el no tener secretos para nadie y estar siempre de buen humor, sobretodo
cuando he tenido una larga sesión sexual donde me he evadido de la soledad y
tengo muchos deseos de escribir, precisamente sobre esas eternidades de pocas
horas donde soy feliz. ¿Que soy uno de esos hombres que nacimos para nunca
casarnos? Creo ser más bien ser un hombre que conquistó su libertad, que no
aguanta promesas ni caprichos, mucho menos mujeres malgeniadas y vanidosas. Hay
una seria advertencia sobre mi persona que en mi entorno es bien sabido: “no te
enamores del, Mauricio, él puede amar a todas a la vez y olvidarse de todas en
un momento, su verdadero amor es la Literatura”. ¿Y eso no seduce a las
muchachas ansiosas de satisfacer todos su deseos con quien saben, no estarán
como tontos todo el tiempo detrás de ellas? Hacer el amor con quien disfruta
del sexo entregando sus sentimientos que a la media hora serán olvidados es lo
más cercano a la negación de los dramas o conflictos y problemas de pareja. ¿No
soy el hombre quien no habla con nadie y no necesita hacerlo por las
decepciones constantes de esas mujeres amargadas porque no se aman a sí mismas
y destilan odio hacia nosotros los varones?
Hablar en la intimidad, eso es
entrar en la mente de la muchacha. Hablar constantemente, minuto a minuto, eso
para mí es el amor, añadido a un buen sexo o simplemente la salvación para los
desgraciados, los que temen a quedarse solos y solas. Más bien puedo pasarme
horas de horas escribiendo sin desear entrar en la mente de una mujer o
muchacha. ¿Que no haya conocido a una muchacha diferente? Ya no recuerdo ni
preciso a cuántas les he hecho el amor y a cuántas más puedo hacerles sin
prohibición alguna, sin estar bajo las garras de una mujer obsesiva y celosa
que crea que le pertenezco.
Conversa minuto a minuto con una
mujer y verás cómo te come literalmente el cerebro, desde sus llantos y quejas,
despertando tu deseo inmediatamente, porque ésa es la manera más rápida para
querer hacer el amor y tener erecciones inmediatas, el creer que las tenemos
vulnerables y en nuestro poder, cuando las abrazamos y creemos protegerlas y de
paso, sentir las ganas de hacerles el amor, porque lo vemos muy fácil, como
siempre sucede cuando todo fluye espontáneamente y uno se deja llevar sin
ninguna incomodidad.
No, no hay misterio en mí, soy lo
que escribo y escribo como hablo y me evado con muchachas nuevas quienes
esperan el pago de mis rentas para preguntar por las que recién han llegado a
la ciudad y son incapaces de sentir penas por sí mismas, mucho menos, sentir
algo por el hombre que les haga el amor, esos impotentes de orgasmos que creen
duran una eternidad en apenas unos 15 minutos. Porque una cosa es una sesión
breve y otra que les saques gases vaginales de tanta penetración en pleno acto
sexual, hasta hacerlas dudar de todo, cuando ves el rostro de ellas y sabes que
eres inolvidable y prohibido, porque sin que uno lo sepa, uno pertenece a todas
y ninguna me pertenece a mí, si acaso he descartado hace tiempo el hecho de
repetir los intensos orgasmos donde he liberado a mis anchas toda mi
animalidad, por saber que un volver a hacerlo con la misma muchacha o mujer,
sería una decepción o una forma de estropear el buen momento compartido donde
se fue feliz y merece ser escrito para no olvidar lo vivido, a pesar de nunca
usar el nombre de ellas en mis escritos y referirme como. “ella” a la muchacha
o mujer que fue mía, porque sé que nunca sabré su verdadero nombre ni si es
cierto todo lo que me relata cuando hacemos el amor, porque alguna vez me lo
dijeron: “nuestras vidas no son interesantes, Mauricio", pero lograron hacer
interesante la mía, al menos para mí.
Y es cierto, después de hacer el
amor donde soy siempre el que pone las condiciones y domina en la cama, soy
feliz, soy intensamente feliz, no por ellas como trofeos o conquistas, sino por
el cómo reacciona mi organismo ante una buena experiencia y, entonces pienso
que el mundo es bello y vale la pena y, que el sexo es la respuesta a todo, si
es que acaso mi amigo lector tiene también deseos de hacer el amor y, no
precisamente con su pareja, sino, ser libre otra vez, como cuando era soltero
si es que no lo es, porque leer estos escritos provocan erecciones y despiertan
el apetito, no solo a varones, sino a muchachas que entienden, el sexo será lo
único a no pasar de moda a lo largo del tiempo y, el amor, un estorbo dejado a
los niñatos.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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